En medio de la sucesión de indicadores económicos negativos que golpean a Cambiemos desde el año pasado, el presidente Mauricio Macri aguardó dos señales determinantes para retomar la iniciativa y apuntar al corazón del principal riesgo para su continuidad en el poder: la unidad del peronismo. La primera implicó dos meses de negociaciones secretas con los directores del FMI y la segunda surgió de las mediciones diarias que realiza la Jefatura de Gabinete, en manos de Marcos Peña, sobre la evolución de la hiperpolarización con el kirchnerismo.

Esas urgencias enmarcaron el llamado a un acotado acuerdo de diez puntos con sectores del PJ. La iniciativa excluyó a la expresidenta Cristina Fernández. 

Los sondeos diarios que cierra la Casa Rosada son reservados y de consumo cotidiano de una parte del Gabinete. Son construidos a partir de una combinación de encuestas telefónicas y virtuales, que se entrelazan con herramientas de big data y mediciones en las redes. Este jueves, la mayor obsesión del presidente mostró una tendencia que se mantuvo, al menos por cuatro días: una intención de voto de 36 puntos, con una ventaja de cuatro décimas sobre los 33 a favor de la expresidenta, y con un pronóstico de balotaje entre ambos, de 45 de Cambiemos sobre 42 de CFK. Los contornos de esos números difieren en gran medida con las desventajas que las consultoras privadas le arrojan a Balcarce 50 y que tuvieron un clímax crítico hace dos semanas, cuando se filtró una encuesta de Isonomías, cuyo espejo alimentó el tembladeral interno y externo del PRO. Según ese estudio, el líder del PRO tenía 9 puntos de desventaja detrás de CFK y su fragilidad electoral puso en emergencia al establishment, que volvió a insistir sobre la candidatura de la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, para evitar la derrota que preanunciaba el sondeo.

Aunque esos números no coinciden con los trackeos que consume el entorno presidencial cada 24 horas, las partes de su historial al que accedió este medio confirma dos datos clave sobre el antagonismo que alimenta la Casa Rosada para estas elecciones. Según las cifras de los últimos cinco meses de la crisis, la intención de voto a favor de Macri llegó a principios de diciembre al 47% (después de la cumbre del G20) y desde entonces no detuvo su caída hasta por debajo de los 29 puntos. De acuerdo a los trackeos enviados durante los primeros diez días de abril, es decir hace un mes, el presidente tenía entre 29 y 32 puntos y se posicionó por debajo de la performance de CFK que llegó a superar al líder del PRO en 4 puntos. Ese comportamiento de la senadora en las encuestas del Ejecutivo también confirmó otra tendencia que alimenta las seguridades que exhibe Macri cuando recibe a quienes piden audiencia para transmitirles su alarma ante una derrota en octubre. Para los números que consume la Jefatura de Gabinete, la expresidenta no se mueve de los 30 puntos, un comportamiento que comenzó a resultar amenazante para Cambiemos cuando verificaron la fuga de votos de su núcleo propio de electores ante el empeoramiento de la crisis. Durante las primeras dos semanas de abril, los sondeos cotidianos arrojaron que la expresidenta llegó al 34% de intención de voto y superó a Macri con ventajas de cuatro y cinco puntos, por encima de los 29 que obtenía el aspirante por su reelección.

Para el consultor estrella de Macri, el ecuatoriano Jaime Durán Barba, la invariable evolución del tercio que vota a CFK no sólo habla de su competitividad electoral, para nada desdeñable, sino de la urgencia de implementar gestos que le impidan superar su techo con el aporte de los aliados esquivos del panperonismo.

Los diez puntos diseñados por Dujovne responden a esa necesidad estratégica. En el Palacio de Hacienda niegan que su elaboración haya sido a pedido del FMI, pero admiten que fue elaborado para «capitalizar el compromiso absoluto del organismo con el presidente para que gane las elecciones en octubre».

La decisión final del FMI para acompañar a Macri fue transmitida el domingo pasado por el director adjunto del organismo, David Lipton, a Sandleris. La respuesta de Washington llegó dos días después de la alarma que encendió la Casa Rosada el viernes 26 de abril, cuando el dólar cerró una suba del 9% en una semana y rozó la paridad de 48 pesos.

El tramo final del auxilio fue cerrado en 72 horas y este lunes pasado el Central anunció que tenía un nuevo e inédito permiso del Fondo para intervenir en el mercado cambiario sin que la paridad del dólar supere el techo de la banda de flotación, previsto en 51,44 pesos por billete verde. Esta semana la autoridad monetaria tiene un permiso especial de Washington para utilizar los dólares del endeudamiento contraído, financiar la fuga de capitales y evitar que la divisa ponga en riesgo los planes de reelección de Macri.

El ruego político de la Casa Rosada no resonó en los oídos de Lagarde y Lipton a principios de este mes, sino desde el 11 de marzo, cuando Dujovne viajó a Houston y Washington para participar de un seminario organizado por el Instituto Argentino del Petróleo y el Gas (IAPG) junto con el secretario de Energía Gustavo Lopetegui.

«Aprovechamos ese viaje protocolar y pedimos una reunión reservada con los dos directores del Fondo para explicarles nuestra mayor preocupación. En marzo ya sabíamos que estábamos muy cortos de músculo para frenar una nueva corrida cambiaria”, resumió una alta fuente de Hacienda para explicar que los intercambios comenzaron un día después de la reelección del gobernador neuquino Omar Gutiérrez para prolongar el poder del MPN por 61 años.

«Ya por entonces sabíamos que Lipton estaba en contra, porque siempre fue un kamikaze de la libre flotación, pero nos llevó dos meses convencerlo, aunque la última pieza fueron los riesgos electorales», retrató la fuente para contar una parte de los contactos desplegados, bajo órdenes de Macri, para que Washington le aporte una pieza económica, cuyo costo para el país sigue en reserva. El resto corre por cuenta de la «creatividad política» de Cambiemos para aislar a CFK, con la ayuda del peronismo que se preste, en nombre de la gobernabilidad. «