A un mes de haber proclamado la libertad individual de portar armas, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, brindó una conferencia de prensa para destacar que esta vez no hubo represión en una movilización política. “La convivencia pacífica” que elogió la funcionaria se realizó a base de militarización de las calles y vaciamiento forzoso de la Ciudad por la desactivación del trasporte público.

Distintas organizaciones políticas de Derechos Humanos que integraron la Confluencia No al G20 FMI se reunieron tres veces con Gerardo Milman, el jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad de la Nación. Allí se acordó un recorrido, que fue respetado por ambas partes.

Las calles que rodeaban el cruce de 9 de Julio y la Avenida San Juan estaban militarizadas con efectivos de la policía Federal y Gendarmería. Las vallas tapaban todas las bocacalles que cortaban ambas arterias. Atrás de cada una había una veintena de efectivos de seguridad. A cargo de la Prefectura quedó la custodia del vallado principal, en Avenida de Mayo, donde la movilización dobló forzada hacia el Congreso, lejos de Costa Salguero pero también de Plaza de Mayo.

Sobre San Juan, el primer tramo de la marcha, los efectivos estaban vestidos con uniformes ignífugos, adquiridos para la ocasión, rodeados de carros de transporte de detenidos. Un fino pasillo los dividía de los manifestantes que caminaban por el centro de la avenida.

La movilización reunió a las organizaciones de izquierda y también a movimientos sociales, como el Frente Popular Darío Santillán, la Ctep, Seamos Libres y Patria Grande, entre otros. La concurrencia fue de dirigentes y militantes, pero sin niños ni vecinos que integren espacios barriales más amplios. Se desplegó un activo dispositivo de seguridad en el espacio público durante toda la movilización y mantuvieron activo un esquema de asistencia legal en caso de detenciones.

Fue una marcha ideológica, sin reivindicaciones sectoriales, de repudio a las grandes potencias y el despliegue de sus políticas neoliberales en el mundo. Así lo expresó Nora Cortiñas al leer el documento de pie, sobre la vereda de la Plaza de los Dos Congresos. Tras el aplauso final, la desconcentración abría un último interrogante: ¿saldrían a pudrirla y cazar militantes otra vez? Nada de eso. Sólo un acompañamiento cada vez más sutil hacia las zonas de desconcentración. Eran las 7:30 de la tarde y gran parte de los manifestantes se relajaban en la puerta de la Correpi. Un helicóptero de la federal todavía sobrevolaba arriba de ellos. «