«Este gobierno, con las medidas que está tomando, que profundizan la crisis económica y social, va a llevar a los argentinos a un nivel de entendimiento que, con mayor apoyo político en las elecciones del 21 y 23, nos va a permitir volver al poder», dijo este jueves Mauricio Macri durante la presentación de su libro Primer tiempo.

La arenga arrancó una ovación de los invitados. Y ventiló una parte de la reflexión que el expresidente comparte desde el año pasado con sus íntimos. Según reconstruyó este diario, el magnate cree que luego de los comicios de este año la salida de la pandemia desembocará en un caos económico que podría ser la antesala del regreso de Cambiemos al poder, como parte de un gran acuerdo nacional «para abandonar al populismo».

Este jueves lo dijo por primera vez en medio de una narrativa pensada para transmitir autocrítica y esperanza a su núcleo duro. Lo hizo en un momento donde una parte del partido que fundó y de la alianza que encabezó delinea el futuro sin su figura. El expresidente buscó dejarles en claro a sus socios y adversarios internos que quizás no alcance con él, pero que no lograrán nada si lo dejan afuera.

Cerca del exmandatario sostienen: «Las interpretaciones políticas corren por cuenta de los analistas. Nosotros queríamos que el protagonismo fuera del libro y lo fue. Macri escribió este texto para que fuera leído y conversado por Juntos por el Cambio y la sociedad. No es un trampolín para un regreso. No es una excusa. Por eso nuestro énfasis estuvo en el libro. Con invitados, por supuesto, y estuvo bueno que estuviera toda la mesa de Juntos por Cambio y el PRO, pero siempre con el foco en el libro», definió un colaborador de Macri ante las consultas de este diario.

El expresidente mencionó una parte de lo que piensa en privado desde el año pasado, cuando todavía mascullaba desilusiones y rencores personales. Tenía un ánimo muy distinto al que exhibió en el Centro de Congresos y Exposiciones.

Detrás de la hiperactividad que le adjudican para coordinar la escritura del libro, quienes tienen acceso a la intimidad del expresidente lo definieron como «angustiado, disconforme y desilusionado. Considera que hizo un montón de cosas por el país y que la sociedad no supo valorar el enorme esfuerzo».

La publicación de Primer tiempo busca darle un giro a ese ánimo en medio de una ola posmacrista. La obra intenta suturar las heridas de la derrota a fuerza de autocríticas sobre la gestión y una perspectiva sobre el futuro. Lo que no menciona, salvo en esa frase que utilizó para contestarle al premio Nobel Mario Vargas Llosa, es que Macri imagina un caos económico y social en el horizonte próximo.

«Cree que el país está muy mal, sin rumbo, ni plan estratégico o económico. Que hay una emisión desmedida y que, cuando liberen las prohibiciones de despidos y el cepo, va a ser un caos porque nadie va a canalizar el descontento», confió un interlocutor estrecho de Macri. Y sin ruborizarse completó: «Quizás lo hace por autodefensa, pero cree eso».

Una fuente vinculada a la elaboración del texto tomó distancia de la «teoría del caos». «Lo de la crisis está por verse. La decisión de postergar todas las decisiones difíciles para después de las elecciones sugiere que en algún momento habrá devaluación, pico inflacionario, aumento de tarifas», vaticinó. En su razonamiento, «con estas tarifas, este cepo-brecha y esta prohibición de despedir no se puede vivir eternamente. Más allá de lo que pase con las vacunas y la posible segunda ola del virus. Cómo manejará el gobierno esa crisis es la gran pregunta», respondió.

Más allá de las lecturas (o quizás deseos) que respira el expresidente, la realidad le devuelve una imagen tan amarga como el sabor que dice tener sobre la última etapa de su gobierno. En Cambiemos y el PRO es el dirigente con mayor imagen negativa de acuerdo a los números que consumen. Su descrédito llega al 52% y a principios de año estaba al 60%. Esa merma de ocho puntos es vivida como un buen signo en el macrismo porque mantiene una imagen positiva del 30 por ciento.

La foto de Primer tiempo fue un buen momento para el expresidente en una coyuntura donde no emerge un liderazgo opositor claro. «Con muy poco puede condicionar a los demás», evaluaron desde un sector del PRO que considera a Macri como parte de un pasado que no debería repetirse. Lo cierto es que el exmandatario prepara cuatro o cinco presentaciones más para el resto del año en el interior, con Córdoba y Mendoza como cabeceras confirmadas.

En la primera fila del evento de esta semana estaba el alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y buena parte del exgabinete de Macri, salvo el exministro de Transporte Guillermo Dietrich, que lleva casi dos años en Punta del Este con un escenario judicial complejo que podría empeorar.

Su amigo Larreta fue el principal destinatario de los mensajes de Macri sobre su deseo de pelear por un segundo tiempo. La encargada de llevar adelante esa misión es la titular del PRO, Patricia Bullrich, que peleará este año para regresar a Diputados y en 2023 ambiciona pelear la presidencia. La movida inquieta al alcalde y podría obligarlo a jugar más fuerte para defender su territorio. Una opción podría ser impulsar a María Eugenia Vidal como candidata en la Capital, ante la contienda que se viene con Macri y Bullrich, y la decisión de la dirigente de no regresar a la provincia que gobernó hasta 2019.

El destino de Vidal trasciende las tensiones del PRO. Reviste más importancia que el rol que elige Macri. Interesa mucho en el radicalismo, que este domingo definirá la conducción del Comité bonaerense en una contienda entre el legislador provincial Maximiliano Abad, apoyado por el extitular partidario Ernesto Sanz y el gobernador jujeño Gerardo Morales, frente al intendente de San Isidro, Gustavo Posse, que tiene el respaldo del senador nacional Martín Lousteau y del exministro y empresario Enrique «Coti» Nosiglia. En esas latitudes esperan un final abierto este domingo y ven la obra de Macri como un libro que forma parte de la interna del PRO, pero que no se condice con las reales posibilidades electorales que puede tener el expresidente. Lo ven muy lejos de una candidatura y con más capacidad de daño que efectividad para mantener unida a la coalición. Con matices, la UCR prefiere convivir con Larreta y dirimir los liderazgos en primarias. Y si el apellido Macri no aparece en ninguna boleta, mejor aún.