La ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner continúa con una nutrida agenda, una forma de mantenerse expectante ante un panorama político que se presenta incierto, con un gobierno que no logra salir del laberinto en el que se metió a fuerza de tarifazos y una oposición que al estilo de la emblemática canción de The Clash, no sabe si quedarse o irse de la cercanía presidencial (Should I Stay or Should I Go).

La jornada de CFK comenzó temprano y nuevamente en los tribunales de Comodoro Py, aunque esta vez por una audiencia de mediación con la diputada Margarita Stolbizer (GEN) debido a una demanda por daños y perjuicios, en la que no hubo acuerdo. Por la tarde, Cristina visitó la emblemática Villa 31, asentamiento surgido en 1932 con el nombre de «Villa Desocupación», que desde entonces se ha querido erradicar por distintas autoridades, un fracaso que fue un éxito de sus habitantes. Allí (en la Villa 31) hizo su mayor trabajo pastoral el cura Carlos Mugica, con cuyo nombre los pobladores también designan a su barrio.

Cristina estuvo acompañada por los diputados Axel Kicillof, Liliana Mazure y Edgardo Depetri, los legisladores porteños Carlos Tomada, Gabriela Cerruti, José Campagnoli y Gabriel Fuks; Oscar Parrilli, titular del Instituto Patria, y la ex embajadora en Estados Unidos, Cecilia Nahón. Primero fue al canal de TV del barrio Carlos Mugica: Urbana TV, donde fue entrevistada por el periodista Milciades Peña. En los estudios del canal -se inauguró un nuevo set, financiado con los aportes del fondo de fomento del Afsca, que se llamará ‘Nestor Kirchner’-, el fundador del canal, el salteño Juan Cruz Guevara, le entregó un cuadro del ex presidente con el paisaje de la villa que dice «Mi patria, mi pueblo».

La entrevista fue larga. Y fue la primera en piso que concedió desde que terminó su mandato (la que había hecho con Roberto Navarro fue en el Instituto Patria). Entre los pasajes salientes, están la mención a Paul Singer, “que calificó la estatización de las AFJP como la peor política” de su gobierno; y sin sacar pecho ni vanagloriarse, enseguida bromeó: «Es un buitre, no es el de las máquinas de coser. Lo digo para los que no lo saben o son muy chicos».

El otro pasaje saliente estuvo dedicado a lo que sin duda es uno de los temas de mayor discusión actual y que de alguna manera está relacionado con el uso de la base de datos del ANSES por parte del gobierno de Macri. «Decían -recordó Cristina-: esta señal va a desaparecer, si sale la ley de medios, y vos fijate qué cosa, esa señal está intrusando la señal que le corresponde a la Villa y no la deja funcionar. No desaparecieron, y está muy bien, sino que además están más poderosos que nunca. Quiere decir que toda esa cosa que metieron, ese miedo que le metieron a la gente, era eso, una eficaz campaña mediática, desde las redes, desde la pantalla hegemónica. Y esto es lo que tenemos que hacer: desentrañar los nuevos métodos de comunicación, que no solamente se da en una pantalla, en un discurso verborrágico, doctrinario y de bajada de línea. Tenemos que ir a otro tipo de estudios, de análisis, que es qué mecanismos hay de nuestras propias cabezas que en algún momentos nos hacen desenganchar nuestros logros de lo colectivo.” En ese sentido, trajo a colación que en su reciente visita a la Facultad de Filosofía y Letras, les dijo a los estudiantes que “necesitamos de ustedes. El pueblo les ha pagado el estudio para eso. Encuentren la llave para poder darle a la gente la posibilidad de poder desentrañar la información que recibe”.

En la esquina de las calles 5 y 8, uno de los accesos de la 31, había una pantalla gigante que permitía seguir el reportaje, y hacia allí se dirigió la ex presidenta luego de la entrevista, para hablarle a la gente que la esperaba bajo la lluvia. La multitud se hacía notar con banderas de La Cámpora, Nuevo Encuentro, El Hormiguero, Kolina, y un gran pasacalle que decía «Liberen a Milagro Sala». En un improvisado escenario a partir de una plataforma que se subía unos metros de modo automático, sonriente y bromista CFK preguntó: «¿Ahí me ven? ¿Me pueden ver? Subamos nomás».

Su corto discurso despertó aplausos cuando eligió definir a la Villa 31 como un símbolo. «Esta villa es emblemática. Primero, por ese enorme hombre que fue Carlos Mugica», dijo, y al toque aprovechó para exigirle al gobierno porteño que le ponga luces a las estatuas de Arturo Jauretche y del propio Mugica que se construyeron a ambos lados de la Avenida 9 de Julio. «Aunque, claro, la electricidad está un poquito cara», acicateó.

«Yo a esta villa la equiparo con el peronismo -continuó-, porque a esta villa siempre la quisieron hacer desaparecer. Cada nuevo gobierno que asumía anunciaba que la iban a desalojar, a erradicar, y así se convertía en el nuevo civilizador contra la barbarie. Como siempre quisieron hacer con el peronismo. Quieren hacer desaparecer todo olor, forma y fondo de lo nacional, popular y democrático. Pero no entienden que la verdadera democracia es el acceso a los bienes culturales. La villa 31 es el emblema de la resistencia. Y no sólo de la resistencia como algo decorativo, eso se lo dejamos a los que hacen política sin acciones concretas, en una estudiantina de asamblea universitaria. El pueblo resiste pero para avanzar, porque cuando el pueblo resiste es porque quiere avanzar e iniciar la contraofensiva».
Pese al tono de arenga, acaso propio del escenario, pero también de su evaluación de los tiempos políticos, Cristina no olvidó su nueva estrategia: “Es necesario seguir incorporando gente, seguir progresando. Seguir ampliando derechos». Y en una invocación que tuvo bastante de advertencia como de lectura política, concluyó: «Si ustedes no son capaces de defender lo que lograron, nadie lo va a hacer por ustedes».