Por segunda vez en tres meses el presidente Mauricio Macri anunció un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. La forma y el contenido fue casi idéntico: mensaje breve, sin detalles, sin números, sin plan. Puro voluntarismo y meteorología. La diferencia entre el mensaje del 8 de mayo y el del miércoles es que el primero se emitió por Facebook y el segundo por YouTube.

Fetichistas tecnológicos, los muchos y bien pagos asesores de comunicación del presidente quizá hayan creído que cambiar de red social modificaría el resultado.

No funcionó.

Al término de la jornada cambiaria la devaluación del peso alcanzó un nuevo récord y los “mercados” acentuaron su castigo contra los activos argentinos. “Es un problema de confianza” había dicho más temprano el presidente. Si así fuera, la respuesta fue clara: los dueños del dinero ya no le creen nada. Y están dispuestos a quedarse con todos los dólares que el gobierno ponga a su disposición.

El oficialismo, por cierto, viene siendo más que generoso. En lo que va del año, la formación de activos externos (aka “fuga de capitales”) sumó unos 22 mil millones de dólares. Casi lo mismo que en todo el año anterior. La aceleración de la fuga fue financiada con reservas del Banco Central, que quemó el 30 por ciento de sus tenencias en divisas en cinco meses: 5100 millones de dólares en abril, 6500 millones en mayo, 3 mil millones en junio, otros 3 millones en julio y cerca de 5 millones en agosto.

El drenaje impuso una certeza -los dólares disponibles con alcanzan hasta el final del mandato PRO- y un fantasma: el default.

Macri intentó aventar esa sombra poniendo sobre la mesa los 32 mil millones remanentes del acuerdo con el FMI, pero la réplica del “mercado” fue contundente: el peso se devaluó 7,5 por ciento en cinco horas.

El próximo paso, sugieren usinas oficiales, es pedirle asistencia al Tesoro de los Estados Unidos. Según se especuló, el propio presidente formalizaría la solicitud a mediados de septiembre, cuando viaje a Nueva York para participar de la Asamblea anual de la ONU.

La asistencia económica directa de Estados Unidos no tiene precedentes en la Argentina, pero sí en otras latitudes. Los últimos datos oficiales disponibles son del 2016. Ese año, el tesoro otorgó asistencia financiera a 142 países por un total de 48.400 millones de dólares. Los principales receptores fueron Irak, Afganistán e Israel, países que tienen significado estratégico económico y militar para EE.UU.

¿Argentina tiene ese status para el Departamento de Estado? ¿Acaso los pertrechos logísticos y humanos que prometió remitir el Comando Sur para que el país libre “la guerra contra el narcotráfico” vienen con un cheque en sus alforjas?

Si así fuera, el gobierno tampoco debiera esperar mucho: Israel, que opera de enclave estadounidense en medio oriente, recibe unos 3 mil millones de dólares al año, y la mayor parte de esos fondos son destinados a ayuda militar.

En el remoto caso de que Macri obtuviese la misma cifra que recibe Israel, el gobierno aún debería juntar otros 4500 millones de dólares para cubrir las necesidades financieras de 2019.

¿De dónde saldrá esa plata? Por lo que dijo, Macri cree que los “inversores” volverán a financiar a la Argentina cuando el país demuestre que está en condiciones de devolver lo que ya pidió. Habrá que verlo. Lo que ya se puede observar, en cambio, son las consecuencias económicas del mix de impericia y saqueo que prohijó el programa económico que impulsó -y aún propone- el gobierno: la deuda pública trepó al 80% del PBI, la actividad económica se derrumbó 7 por ciento en junio, la inversión cayó a niveles de 2011, la actividad industrial Pyme se redujo un 7,5% en un trimestre y los productos de consumo masivo acumulan aumentos del 100 por ciento en un semestre.

Las consecuencias sociales, por cierto, también son palpables. Crecimiento de la pobreza, expansión del desempleo asalariado, destrucción del mercado interno por la caída del poder adquisitivo, reducción de los planes de subsistencia, mayor fractura social.

El presidente, sin embargo, dijo en su breve mensaje del miércoles que mantendrá el rumbo. Y que va a “cuidar” de los argentinos. Mal momento para prometer protección patriarcal. ¿Sus asesores no le avisaron qué le está pasando al patriarcado?