La caída de Dilma Rousseff del gobierno de Brasil puede complicar, aún más, el horizonte financiero que tiene el presidente Mauricio Macri para que «el segundo semestre» de su primer año de gestión muestre algún signo de recuperación económica. Desde que llegó a la Casa Rosada, el flamante mandatarario ha profundizado sus gestiones para destrabar un crédito de 9000 millones de dólares que CFK había acordado con el Banco Nacional de Desarrollo del Brasil. El préstamo estaba destinado para obras de infraestructura e incluía, entre otros planes, el soterramiento del ex ferrocarril Sarmiento. Detrás de esa licitación hay una serie de problemas de incompatibilidad para Macri, especialmente porque su primo Angelo Calcaterra, dueño de la constructora IECSA S.A., es uno de los empresarios que se adjudicaron la obra junto a Lázaro Báez. Sin embargo, esa es sólo una parte del problema. La principal, admiten dentro del Gabinete económico, es que esos 9000 millones son una parte del dinero que necesita el gobierno para abordar la expectativa del «segundo semestre» que el propio Macri instaló públicamente para transitar sus primeros meses de gestión.
El interés por ese crédito no es ninguna novedad para el presidente. Fue uno de los motores del primer viaje que realizó al Planalto y a San Pablo seis días antes de desembarcar en la Rosada. «Confío plenamente en las instituciones de Brasil, es un país fuerte  que ha demostrado a lo largo de las últimas décadas una consolidación de su sistema democrático», dijo entonces como presidente electo, antes de ser recibido y condecorado por los industriales paulistas, agremiados en la FIESP y presididos por Paulo Skaf, dirigente del PMDB, el partido de Michel Temer quien, por entonces, venía de quitarle el apoyo a Dilma, a pesar de haber formado parte de la alianza gobernante. «Veo a Macri como la oportunidad para el retorno de las operaciones brasileñas a la Argentina», prometió Skaf. Ahora que Temer ocupa el lugar de Dilma, llegó el momento de revalidar esos títulos que el PMDB  y los industriales paulistas le dedicaron a Macri hace escasos seis meses atrás. La expectativa, además de las coincidencias ideológicas, fue la razón del comunicado que emitió la Cancillería el jueves pasado para informar que «respeta el proceso institucional que se está desarrollando». Ante las críticas por la omisión diplomática de las acusaciones de golpe, la canciller Susana Malcorra moderó sus palabras al día siguiente. «Si bien se puede argumentar que la legalidad está cumplida, hay muchos que tienen una seria cuestión respecto de la legitimidad del proceso. Entonces, cuando uno empieza a debatirse entre  la legalidad y la legitimidad, se pone en una situación muy compleja», cintureó . La funcionaria será propuesta por Macri para disputar la Secretaría General de la Organización de las Naciones Unidas, donde se desempeñó hasta noviembre como jefa de Gabinete de Ban Ki-Moon. En la batería de intercambios que mantienen Buenos Aires y Brasilia, el voto brasileño a favor de Malcorra entre los 9 postulantes también será parte de la nueva relación con el flamante presidente Temer, que ya anunció su deseo de visitar la Argentina durante una confusa entrevista en la que creyó estar en diálogo directo con Macri.
En los cálculos que manejan distintos empresarios a partir de la información que analiza el gobierno, harían falta entre 25 mil y 30 mil millones de dólares para llegar hasta fin de año. «Unos 8000 para infraestructura, otros 8000 para financiar obras de infraestructura y otros 8000 para tapar agujeros», explicó ante la consulta de Tiempo un funcionario nacional que reconoció, en el anonimato, la importancia de que el crédito brasileño salga del estancamiento. En las mismas oficinas circula otro rumor que contradice al discurso público del presidente: la posible firma de un nuevo acercamiento con el Fondo Monetario Internacional, que podría aportar otro monto. Una parte de ese vinculo ya comenzó, desde que el país aceptó nuevamente que el FMI revise sus cuentas.
El capítulo brasileño del nuevo endeudamiento argentino tendrá sus obstáculos. Dos de ellos son el flamante ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, y el nuevo canciller José Serra, reconocido detractor del MERCOSUR. Para sortear ambos problemas y anticiparse a una visita de Temer, Malcorra podría viajar a Brasilia para tomar el primer contacto con la nueva administración del Planalto. Será un viaje más para la canciller que, según dicen los funcionarios diplomáticos, «está en plena campaña». La incógnita que queda por saldar es si todos los gestos diplomáticos que ha tejido podrán evitar que el famoso «segundo semestre» se transforme en un mal trago, justo antes del arranque del año electoral que se avecina. «