A pesar de los tironeos internos del oficialismo, el pacto con el Fondo Monetario Internacional (FMI) se encamina a ser aprobado esta semana en el Senado. Si los pronósticos se confirman el texto podría cosechar más de 50 votos en una sesión prevista para el próximo jueves. Cuando se concrete la votación, el Congreso habrá autorizado al presidente Alberto Fernández y al ministro de Economía, Martín Guzmán, a firmar el acuerdo de endeudamiento con el FMI, que será finalmente tratado por el directorio del organismo. Después de la pandemia, será la inflexión más importante para el gobierno del Frente de Todos y, posiblemente, el comienzo de una nueva etapa para los dos años que Fernández tiene por delante.

Los colaboradores más cercanos del presidente agitan un castigo para el sector del kirchnerismo que no acompañó la aprobación del pacto con el Fondo en Diputados. Son los mismos que auguran el nacimiento del albertismo en un momento de recuperación. El nuevo escenario internacional que impuso la Guerra en Ucrania puede transformar los pronósticos en papel mojado de un día para el otro. Algo parece claro: el aumento del petróleo y del gas y la suba inédita del trigo, el maíz y la soja, generan una ecuación muy compleja. En materia energética promueve un saldo negativo que, según estiman en el Gobierno, será empardado por los nuevos precios para los agroexportadores y el aumento en el cobro de impuestos. Hasta ahora no hay cifras que avalen tal hipótesis.

No hay nada que traccione a las distintas tribus del FdT a construir un espacio alternativo por afuera del frente, pero con la aprobación del pacto con el Fondo la cohesión se ha debilitado. Más que ruptura es posible que haya una institucionalización de los sectores que forman parte de la coalición, para ordenar la convivencia y evitar que esas diferencias erosionen al gobierno. Es valorada como una forma de reordenar la mesa de discusiones, en un momento donde la firma del acuerdo con el Fondo implica transitar una coyuntura que no se ha vivido en la Argentina durante los últimos 20 años.

Si el directorio del FMI aprueba el pacto en abril, la primera misión trimestral de revisión llegará en julio, la segunda en octubre, y la tercera en enero, cuando haya comenzado el año electoral. Serán diez en los próximos dos años y medio. En el oficialismo aseguran que habrán algunas instancias de corrección durante este año, pero hay chances de que las siguientes sean cumplidas o sobrecumplidas. De un modo u otro, será un nuevo pulso para la política argentina y obligará al Gobierno a construir una nueva estrategia, más allá de la comunicación que deberá pensar su gabinete para afrontar los eventuales resultados negativos de cada examen. No sólo se viene la convivencia con el Fondo sino también una coalición oficilialista que busca nuevos aliados entre quienes apoyaron el acuerdo y que ahora se prepara para explorar una parte del nuevo programa fiscal que pactó con el FMI,  una nueva reforma tributaria por goteo, que comenzará con cambios en las retenciones a las exportaciones de soja, trigo y maíz.

Si avanza la institucionalización de la interna que surca al FdT, podría venir un reordenamiento del Gabinete. No es la primera vez que aparece esa opción. Cuando el diputado Germán Martínez reemplazó a Máximo Kirchner en la presidencia del bloque oficilista en la Cámara Baja, resonó el exministro de Defensa, Agustín Rossi, como reemplazante del tucumano Juan Manzur en la jefatura de Gabinete. El chivo relavitizó todo y dijo que no había recibido nisiquiera una consulta, pero la idea no cayó mal adentro de la coalición y quedó picando. Hasta ahora el presidente no tuvo tiempo, ni oportunidades, de diseñar un gabinete para relanzar su gestión. Los cambios que hizo fueron a regañadientes, en los tiempos que no quería y como producto de una crisis inédita con CFK luego de la derrota en las primarias de septiembre.

El escenario de la guerra podría complicar aún más el precio internacional de la energía, pero si se extiende también implicará otras posibilidades comerciales para la Argentina, en la exportación de alimentos para Europa. En ese escenario Fernández buscará retomar la iniciativa con un discurso productivista con el que buscará contener a todos los hilos sueltos de la coalición que encabeza, como presidente y titular del Partido Justicialista.

En esa dinámica, el aumento de las retenciones emerge como una posibilidad ineludible ante la situación internacional. El impacto que tiene el incremento de las comoditties en los precios locales es el primer examen que afrontará el gobierno cuando el Senado haya sancionado la autorización para cerrar el acuerdo.

La Casa Rosada prepara un paquete anti-inflacionario que posiblemente anuncie antes del fin de semana. Los movimientos exigen cautela. Las primeras respuestas de la oposición anuncian que las coincidencias podrían esfumarse apenas JxC haya aportado los votos para sancionar el permiso para refinanciar la deuda que tomó Mauricio Macri en 2018.

La caja de resonancia del lobby agrooecuario

La semana pasada la feria de Expoagro, organizada por un consorcio perteneciente a La Nación y al Grupo Clarín, fue la caja de resonancia de los rumores sobre un aumento de las retenciones. Cada año es el reencuentro de los dirigentes de JxC con su público agrario, aunque la Mesa de Enlace mira de reojo a Macri desde que les subió las retenciones en el último período de su mandato, después de pedir el auxilio del FMI. Este año también estuvo el ministro del Interior, Eduardo «Wado» de Pedro, pero el desfile de dirigentes opositores fue notable. Desde Macri y el alcalde Horacio Rodríguez Larreta a buena parte de los flamantes diputados, como el exvicefe porteño Diego Santilli o los exministros Ricardo López Murphy y Rogelio Frigerio. Todos recibieron el reclamo de frenar cualquier intento de aumentar las retenciones con la misma fuerza que pusieron los gobernadores para decirle a Macri que no entendían por qué se oponía por completo al acuerdo y agitaba el default.

Este lunes, Rodríguez Larreta fue el único gobernador de JxC que se plegó al rechazo contra el cierre de las exportaciones de aceite y harina de soja. Se sumó al estado de alerta que expresaron el cordobés Juan Schiaretti y el santafesino Omar Perotti. Ambos son peronistas, pero el primero no integra el FdT y mantiene una estrecha relación con todo JxC. El segundo integra la coalición oficialista y observa preocupado que otro coletazo del esquema de retenciones dañe a su base electoral agraria y ahuyente a la más esquiva.

La solidaridad de Rodríguez Larreta con los exportadores agrarios es parte de su despliegue electoral para 2023. El PRO no lo dejó sólo en el juego. Junto al amague de quitarle el respaldo al acuerdo con el Fondo en el Senado, también buscó reunir de urgencia a la Mesa Nacional de JxC para movilizar a toda su tropa contra cualquier cambio en las retenciones.

El planteo arreció mientras Guzmán exponía ante los integrantes de la Comisión de Presupuesto del Senado, pero fue reconducido por las respuestas elusivas del ministro y las certezas que dio la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti. Confirmó que no van a tocar la exportación de los granos, pero sí de los subproductos, dentro de un paquete más ambicioso que busca adelantar con velocidad las pautas acordadas con el Fondo, que sus técnicos y burócratas comenzarán a revisar cada 90 días.