“En el 2007 me dio un infarto y esto me había atormentado siempre, siempre metido en la cabeza. Los primeros años más de una vez me desperté por esto mientras dormía. Zafé y me dije que no me podía llevar esto conmigo. Si me hubiese pasado algo, esto no se hubiese sabido nunca”, contó al declarar como testigo el ex conscripto Hugo Travi durante el juicio oral por crímenes de lesa humanidad en el Regimiento de Infantería 6 de Mercedes.

Travi estaba haciendo el servicio militar obligatorio en el Regimiento cuando el 10 julio de 1976 los levantaron a las 2 de la mañana para participar de un gran operativo. Los subieron a camionetas y los bajaron en una zona de quintas y fábricas de la localidad de San Andrés, en el partido de San Martín.

Estaban acostumbrados a hacer operativos de retenes en la zona pero esta vez era diferente. El trato de sus superior era muy cordial, los dejaron fumar y varios de los oficiales estaban vestidos de civil. No lo sabía aún, pero se trataba de un gran operativo en una imprenta del PRT ERP que funcionaba de manera clandestina en el subsuelo de una casa.

El grupo de tareas había secuestrado y torturado días antes a un dirigente del ERP, Pablo Pavich, y habían logrado dar con la casa donde se imprimían las revistas partidarias de la organización.

“Nos hicieron bajar, nos dejaron a cada grupo al costado de la camioneta sobre la banquina, esperando. Esperamos un rato largo, hacia mucho frío y era de noche. Yo estaba con un par de soldados y el subteniente (Horacio) Linari. Llegan dos autos y viene caminando alguien de civil. Lo veía conocido, pero no lo reconozco. Cuando se acercó, se agachó sobre la banquina y empezó a hacer un planito en la tierra y a decir cómo iba a ser la operación. Íbamos s hacer un cerco. Cuando se pone de pie, me doy cuenta de que es el subteniente (Emilio) Morello, que estaba con peluca y de civil”, relató.

Morello, un ex carapintada y diputado del MODIN, es uno de los 6 imputados junto al también ex carapintada Martín Eduardo Sánchez Zinny y Linari, quienes integraron el grupo de tareas del RIM 6 de Mercedes y que están acusados por crímenes cometidos contra 37 personas vinculadas con la redacción, impresión y distribución de las revistas El Combatiente y Estrella Roja, de las cuales ocho fueron asesinadas o permanecen desaparecidas.

“A las 6 de la mañana se adelanta el capitán Cogorno, se pone en la puerta a los gritos: ‘En nombre del Ejército argentino, entréguense’. Ahí llegan los autos de civil, lo corren a un costado, tiran la puerta abajo y empiezan los tiros para todos lados. Se escuchaban itakas…tiroteo. Al rato sale (Serapio) Del Río y dice que está todo bien, que no hay nadie, que se habían escapado y que estuviéramos atentos. Morello nos había dicho que iba a haber personal de civil con un brazalete blanco en el brazo, y la orden era que nadie entraba ni salía del cerco y que primero se tiraba y después se preguntaba”, detalló el testigo ante las consultas del abogado querellante Pablo Llonto.

Después del tiroteo, Travi ingresó a la casa con el Linari, su superior. La casa daba a un galpón y dentro había un galponcito desde el que se ingresaba a un montacargas secreto que bajaba a dos subsuelos, donde se imprimían las revistas Estrella Roja y El Combatiente.

El testigo señaló que en ese momento Morello llegó con un detenido al que identificó como Pavich, quien estaba en muy mal estado, casi no podía hablar: “Lo tenían uno de cada brazo porque no podía ni caminar. Le preguntan qué era lo que seguía, que iban a hacer. Dijo que se iban a entregar, que iban a llamar y se iban a entregar. Suena un teléfono en el galpón. Un teléfono interno que tendrían. Lo atiende Del Río y empieza a los gritos que se van a entregar. Pasaron unos minutos, salen dos muchachos bien vestidos, con saco, pullover, pantalón de vestir. Eran jóvenes, los dos con las manos en alto. A uno se lo lleva hacia el jardín y le dan una paliza durísima. En eso, Del Río se empieza a llevar al otro detenido. Unos de civil que no eran del Regimiento van a buscar un elástico de cama y un balde”.

En ese momento, a Travi lo sacan de la casa. Minutos después, desde la vereda, pudo ver el homicidio de Jorge Emilio Arancibia, una de las víctimas del juicio, cuando intentaba huir de la casa.

“Del Río empieza a gritar “Se escapa, se escapa, abran fuego”. El hombre sale corriendo hacia la fábrica, cuando pasa el portón ahí le disparan (los soldados que estaban afuera) y cae en el piso. Sale Sánchez Zinny que andaba con una itaka recortada. Mientras caminaban empezó a los gritos, que estos son los hijos de puta, que matan a tu madre, a tu hermana.  Empezó a dar una arenga. Cuando llegaron a donde estaba caído, y ahí es la parte que no me olvido nunca más en mi vida, que todavía me atormenta, Sánchez Zinny le vuela la cabeza de un itakazo. Le quedó la cabeza destrozada”, dijo el ex conscripto y comentó que luego el imputado gritó “Viva la patria”.

El testimonio de Travi es clave en el juicio ya que fue a partir de su denuncia que se pudo comenzar a investigar ese caso. Por eso mismo, las defensas intentaron hacerlo entrar en contradicciones y dudas durante las tres horas que duró su declaración.

El debate, que lleva adelante el Tribunal Oral Federal 2 de Comodoro Py, no se puede ver en vivo a pesar de los pedidos de las querellas y del medio comunitario La Retaguardia, por lo que tan sólo pudo ser seguido por un grupo reducido de público al que dejan ingresar a la sala virtual de audiencia. En los últimos días, además, el Tribunal rechazó un pedido de la Defensoría del Público para que se trasmitiera.