Los índices, que se reflejan en la infografía de la página 5 de esta edición, desnudan que el segundo semestre no alumbró con la dicha que habían previsto desde el gobierno nacional, más allá de que ahora pongan idéntico énfasis en decir que no dijeron lo que dijeron.
El proceso recesivo en el que se está sumergiendo la economía argentina, la pérdida del salario real en relación al aumento de canasta familiar, los tarifazos, el crecimiento de la desocupación y demás saqueos al bolsillo de los sectores medios y populares, no sólo se comprende en el análisis de cifras frías.
Días pasados, en una charla informal, hogareña, Eduardo de la Serna, referente de Curas en Opción por los Pobres y sacerdote de una barriada en San Francisco Solana, en el partido de Quilmes, respondió la pregunta, ¿cómo anda el barrio?:
–Triste. Así está el barrio. Así está la gente. Los pobres no se enojan rápidamente, la bronca llega después, primero hay resignación. Tristeza.
La descripción de Eduardo –genuina, cercana, con los pies en el barro de andar junto al otro– es la contratacara del tren de la alegría que se ve en los avisos de Cambiemos.
Lo concreto es que hay causas y efectos. No es azar.
Las decisiones políticas de un gobierno neoliberal tienen consecuencias profundas que no hay maquillaje que las atempere. Como así también las distracciones de una oposición ensimismada en su estampida, la diáspora de algunos que creen vislumbrar ahí su supervivencia en el mediano plazo; y la de otros, que nunca tuvieron brújula.
En pocas líneas: el cuadro de situación es el siguiente. Un gobierno fuerte, en ofensiva, que aplica medidas de ajuste, impopulares, pero que goza del respaldo los sectores concentrados de la economía, los beneficiados en casi siete meses de gestión.
Y una oposición fragmentada, débil, en repliegue. Con el movimiento obrero por ahora disperso, en transición; los movimientos sociales barajando el nuevo escenario que los encuentra a todos en la resistencia, frente a un Estado ajeno por completo.
Y además, Cristina. La ex presidenta está en el ojo de una avanzada judicial sin precedentes, que –todo indicaría– tiene por finalidad verla tras las rejas.
No serán días fáciles.
El guión para el segundo semestre no lo escribe la política, se redacta en los despachos de tribunales y en sus catacumbas.

En tanto, los protagonistas de la Historia, las mayorías populares, trabajadores y desocupados, cargan la tristeza en sus mochilas. Y esperan. Se preparan para pasar un invierno largo. «