Una voz en el teléfono

El teléfono sonó mucho esos días. La razón fue la luminosa presencia de una superestrella de Hollywood en la Argentina. Por eso el encargado de atender ya lo hacía de manera mecánica y creía que nada lo sorprendería. Cansado de escuchar el ringtone por vez número cien, deslizó su dedo por la pantalla del celular y del otro lado de la línea una voz masculina preguntó por Al Pacino.

Mecánicamente pronunció el acostumbrado “¿de parte de quién?”. Le respondieron con un seco “Mauricio”. La repregunta de cajón fue “¿qué Mauricio?”. La persona encargada de atender escuchó “Macri” pero incrédulo volvió a preguntar quién llamaba.

“Soy el presidente Mauricio Macri y quiero invitar al señor Pacino a que nos encontremos”, le dijo el interlocutor.

Sin poder evitarlo abrió los ojos ante la sorpresa y le pidió unos segundos al Presidente para consultar.

Macri esperó, no tenía otra alternativa. A los pocos instantes el líder del PRO escuchó un lacónico mensaje: “Dice el señor Pacino que le agradece pero que no va a poder aceptar su invitación”.

Un silencio invadió la comunicación que terminó con un saludo de forma y el clic del final de la llamada.

Corach, el generoso

Las extensas sesiones en Diputados que muchas veces duran hasta la madrugada se convierten en el ambiente propicio para recordar viejas anécdotas de la vida parlamentaria.

Por caso, un ex operador del menemismo, hoy en las filas del massismo, rememoró el paso de Carlos Corach por el Senado. El ex ministro del Interior del menemismo tenía fama de ser un poco agarrado con el dinero.

Así fue que una vez, cuando era senador, una secretaria de otro senador logró convencerlo de que realice un aporte para una actividad partidaria. Tuvo que insistir bastante pero un día Corach metió su mano en el bolsillo y sacó un billete con el adusto rostro de Domingo Faustino Sarmiento. La secretaria se sorprendió. No solo por haber quebrado la tradición tacaña de Corach sino fundamentalmente por la módica suma de $50 que aportó.

Tiempo después, el sinuoso dirigente peronista visitó el despacho en el que estaba la secretaria que le había pedido el aporte. Para su sorpresa notó que el billete de $50 estaba debajo del vidrio del escritorio y se quejó con el senador, que era jefe de la secretaria.

“Es la prueba de que algunas vez te sacamos algo”, le respondió sonriente su entonces colega de bancada.

Una jura agitada

Días atrás el ex titular de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, juró en el Colegio Público de Abogados de Capital Federal (CPACF). Por tener un apellido que comienza con una de las primeras letras del abecedario, el oriundo de Chacabuco fue ubicado en primera fila, bien al centro y justo delante de los oradores.

Pero el mes de octubre fue bastante agitado en el Colegio. Desde la entidad denunciaron una operación política del PRO para darle al massismo una suculenta caja. Y como venganza desde el macrismo hicieron naufragar el proyecto del CPACF para que los abogados capitalinos tuvieran la ley de «honorarios profesionales». La normativa le hubiera permitido a los letrados independientes mejorar, un poco al menos, su situación económica.

Durante el acto, la vocal suplente Natalia Monteleone dio un encendido discurso en favor de la Ley de Honorarios y con una fuerte crítica a los diputados, pero no sólo a los actuales…

“La ley tiene media sanción del Senado pero los diputados hace seis años vienen chicaneando para intentar revertirla y que todo quede en la nada”, dijo. Como si estuviera en plena campaña, el ex diputado mantuvo la sonrisa y ni se dio por aludido.