Con el anuncio presidencial de la intervención y, previa discusión en el Congreso, expropiación de la empresa Vicentin, reapareció en la agenda pública el concepto de soberanía alimentaria. Para hablar sobre ello, Tiempo se contactó con la histórica nutricionista, investigadora y militante Miryam Gorban, con dos doctorados Honoris Causa (UBA y UNR) recibidos por su trabajo pionero sobre el tema en Argentina. Lo primero que explica es que se trata de un término político nacido de los movimientos sociales de la vía campesina, y que la medida tomada por Alberto Fernández es un paso “hacia” la soberanía alimentaria, que implica “la producción de alimentos seguros, sanos y soberanos para alimentar al pueblo”.

Gorbán explica que “este es un pasito hacia la soberanía alimentaria, no podemos hablar acabadamente de ello hasta que los productores familiares no tengan acceso a la tierra, mientras no dejemos de fumigar las escuelas y dejemos de producir con agrotóxicos y venenos, que nos llevan a una economía drogadicta. El concepto es político y abarca la autonomía y la autosuficiencia alimentaria, es decir, la producción de alimentos seguros, sanos y soberanos cambiando el modelo productivo por uno basado en la agroecología”.

–Pero lo de Vicentin no parece muy ligado a esto último.

–No, pero si damos este paso, le damos un hachazo a la espina dorsal monopólica y oligopólica del comercio de granos. Al mismo tiempo podemos tener una empresa pública que nos haga de guía en el control de los precios. Este es un problema porque los formadores de precios son los que generan la inflación que estamos sufriendo y que limita el acceso a una alimentación correcta. El tema no es sólo que se expropie, sino que se convierta en una empresa pública que tenga como brújula la soberanía alimentaria y un cambio en el modelo productivo. Es positivo primero porque rescatamos dinero, porque ha sido el Estado el que le dio el dinero para que creciera de forma inusitada, entonces el Estado debe recuperar su dinero y los productores deben cobrar. Esto último hay que tenerlo en cuenta porque es lo que está en riesgo junto con miles de puestos de trabajo, y otro riesgo es que se siga concentrando monopólicamente el sector. Prestemos atención a que nada menos que Cargill, Dreyfus y José Luis Manzano (exministro de Carlos Menem), aliado a otras transnacionales, buscaban comprarla por monedas, estaban como buitres sobre la carroña.

–Es importante para el Estado tener una empresa de estas características.

–Claro, es importante en tanto puede funcionar como una empresa testigo, que nos va a servir para evaluar el tema de los precios y de la exportación, que es una gran vía de fuga de divisas, que tanto necesitamos. Y hay que señalar que esas multinacionales estaban interesadas en concentrar más el mercado, en seguir evadiendo divisas e influyendo en los problemas que tenemos con el valor del dólar y de nuestras reservas. Esto tiene que hacernos reflexionar que estamos en lo correcto.

–Usted mencionó la alimentación correcta, que fue un tema que también surgió antes de la pandemia con la tarjeta Alimentar.

–Sí, se están recuperando conceptos importantes. Es que nosotros tenemos problemas de acceso a la alimentación, porque con salarios deprimidos y con la inflación los argentinos no tenemos garantías de acceso a una alimentación sana, sino a los alimentos altamente industrializados, que son ultraprocesados, porque son más baratos y nos lo venden con muchas etiquetas de colores, pero que no son realmente sanos.

–¿El alimento sano sería el agroecológico?  

–No solamente, las verduras y verduras frescas, la carne, los lácteos, estos son los alimentos que integran nuestra canasta alimentaria. Pero básicamente no deben estar fumigados. Si no prohibimos las fumigaciones y la producción con veneno eso nos afecta profundamente, porque nos hace dependientes de esos venenos. La creación de la dirección de Agroecología y la designación como director del ingeniero agrónomo Eduardo Cerdá es algo histórico, así como el intento de cambio de rumbo que se intenta en el Mercado Central. Son pasitos, cuando los completemos vamos a ver la salida del túnel.

Gorbán se muestra optimista por el camino que empieza a recorrerse: “Es una noticia que nos alegró a todos los que combatimos en este país por una soberanía y una autosuficiencia alimentaria. Tenemos la paradoja de que se importan alimentos que se producen acá mismo. Esa es una gran contradicción. Además de la falacia de decir que producimos alimentos para 400 millones de personas, eso no es así. De hecho, se tuvo que implementar un plan contra el hambre, porque con el monocultivo se producen esencialmente commodities, que sólo parcialmente nos provee de alimentos, porque sobre todo va a los animales y a los automóviles, a través de los biocombustibles. Es una competencia desleal con nuestros estómagos. El destino de la producción de alimentos es un tema global. En Estados Unidos, el 70% de maíz que producen lo transforman en combustible, eso impactó directamente en el precio de los alimentos en base al maíz, por ejemplo en México, y han creado un problema inflacionario.

–El desmonte y la expansión de la frontera agrícola ya no responden a intereses alimentarios.

–No, se expande en función de otros intereses que les dan mayor rentabilidad. Nosotros éramos productores de trigo y carne, pero se ha retrocedido, especialmente en la década de 1990, por la rentabilidad de la soja, en ese momento la tonelada andaba por los 700 dólares pero hoy está en 300. Ya no es el mismo negocio, por eso encontrás a los Grobocopatel que empiezan a pensar en la rentabilidad de la agroecología.

–Entonces, es correcto hablar de soberanía alimentaria en este contexto.

–Sí, es un paso en ese sentido, en la medida en que profundicemos, es un pasito tímido, pero está. Es una disputa, ya que pone el tema de la alimentación en el centro de la discusión pública. Estamos en medio de una pandemia que agrava el problema y que no vino del espacio exterior, sino que es el producto de un modelo productivo a nivel global, que está asociado a la crisis climática y el quiebre del equilibrio agroecológico. Nos tenemos que afirmar en los pasos positivos que se están dando y defenderlos porque las presiones para torcer el rumbo son tremendas. Hablar de soberanía alimentaria nos lleva a plantear el tema de la autosuficiencia alimentaria y no de commodities. Autosuficiencia basada en nuestras guías alimentarias, lo que mencioné antes, verduras, frutas, cereales, carne, no comemos soja. Y no nos olvidemos que tiempo atrás tuvimos la campaña de la soja solidaria que rechazó la sociedad y por la que nos quisieron meter la soja a través de las escuelas. Es una historia larga, vamos en la dirección correcta.