El nuevo período político que abrirá la asunción de Alberto Fernández el próximo 10 de diciembre se gestó en medio de un proceso electoral inédito.

La contundente victoria del Frente de Todos en las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 11 de agosto adelantó los plazos en el diálogo de ese espacio con la sociedad. Desde entonces, Fernández debió hacer equilibrio entre el rol de candidato -y luego presidente electo- y las definiciones sobre el rumbo de su futura administración en el marco de una transición cosmética.

Propios y extraños coinciden en que esa secuencia comenzó a agotar el denominado período de gracia de la nueva gestión antes de tiempo.

“La gente más golpeada por el modelo económico-social del macrismo resistió con la expectativa puesta en el cambio. Son los que esperan respuestas más urgentes”, coinciden dirigentes y asesores que por estas horas trabajan en las medidas inmediatas del nuevo gobierno.

La expectiva central está puesta en la economía. ¿Cuál es el ´plazo´ que la sociedad está dispuesta a esperar para juzgar los primeros resultados en esa materia?

Un trabajo de investigación realizado por la consultora Zuban, Córdoba y Asociados hizo foco en ese interrogante. La encuesta fue realizada entre el 23 y el 25 de noviembre pasados sobre una muestra de 1500 casos en conglomerados nacionales y a través de consultas telefónicas (IVR) y vía plataforma web. De la recopilación y análisis de datos también participó la consultora económica Focus Market.

Los resultados del trabajo indican que un 32,1 por ciento de los consultados está dispuesto a esperar un año para ver cambios en el rumbo económico del país; mientras que un 20,6 señala su plazo para ver resultados en apenas seis meses; y un 15, 5 a la mitad de marzo -un trimestre- como su tiempo límite.

Un 19,6 por ciento responde estar en condiciones de aguardar dos años para juzgar la marcha de la economía y un 12,2 por ciento queda en el gris No sabe/No contesta.

El plazo de un año para que el nuevo gobierno muestre resultados o cambios en materia económica suma el 34,6 por ciento de las opiniones entre quienes votaron al Frente de Todos en octubre; mientras que esa posición se reduce al 29,2 por ciento cuando la consulta cruza a los electores que apoyaron a Juntos por el Cambio.

“Un 70 por ciento le da de tres meses a un año para ver resultados, pero hay que matizar esa cifra con la potencialidad que se le asigna a la figura de Alberto Fernández y su futura gestión en materia económica”, precisa Gustavo Córdoba en diálogo con Tiempo.

Y agrega: “Los más esperanzados son los votantes de Alberto y, en simultáneo, hay pesimismo entre los votantes de Macri. Esa una de las claves: el nuevo gobierno debe diseñar una comunicación estratégica orientada a ese segmento de votantes; generar altas dosis de consenso alrededor de las medidas que anuncie”.

El futuro llegó 

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(Foto: Pedro Pérez)


La economía manda en la agenda de las expectativas sociales. Fue el eje ordenador de la campaña electoral que sepultó el sueño reeleccionista de Macri y es el horizonte de cómo será evaluada la etapa inicial del gobierno del frente peronista-kirchnerista.

A poco más de diez días de la asunción de Fernández en el poder, el 37,8 por ciento de los consultados señaló que la inflación es su principal preocupación; seguida por el desempleo (13,8); la pobreza (11,5); la corrupción (10,6) y el endeudamiento (9,5).

El principal problema de la economía del país fue definido por el 52,4 por ciento de los encuestados por el cruce de rubros e ítems tan diversos como las malas políticas públicas, el dólar, los planes sociales, la presión impositiva o la falta de inversiones. Un 16,6 por ciento atribuyó las dificultades al gasto público; mientras que un 15, 2 y un 13, 1 apuntaron a la deuda y la corrupción, respectivamente.

A la hora de definir su situación actual, el 41, 4 por ciento señaló que “apenas” llega a fin de mes; el 19,5 que vive “endeudado/a”; en tanto que el 17,8 y el 15,7 señala que debió usar ahorros para vivir y que consigue ahorrar “algo”, respectivamente. Sólo el 2,7 por ciento asegura poder “ahorrar bastante”.

En ese contexto, un 50, 9 por ciento de los consultados afirma que el nuevo presidente logrará mejorar la situación actual; un 31,1 es pesimista sobre su capacidad para revetir los indicadores económicos; y un 18 por ciento prefiere no adelantar una posición.

Más de un 60 por ciento cree que el sucesor de Macri tiene un plan económico para hacer frente a la aguda crisis que atraviesa el país -40 por ciento está totalmente de acuerdo con esa idea y un 21,2 la aprueba parcialmente-; mientras que casi un 31 por ciento no confía en la existencia de un programa solvente.

Las expectativas vuelven a ser altas cuando los encuestados responden sobre la posibilidad de una reactivación y una posible mejora en sus finanzas personales: el 29,6 por ciento cree que el nuevo gobierno aliviará “mucho” su situación y un 29,4 mejorará en “algo” su cuadro doméstico y la marcha de la economía en general. 

«La primera vuelta funcionó como un balotaje y hay una ansiedad generalizada por ver resultados antes de tiempo. También hay una decisión del gobierno saliente de edulcorar su salida y transferirle responsabilidades al entrante. Generar consensos no es fácil: allí es donde chocan la generación de expectativas con la realidad. Con las primeras medidas se verá la destreza del nuevo equipo», completa Córdoba.