Milagro Sala lleva seis años y siete meses detenida de manera arbitraria. Su arresto–en enero de 2016– se fundó en una acusación por dirigir un acampe frente a la gobernación de Jujuy, donde acababa de desembarcar el actual gobernador jujeño, Gerardo Morales. Luego llovieron las denuncias, los testigos comprados, las operaciones mediáticas. Está acusada de comandar una supuesta asociación ilícita y tiene otras 17 causas en su haber. La dirigente social sigue afirmando que Morales puso en marcha una persecución de la que todos saben pero nadie interviene.

–Cuando se conoció la noticia de su internación, Alberto Fernández fue de los primeros en visitarla. Teniendo ese gesto, ¿por qué considera que no interviene en su caso?

–Esto no es solo problema del presidente. Esto es una cuestión que abarca a todo el aparato estatal. Ningún diputado o senador viene a ver qué está pasando en Jujuy. Esto no es nada nuevo. Muchas organizaciones sociales, que no tienen nada que ver con la Tupac Amaru ni conmigo, salieron a decir que la justicia de Jujuy es parcial y responde a los pedidos de Gerardo Morales. El gobernador maneja los tribunales como él quiere. Si los jueces no quieren obedecerlo, son destituidos con juicios políticos. Desde hace mucho denuncio estos manejos, pero a nadie parece importarle. Cuando asumieron Alberto y Cristina pensé que la persecución iba a parar. Sin embargo está cada vez peor porque nadie interviene. Lo único que quiero es que revisen la Justicia de Jujuy.

–¿Se siente poco respaldada?

–Hay muchos compañeros que hacen actividades y me dan fuerza para seguir adelante y hasta me sacan una sonrisa. Pero del otro lado no se detienen. Me hostigan e inventan causas en las que involucran a otras personas solo porque tuvieron contacto conmigo. No sé hasta dónde quieren llegar con esta agonía que nos están haciendo vivir. Estamos completamente desprotegidos. Muchas veces intentamos hablar y pedimos por favor que nos escuchen, pero nadie nos cree. Ellos inventaron tanto que le hicieron creer a la gente que lo que dicen es verdad. ¿De qué sirve que una se haya dedicado a ser honesta durante toda su vida si ellos se encargan de desprestigiarte?

–¿A quiénes se refiere?

–Las cabezas de la provincia, los nuevos ricos de Jujuy. Me investigan y usan a los medios en mi contra.  Pero ¿por qué nadie investiga las mansiones que se construyeron los hijos de Gerardo y Freddy Morales? Porque la orden está puesta en que me destruyan a mí, a la negra coya. Con mi organización hemos construido cientos de obras que le mejoraron la vida a miles de jujeños. Ellos tienen infinidad de proyectos sin terminar, sin embargo los corruptos somos nosotros.

–Esta semana hubo pruebas de las arbitrariedades judiciales…

-En la audiencia, del pasado 18 de agosto, Jorge Luis Ruiz, un extrabajador de la Justicia, declaró que en dos ocasiones lo presionaron para que declare contra Alberto Bellido, abogado de la Tupac Amaru, en la causa que investiga la pérdida de un expediente. Como se negó a mentir, en 2019 lo dejaron sin trabajo. En ese mismo testimonio sostuvo que, antes de presentarse nuevamente en el tribunal, lo volvieron a tentar y le dijeron que le iban a devolver el trabajo y recibiría el pago por los años que no trabajó. Todos sabemos que Morales ofreció plata y contratos para que muchos me apuntaran con el dedo.

–El domingo pasado su ex mano derecha la denunció en los medios, ¿por qué?

–Lamentablemente, Shakira (Mirta Guerrero) es una víctima de Gerardo Morales. No puedo hablar mal de ella porque sé que la han quebrado. Estuvo seis años presa y ahora la compraron. También intentaron con Graciela López, pero no pudieron. Ella misma denunció que una funcionaria de Morales le ofreció trabajo a cambio de su testimonio. Además, le dijeron que le iban a dar un «libreto» para que sepa exactamente qué decir. Desde el 2017 todos los arrepentidos usan el mismo relato, eso no es casual. Morales maneja la justicia. Él es el que juzga, el que baja el martillo y el que te encarcela. Desde que llegó al poder, en Jujuy mandan los operadores políticos y los servicios de inteligencia.

–¿Por qué considera que se extienden estas prácticas?

–Porque son impunes. Ellos creen que pueden hacer lo que se les canta y nadie les va a decir nada. Morales me usa para hacer campaña en Buenos Aires. Ahora dicen que tengo dólares y cuentas bancarias en el exterior. Si tengo todo eso ¿por qué no pueden demostrarlo? Me han acusado de cualquier cosa, pero ya basta, todo tiene un límite. Una cosa es que seamos rivales políticos, pero otra es que lleguen a maltratarme al punto de que quiera atentar contra mi propia vida.

¿Hay alguien que pueda actuar frente a los hostigamientos que denuncia?

–A mí me gustaría hacer una denuncia pero ¿de qué sirve hacer esto en Jujuy si todos los jueces están con Morales? Los pocos que creen en mí dicen que no pueden recibir las denuncias. Cualquier recurso que pueda llegar a presentar debe hacerse afuera de Jujuy, porque adentro nadie me escucha.

–La Corte Suprema tiene en revisión la sentencia de la causa «Pibes villeros» desde el 2020, ¿por qué considera que aún no se expidió?

–Sinceramente, lo que diga la Corte, para bien o para mal, me tiene sin cuidado. Porque aunque la resolución del tribunal sea favorable, en Jujuy sigo teniendo otras 17 causas, todas armadas por el jefe de los fiscales de Jujuy, Sergio Lello Sánchez.

–¿Cómo está emocionalmente en este momento?

–Le voy a contar una intimidad: fui muy feliz cuando empezó a gobernar Néstor Kirchner, porque él vino a cumplir con las demandas por las que los 30.000 desaparecidos dejaron sus vidas. Muchas veces celebré no haber vivido activamente durante los ’70, porque seguramente hubiese sido una víctima más. Sin embargo, siento que en este momento estoy viviendo algo similar. Hoy puedo terminar de comprender todo ese sufrimiento. La peor tortura no es solo la física, los moretones se van dentro de un par de semanas. Lo que es imposible de borrar son las consecuencias psicológicas que deja el hostigamiento constante. Sin dudas, en Jujuy estamos viviendo una dictadura porque nadie puede cuestionar a nuestro gobernador sin que lo metan preso.   «