El vicecanciller Carlos Foradori intentó explicar el desaguisado que resultó el documento que firmó con su par británico, Alan Duncan. El funcionario buscó bajarle el tono al texto al sostener que no era un acuerdo ni un tratado sino un simple comunicado de prensa. Demasiada inconsistencia terminó por incrementar las críticas de la mayoría de la oposición, lo que provocó que el oficialismo reaccionara de dos formas. Por un lado, le marcó diferencias de manera poco diplomáticas y, por otra parte, ante la escases de argumentos políticos-intelectuales propios, se aferraron a las manifestaciones favorables que les concedió Margarita Stolbizer. Ahora resta esperar que se concrete la presencia de la canciller Susana Malcorra ante los diputados.

No la pasó bien Foradori a pesar de que supo mantener su rostro imperturbable. “Las Malvinas son argentinas”, dijo el vicecanciller al abrir su exposición y en el salón donde se reunieron los diputados que integran la comisión de Relaciones Exteriores la frase sonó a una verdad de Perogrullo. Luego buscó aclarar que lo rubricado con Duncan no se trataba de un acuerdo o tratado porque éstos deben contar con la aprobación del Congreso. “Es un comunicado conjunto y establece una hoja de ruta y algunas premisas, pero de ninguna manera tiene carácter vinculante porque para eso debería tener un nivel de detalle que no tiene este comunicado conjunto. Y además debería tener firmas”, señaló Foradori que a esa altura con sus palabras más que aclarar oscurecía los rostros de los legisladores.

Elisa Carrió, presidenta de la comisión de Relaciones Exteriores, se movía incómoda en su silla y no sabía si colocarse o quitarse los anteojos espejados que sacó de su cartera. Luego se decidió y jugó el rol del policía malo y bueno al mismo tiempo.

Foradori continuó con su perorata asegurando que el diálogo con Inglaterra es parte de la vieja estrategia diplomática argentina por lo que el documento lo que pretendió fue “reencauzar el diálogo” pero que para ello “se deben remover obstáculos”. En esa vieja estrategia, más específicamente la desarrollada durante la década menemista, el apellido Foradori no es extraño.

Llamó la atención que hubo una palabra que no existió en el discurso inicial de Foradori.Nunca se escuchó de su boca “usurpación” y mucho menos unida a “del territorio argentino”. Es más, se limitó a decir que el ítem de la ahora denominada “hoja de ruta” que acordó con Duncan y que se refiere a pesca, hidrocarburos y vuelos hacia y desde las islas deberán ser motivo de negociaciones y acuerdos específicos donde el Congreso tendrá participación.

Pero hubo que esperar hasta el momento de las preguntas de los diputados para que Foradori reconozca que la explotación de los recursos naturales en las islas también es parte del histórico reclamo de soberanía. Habían transcurrido más de dos horas de debate.

Ese momento, el de las preguntas, fue tal vez el más crítico para el funcionario y los legisladores oficialistas. El kirchnerista Guillermo Carmona no pudo ocultar su enojo cuando reconoció estar “mucho más preocupado después de escucharlo que antes; raya la indignación lo que tengo en este momento. Porque usted ha comparado las posiciones de Argentina con Malvinas con lo que pasa en Corea del Norte. Ha comparado la agenda positiva de Argentina con el mundo, con Gran Bretaña, con otros Estados, como si fueran lo mismo… ¡Lamentablemente los argentinos padecemos la usurpación de una parte de nuestro territorio nacional!”, dijo casi gritando.

La legisladora correntina Araceli Ferreyra, ahora en el Movimiento Evita, aportó lo suyo cuando quiso saber de quién fue la idea de redactar el documento con el vicecanciller británico. Foradori intentó escapar de la responsabilidad diciendo que “yo he sido calificado como funcionario de segunda. Es obvio que uno no puede tomar decisiones unipersonales”. El tema es que en los pasillos del Ministerio de Relaciones Exteriores el staff diplomático afirma sin dudar que Foradories es el verdadero ministro porque Malcorra es “un fantasma” que ocupa los días en su campaña para la secretaría general de la ONU.

El clímax del encuentro llegó cuando el vicecanciller afirmó que el presidente y la canciller son los únicos que “tienen plenos poderes” para firmar un acuerdo con otro país. Ahí la que reaccionó molesta fue Carrió quien prendió su micrófono para decirle, sin esperar que Foradori termine su oración, “acá nadie tiene plenos poderes. Ahí la que reaccionó molesta fue Carrió quien prendió su micrófono para decirle, sin esperar que Foradori termine su oración, “acá nadie tiene plenos poderes. El Congreso es un poder independiente. Es una prepotencia de poder que esta presidenta y el Congreso se entere por los diarios de lo que usted dialoga con Gran Bretaña. Así como ustedes pueden avanzar, nosotros podemos retroceder”. El funcionario sin mirarla intentó continuar con su exposición pero Carrió, que al parecer no tomó en cuenta que su micrófono continuaba activo, dijo mirando al presidente del bloque Cambiemos, Mario Negri (UCR): “Decile que se calle porque dice estupideces”. Poco después y ya casi hacia la finalización de la reunión, también con el micrófono abierto, Carrió le dijo a Foradori que “te tuve que retar para equilibrar”.

El otro opositor que cargó contra los dichos del funcionario fue el massista Alejandro Grandinetti. Este se negó a que Foradori le bajara el tono al documento en cuestión. “Se usa en más de una vez la palabra acuerdo y usted bien sabe que esa palabra tiene tanta importante que existen tratados internacionales que determinan su significado y alcance porque refleja la voluntad de las dos partes”. Por otra parte, le reclamó más precisión en lo que se firma y afirma porque al no especificarse que el conflicto por la soberanía es entre la Argentina e Inglaterra “puede dejar de lado la supuesta autodeterminación de los isleños a la que recurre el Reino Unido”.

La paradoja de la reunión fue que el auxilio al funcionario no llegó de mano de los diputados de Cambiemos sino de Margarita Stolbizer. La representante del GEN primero golpeó al considerar que los dichos del presidente Mauricio Macri en Nueva York, sobre la luego desmentida aceptación del gobierno británico para sentarse a negociar la soberanía de las Malvinas, fueron “un papelón”. Tras el cachetazo vino la palmada al sostener que el documento firmado por los vicecancilleres “por primera vez en la historia incluye la disputa por la soberanía y eso es positivo porque Inglaterra nunca lo había aceptado”. A pesar de las quejas del resto de los legisladores de la oposición, Stolbizer continuó al destacar la intención del gobierno de “humanizar la relación con los que viven en nuestro territorio (las Islas Malvinas)” para luego reclamar, desde una mirada comercial, que la Argentina “haga los negocios que hacen Chile y Uruguay que atienden y arreglan los barcos y necesidades de las islas”. Palabras mágicas resultaron las de Stolbizer para los oficialistas que adhirieron, casi en su totalidad, como ocurrió con el macrista Eduardo Amadeo.

El resultado de la reunión no aplacó los ánimos de la oposición y, como afirmó Carmona, van a insistir con la presencia de Malcorra en este mismo espacio o, si no llegara a concretarse, propondrán una interpelación en el recinto.