Los puentes de negociación entre Juntos por el Cambio y el Frente de Todos afrontaron este martes dos inflexiones determinantes para su futuro. Ambos cimbronazos delinearon un nuevo escenario dentro de la coalición opositora, pero también reflejaron otro contorno del mapa interno del oficialismo. Para esa jornada se esperaba la reunión entre la primera línea de JxC con el ministro de Economía, Martín Guzmán, para conocer detalles sobre la negociación con el FMI.

La cita fracasó por desacuerdos internos de las dos coaliciones, aunque a pesar de ellas, JxC había aceptado asistir al encuentro. Las tensiones aumentaron ese mismo día por la tarde, apenas los ministros Eduardo Wado de Pedro y Elizabeth Gómez Alcorta, aterrizaron en Jujuy para reunirse con Milagro Sala, que cumplió seis años presa.

La dirigente de la organización Tupac Amaru ahora está bajo arresto domiciliario mientras aguarda un demorado fallo de la Corte Suprema, que debe expedirse sobre las causas que promovió el gobernador jujeño Gerardo Morales en 2016 para llegar a su detención.

Han pasado dos meses de las elecciones legislativas del 14 de noviembre y la victoria de la alianza no redefinió los liderazgos en disputa. Aceleró las competencias internas por 2023, en medio de una inédita atomización del espacio, que no se condice con la victoria obtenida a nivel nacional. Con ese mar de fondo, el fracaso de las negociaciones para reunirse con el jefe del Palacio de Hacienda obturó los puentes entre Morales, el presidente Alberto Fernández y el titular de la Cámara baja, Sergio Massa.

El titular de la UCR es el principal interesado en diferenciarse del sector más intransigente del JxC, liderado por el expresidente Mauricio Macri y la titular del PRO, Patricia Bullrich. Morales buscó mantener la interlocución con el oficialismo hasta que Guzmán no aceptó que la cita fuera en el Congreso sino en el Ministerio de Economía. La disputa por la locación revela que la búsqueda de la foto arrancó en pésimas condiciones, porque esa diferencia existió desde el inicio de las conversaciones.

Los intentos que hicieron Massa y Morales durante casi una semana para evitar el naufragio los dejaron muy expuestos dentro de sus espacios. Hasta ese momento, Morales se había quedado con la cabeza de playa del dialoguismo de JxC a un alto costo. Los dividendos que lo entusiasmaban se diluyeron pocas horas después, apenas el jujeño confirmó que el ministro del Interior y su par de la cartera de Mujeres, Género y Diversidad, estaban en el domicilio de Sala.

En la UCR y en el PRO insisten que desde entonces se hizo trizas la predisposición del jujeño para poner la otra mejilla. Morales enfureció porque no le habían avisado. Luego salió a pegarle a De Pedro. Le dijo que era «inaceptable que los funcionarios que representan a todos los argentinos defiendan a delincuentes condenados por corrupción».

El ministro no eludió los dardos y metió el dedo en la llaga de los temas que realmente incomodan al jujeño. Wado dijo que estaba muy preocupado por «la ampliación del Superior Tribunal de Jujuy para incorporar a tres militantes del radicalismo» y remarcó que “en 2020 se filtró un audio de (el extitular del STJ Pablo) Baca, donde admitía que Milagro estaba presa solo porque lo necesitaba el gobierno”. La respuesta desató los peores fantasmas del mandatario norteño y se agigantaron cuando De Pedro dijo que le «preocupan las denuncias y el pedido de intervención al Poder Judicial de Jujuy”, presentado por los defensores de Sala.

Los cruces fueron el preludio del silencio atroz a los lados de la polarización. En Buenos Aires los socios de la coalición aseguran que “está todo roto” con el gobierno. Fuentes judiciales de Jujuy van más allá y advierten sobre un intento de último momento para acelerar otra medida judicial contra Sala. El objetivo sería quitarle el beneficio de la prisión domiciliaria (ver página 11), mandarla nuevamente al penal de Alto Comedero y aguardar así el fallo de la Corte. La tensión aumentó este viernes, luego de una reunión del bloque de diputados de la UCR. El espacio repudió las “amenazas veladas” de una intervención del Poder Judicial jujeño y anticipó que el conflicto podría escalar.

El caso Sala es uno de los temas más incómodos de la relación entre Morales y el gobierno, desde que Fernández asumió como presidente. Por esa misma razón resultaba impensable que la controversia quedara perdida en medio de las negociaciones del radical con Fernández y Massa. La visita oficial a Jujuy confirmó que el caso no está cerrado para el oficialismo y que el paraguas que se había pactado sobre el caso Sala se terminó de romper.

Caído el experimento del diálogo, en JxC leen que “los halcones quedaron legitimados”, porque “la moderación necesita de funcionarios del gobierno que estén predispuestos a mantener un diálogo razonable y eso ya no está o quedó muy debilitado”, interpretó un dirigente del espacio opositor ante las consultas de este diario. Se refiere a Massa, pero también a Morales.

El cacique jujeño quedó entrampado en ese equilibrio inestable. Sucede mientras comienza a plasmarse la foto post electoral dentro de la coalición opositora y especialmente en el PRO. Las encuestas que manejan dentro del partido amarillo indican que Bullrich incrementa su imagen positiva, ante un Rodríguez Larreta que padece la caída de sus preferencias desde las PASO de septiembre. Lo mismo le pasa al senador radical Martín Lousteau, que afronta un “profundo desgaste” desde que se fracturó el bloque de diputados radicales y nació el espacio “Evolución” con 12 escaños.

En el macrismo admiten que cuando se rompieron las negociaciones “todos los dirigentes con responsabilidad de gestión” quedaron desgastados. Rodríguez Larreta logró correrse un poco de esa negociación para consolidar su armado federal. El motor de ese entramado radica en la necesidad de afrontar la pendiente en las encuestas ante Bullrich. “Ella parece capitalizar mejor las demandas del núcleo más duro de votantes, pero ahora estaría sumando a los desencantados del FdT”, detallaron en el partido amarillo.

La escena le otorga más poder relativo para impedir que prosperen los contactos con el oficialismo en el tramo más crítico de la negociación con el FMI. Sin embargo, así como confirman su crecimiento, en el espacio admiten que más allá de la pirotecnia, en la coalición todavía sobreviven dos coincidencias comunes: “ser antikirchneristas y firmar un acuerdo con el FMI, antes que caer en el default”.