La imagen se convirtió en una de las postales de la jornada. Néstor Segovia levanta el brazo todo lo que puede y con su mano completa el gesto haciendo la V de la victoria. El ademán capta la atención porque a lo largo de la escena el secretario adjunto de la AGTSyP (metrodelegados) se esfuerza para transmitir firmeza. Pero al mismo tiempo se lo nota aprisionado entre las rejas de la estación del subte y un efectivo de la Policía de la Ciudad que quiere cortarle el paso. Busca restringirle los movimientos. Vestido con una chomba roja, Segovia termina preso junto a otros trabajadores del subte por organizar una medida de fuerza en reclamo de una mejor paritaria y por la reapertura de la negociación salarial.

Se lo llevan en un vehículo para traslado de detenidos. Sus compañeros, que presencian la escena, descargan la indignación coreando una consigna que se repite: “unidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode”. El gremialista esboza una sonrisa -¿esperanzada, nerviosa?- hasta que un efectivo cierra la puerta del móvil que lo traslada y la camioneta azul se aleja del lugar.

La TV registró en vivo el momento de la detención. Lo repitió varias veces en la tarde del martes. Los portales de noticias mantuvieron la secuencia entre sus títulos principales. El padre de 10 hijos, vecino histórico de la localidad bonaerense de Moreno y cocinero por oficio y vocación fue así uno de los protagonistas de un día convulsionado. Segovia trabajó durante largos años como maestro panadero en el rubro gastronómico. Es un oficio que le gusta mucho –sabe hacer facturas, bizcochuelos y tortas- y que aprendió en un bar de Constitución. Sus compañeros de militancia le reconocen esa cualidad. “Es un gran cocinero”, avala el diputado del Parlasur Gabriel Mariotto.

Su historia de militancia es bastante singular: participó del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) donde compartió muchas experiencias con Vilma Ripoll. Luego se acercó al partido MILES, que encabeza Luis D’Elía. Hoy forma parte del espacio político de Mariotto. En paralelo a su actividad sindical, Segovia suele participar de los encuentros de #Hay 2019 que postulan la candidatura presidencial de Alberto Rodríguez Saá.

Amante de la pesca en su tiempo libre, suele ir a Ibicuí con sus hijos como terapia para desconectarse. Otro de sus rituales es hacer las tortas de cumpleaños para sus diez hijos –tres mujeres, siete varones-. Con sus hijos, al igual que con su padre, Segovia se trata de ‘usted’. Es una práctica afectuosa que implica respeto pero no distancia.

Segovia comenzó a trabajar en el subte a los 24 años. Ingresó al sector de talleres de la línea C, la que recorre Retiro-Constitución. En su adolescencia, en el monte chaqueño, a sus 15 años, trabajó como inspector de colectivos urbanos. Entre sus compañeros circula el mito de que el gremialista de Metrodelegados hacía la vista gorda cuando descubría a alguien que viajaba sin boleto porque no tenía plata. Segovia es evangelista y muy creyente.

En su actividad sindical, Segovia y el secretario general del gremio, Roberto ‘Beto’ Pianelli, tuvieron durante un tiempo el apoyo de la FTV de Luis D’Elía. De hecho, antes de consolidarse en una sede propia, el gremio de metrodelegados funcionaba en el segundo piso de Pueyrredón 19, histórica base de operaciones de la FTV en la CABA. “El Gordo (por Segovia) es muy trabajador, austero, de una personalidad muy humilde. Es consecuente y también es frágil de salud, justamente por la gordura”, cuenta un dirigente que lo trató mucho. Esa condición de salud –presión alta y problemas cardíacos- lo llevó a ser trasladado de manera preventiva al Hospital Argerich. Fue en la tarde del martes, tras una serie de chequeos lo llevaron de regreso a la comisaría 30, en Barracas.

Quienes iban con Segovia en el momento de la detención dicen que la policía lo iba pateando. El gremialista lo denunció, todavía indignado, en la rueda de prensa de la noche. En las próximas horas, por recomendación de la comisión directiva del gremio, bajará el perfil. La decisión es descansar y recuperar fuerzas. En la AGTSyP se está evaluando cómo seguir. Las suspensiones dispuestas por la empresa Metrovías no sólo siguen firmes. Se incrementaron a 150 casos, en los que se emitieron telegramas de suspensión: es una medida administrativa que implica el descuento de un tercio del sueldo. La empresa también pidió el desafuero de varios delegados de base y de integrantes de la comisión directiva.

En los Metrodelegados ven con preocupación que por ahora no hay canales de diálogo. Ni con la empresa ni tampoco con el gobierno de la ciudad. Una de las sospechas que circula en la AGTSyP es que la administración de Cambiemos intente repetir la estrategia de la Legislatura cordobesa, que declaró esencial el servicio de trolebús en la capital cordobesa, lo que terminó restringiendo el ejercicio constitucional del derecho a huelga. En lo que no creen es en la amenaza de apelar a personal jerárquico o retirado para que hagan funcionar las formaciones de subte ante nuevas medidas de fuerza. “Un instructor puede saber cómo se prende un tren pero para manejar un subte además tenés que tener una habilitación profesional especial, que certifique las capacidades psicofísicas necesarias para transportar a miles de pasajeros”, explica un operario del sector.