El macrismo intentará descontar la ventaja que el kirchnerismo tiene para las próximas elecciones con actividades de cercanía en las principales ciudades del país. Mauricio Macri visitará los lugares donde el oficialismo tiene mejor imagen y dejará que sus principales espadas, como Elisa Carrió, María Eugenia Vidal o Martín Lousteau hagan lo propio en los distritos donde la crisis económica caló más hondo.

«Subimos cuando el kirchnerismo habla y bajamos cuando hablamos nosotros», resumió un socio del PRO que sigue de cerca la campaña nacional. En todo caso el oficialismo ya marcó una hoja de ruta que busca retomar  a los votantes desencantados con la gestión y que sus «defensores del cambio» aporten su grano de arena en la «guerrilla del WhatsApp».

«Percibimos enojo y desazón. Angustia. Hay muchos comercios cerrados pero también está la expectativa de que en algún momento cambie», explicó a Tiempo uno de los candidatos de la Ciudad. El distrito capitalino es uno de los bastiones del PRO y la imagen de Macri ya no es tan distinta a la de Horacio Rodríguez Larreta.

Por lo pronto el presidente participó ayer de un acto en el Club 17 de agosto, el mismo lugar donde lanzó su candidatura a la reelección porteña de 2011. Villa Pueyrredón es uno de los barrios donde mejor está ponderado el oficialismo. Córdoba, un distrito clave en la elección, será otro de los destinos del mandatario en las próximas semanas. 

Carrió pasó el viernes por Mar del Plata casi al mismo tiempo que Cristina Kirchner. La Feliz es una de las ciudades más golpeadas por la crisis y en 2015 fue uno de los distritos que ayudaron al PRO a llegar a la presidencia. Por eso en el comando de campaña prefirieron resguardar al mandatario.

Otra de las apuestas de macrismo para ganar votos son los acuerdos electorales en distritos que depararon nulas alegrías para el gobierno. «Las elecciones provinciales no tienen nada que ver con las nacionales», se ilusionan en el PRO. Por eso parte de la estrategia tiene que ver con cerrar la mayor cantidad de alianzas en distritos dónde el partido gobernante escapa a la grieta entre el kirchnerismo y el macrismo.

En Río Negro Rogelio Frigerio y Miguel Pichetto exhibieron una imagen junto al mandatario saliente Alberto Weretilneck. Él no fue candidato pero su fuerza triunfó con algo más de 200 mil votos en los últimos comicios. Días antes, el presidente se fotografió junto a Adolfo Rodríguez Saá y Pichetto. El senador fue derrotado por su hermano Alberto y prometió apoyar a Cambiemos. En los últimos comicios provinciales había recibido el apoyo 63 mil puntanos.

El tiempo de las inauguraciones de gestión está terminado, al menos eso marca el Código Nacional Electoral, sin embargo en el gobierno encontraron un hueco. La ley prohíbe «la realización de todo acto de gobierno que pueda promover la captación del sufragio a favor de cualquiera de los candidatos», pero Macri se mostró el viernes en la apertura de una planta de Molinos en Esteban Echeverría, uno de los municipios hostiles al oficialismo. En el gobierno lo definieron como la invitación de un privado.

La parte no dicha de la campaña está centrada en complicarles la vida a aquellos candidatos que le restan votos al macrismo. José Luis Espert es uno de los que en la última semana vio cómo peligraba la boleta de sus postulantes bonaerenses: el juez federal de La Plata Adolfo Ziulu bajó su papeleta provincial por «improcedente». La reacción del liberal se apoyó en uno de los argumentos más temidos por el PRO, la comparación con Venezuela. En el partido amarillo prefieren endilgarle ese espejo al kirchnerismo. «