Milagro Sala se sentó en la cabecera de una mesa larga en medio del patio del Penal de Mujeres de Alto Comedero. Compartió su almuerzo con un contingente de rectores y decanos de unas 20 universidades nacionales. El día anterior, esos académicos habían manifestado su preocupación por la detención ilegítima y la falta de garantías procesales a la dirigente y las otras militantes de la Tupac Amaru. Tiempo acompañó a la comitiva.


En ese almuerzo, tras las rejas, con el batifondo de una manifestación del Comité por la Libertad de Milagro Sala de Córdoba, que subía desde la calle, las presas políticas denunciaron que la justicia las extorsionaba para que inculparan al ex gobernador Eduardo Fellner y al secretario de Obras Públicas, José López.

“Relataron que les ofrecieron eso para poder salir con prisión domiciliaria. Que los jueces entendían que ellas no habían cometido ningún delito pero que el dinero tenía que estar en algún lado, y que entonces denunciaran a otros. Y mencionaron a López y a Fellner. Ellas dijeron que de ninguna manera iban a mentir para sacar una potencial ventaja en estos juicios injustos», narró a la salida del penal Mario Lozano, rector de la Universidad de Quilmes en la puerta del penal.

Esa visita de los rectores, decanos y autoridades universitarias fue un revés político para Morales. Cuando al mediodía de ayer traspasaron el portón de rejas de ingreso a la cárcel se produjo una cuña en el proceso de estigmatización de la Tupac que impulsa el Ejecutivo jujeño. El viernes, en el 75° Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), que reunió a autoridades de más de 50 universidades del país en Jujuy, el gobernador había intentado evitar esa visita: al inaugurar el encuentro junto al ministro Esteban Bullrich, dedicó cinco minutos de su discurso a la educación y más de 15 a condenar a Milagro. En ese mismo discurso calificó de «vergonzosa» la visita a la cárcel.

«¿Cómo podemos ayudar desde las universidades?», preguntó Alberto Ayape, de la Universidad Nacional Patagonia San Juan Bosco de Chubut. «Más que nada trabajen con los jóvenes. Porque este cambio del que hablaban, que iba a ser todo dulzura, que no iba a haber más violencia, no es verdad. Creo que los jóvenes son el futuro», respondió Milagro.

Sala ocupó la cabecera de la mesa y las otras tupaqueras presas, Patricia «Pachila» Cabana, Gladis Díaz y Mirta Aizama, la rodearon. La principal preocupación de la líder social -aun presa- es el valor de la educación. «Desde el lugar en el que está su preocupación es el desarrollo de los jóvenes y de su barrio», reflexionó Ernesto Villanueva, rector de la Universidad Nacional Arturo Jauretche.

«Lo que están cometiendo con nosotros es una torpeza. Si van a la casa de nuestros 13 compañeros presos van a ver que sus casas no son descomunales, que no tienen propiedades ni negocios. Yo no tengo ningún negocio», dijo Sala. A su lado, Pachila fue directa: «yo no tengo nada. ¿Quieren saber dónde está la plata? Está en las cosas que hicimos en el barrio.»

Lo que las presas polítisas saben es que Morales quiere detenida a Milagro por lo que hizo la Tupac. «Nosotros no generamos ejército de desocupados, nosotros creamos conciencia. El tipo (Morales) nos tiene miedo porque sabe que formamos cuadros y que cuando nosotros decimos que trabajamos, trabajamos», les dijo a los rectores Sala.

E insistió con su principal preocupación: «Nosotros nos matamos diciendo que la universidad tiene que ir al barrio, pero mi sueño es que alguna vez la gente de los barrios pueda ir a la universidad.»

«Yo no le tengo miedo a la Justicia. Yo quiero salir para seguir militando. Es injusto que estemos acá», remató.

De la visita participaron también el decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de Córdoba, Diego Tatian, que le entregó a Sala el premio José María Aricó al compromiso social y político, y Florencia Saintout, decana de la Facultad de Periodismo de La Plata. «Milagro sabe por lo que está luchando, sabe que jugarse por los demás a veces no es sin costo. Está dispuesta a hacerse cargo de eso. Tenemos que pedir la libertad de Milagro. Lo que está en juego es la democracia, la libertad, la justicia», dijo la decana al salir del penal.

La visita estuvo precedida por una conferencia en la que 14 rectores de universidades nacionales manifestaron su “preocupación” por la falta de garantías en los procesos judiciales en Jujuy y reclamaron por la libertad de Milagro y el resto de los militantes de la Tupac detenidos. «Las libertades individuales y el debido proceso judicial para los ciudadanos se está violentando en este caso», explicó Lozano, rector de Quilmes, que llevó la voz en la conferencia de prensa.

Las autoridades de esas universidades explicaron que la prisión de Sala se enmarca en «un problema de judicialización de la política, y ofrecieron como posible interpretación un caso de «odio de clase» y de «desprecio hacia el otro que piensa distinto». Por eso llamaron a la reflexión a la clase política jujeña. «Creemos que desde la revancha no se construye nada. La justicia y los derechos humanos tienen que ser aplicados a rajatabla con todo el mundo y ese es el valor primordial de estos 35 años de democracia.» «