La apuesta pudo parecer potente. El objetivo era construir mayorías. Se desplegó un discurso difuso, que intentó caminar por el medio de la Avenida 9 de Julio. El recurso brindaba la posibilidad de captar deseos contradictorios, tan comunes en el electorado, como el de pretender bajar los impuestos y, al mismo tiempo, mejorar la educación. La fría realidad electoral demostró que la ancha avenida del medio terminó transformada en un pasaje de barrio. Allí están caminando Sergio Massa, en la provincia de Buenos Aires, y Martín Lousteau, en Capital Federa. El recorrido de ambos fue muy diferente, pero el destino los llevó a terminar en el mismo dilema. 

En el entorno de Massa sostienen que la apuesta actual del tigrense es mantenerse en los dos dígitos, no bajar del 10%, con el único objetivo simbólico de salvar la ropa. ¿Para qué? Para «volver al peronismo» con algo mínimo para mostrar. El tigrense tiene la mira puesta a esta altura más en el lunes 23 de octubre, que en el domingo 22. 

El diputado nacional, que hace cuatro años vivió su momento de gloria, cuando sacó el 43% en territorio bonaerense, supone que Cristina Fernández va a quedar en segundo lugar, detrás de la lista de Cambiemos. La hipótesis no es muy arriesgada. Las PASO fueron parejas y son una fuente de información de una enorme precisión sobre las preferencias del electorado, algo que siempre puede aprovechar mejor el oficialismo que la oposición. Se puede hacer un barrido de cada sección electoral, mesa por mesa. La maquinaria comunicacional del PRO ya lo hizo y están aplicando, fieles a su cultura empresaria, un marketing milimétrico vía redes sociales. A eso hay que sumarle la obra pública que se aceleró para la campaña, los recursos económicos que brinda manejar el Estado, y el 90% de los medios de comunicación a favor. Con todos esos resortes en la cancha, el pronóstico de que Esteban Bullrich ganará, aunque sea por poco, no es una hipótesis muy audaz. 

Volviendo a la apuesta de Massa, basado en esta visión, el discurso de esta segunda parte de la campaña se peronizará. Hablará más de los efectos del ajuste que del gobierno anterior. La fundamentalista anti K Margarita Stolbizer ya pasó a un plano de actor de reparto. «Massa tiene claro que no hay avenida del medio», dicen en su entorno. 

Hasta ahora, con el viaje a Davos que hizo con Mauricio Macri al inicio de su mandato, y el  apoyo al gobierno en el Congreso Nacional, su objetivo era sacarle votos a Cambiemos. Ofrecerse como una opción anti K con más «sensibilidad social». La apuesta terminó teniendo el efecto inverso. Macri le sacó votos a él. Ahora dio el volantazo para volver al viejo y nunca bien ponderado Partido Justicialista, en el que el debate está en pleno despliegue. Massa supone que si Cristina pierde, aunque saque un gran caudal de votos, la búsqueda de un nuevo liderazgo será inevitable, y para anotarse hay que poner los pies en el plato. 

Es singular que crea que con sus 10 o 12 puntos que tiene, según indican la mayoría de las encuestas de las últimas semanas, podrá pedir la antorcha que lleva quien sacó 34 en las primarias, con la teoría de que Cristina no puede pasar de ahí. 

El rulo

Martín Lousteau estuvo a punto de asestarle un golpe mortal al proyecto presidencial de Macri en 2015, cuando casi gana la Ciudad en el balotaje para la elección de jefe porteño. Luego se volvió embajador de Cambiemos. Meses después renunció para pedir que lo dejen armar una PASO y, al final, terminó relegado a caminar por el angosto pasaje de las terceras fuerzas. 

Su apuesta electoral no es muy distinta de la de Massa. Sacó 13 puntos en las Primarias porteñas en las que Elisa Carrió, cual huracán del Caribe, arrasó, logrando un nivel de cohesión del voto no peronista pocas veces  visto en una Ciudad mayoritariamente antiperonista. 

El proyecto del radicalismo porteño, liderado en las sombras por Enrique Coti Nosiglia, quedó profundamente herido. La apuesta era que con Lousteau la UCR podría, en 2019, volver a ganar y gobernar un distrito que durante muchos años consideró «propio». 

En el entorno del ex ministro de Economía, señalan que desplegará una estrategia bifronte. La periodista Débora Pérez Volpin, que encabeza la lista de legisladores porteños, se dedicará a criticar la gestión de Horacio Rodríguez Larreta, algo que hasta ahora había hecho Lousteau. Mientras tanto, el exembajador en Estados Unidos se ocupará del escenario nacional, poniendo el acento en criticar al kirchnerismo. Esto demuestra que el equipo de campaña llegó a la conclusión de que sólo puede intentar morderle votos a Carrió. Nada más. «