El viernes al mediodía Horacio Rodríguez Larreta estaba en Santiago del Estero para acompañar a los candidatos a las intendencias y concejos deliberantes que se medirán en las elecciones del 7 de agosto. Recibió un llamado del alcalde de San Miguel de Tucumán, Germán Alfaro. «Si estás tan cerca no podés no venir a la vigilia del 9 de julio», le dijo el jefe comunal y uno de los principales opositores al gobierno provincial. Así se gestó la foto que el alcalde porteño protagonizó en el comienzo del sábado 9 de Julio, en la tradicional vigilia tucumana del Día de la Independencia. Fue una visita corta, pero le alcanzó para poner un pie en el territorio que pocas horas después pisaría el presidente Alberto Fernández para encabezar el acto oficial por los 206 años. El alcalde venía calzado en el traje de precandidato presidencial y se mostró con el gobernador jujeño Gerardo Morales. El titular de la UCR también está subido a su campaña para competir en 2023 dentro de JxC, pero viene de días ásperos: afronta críticas dentro de JxC por los allanamientos que realizó la Justicia provincial contra organizaciones sociales, investigadas por la administración de planes sociales.

El termómetro del malestar en JxC se puede medir por la soledad que transita el jujeño para defender los violentos allanamientos a partir de una denuncia anónima. Entre los aliados opositores no tienen duda del peso que tiene Morales en la Justicia local. En ese contexto, Morales también fue invitado por Alfaro. El convite le calzó perfecto y se mostró gustoso con el alcalde porteño.

Desde fines de abril, ambos son parte de un acuerdo que también suscribió Elisa Carrió. Primero obturaron los acercamientos con el diputado de ultraderecha Javier Milei, y ahora Morales y Larreta pactaron coincidencias para competir en las PASO y acelerar el cierre de una plataforma electoral antes de fin de año. Para el alcalde y el gobernador jujeño sería una forma de construir una opción socialdemócrata dentro de la coalición de derecha, pero sin romper con el expresidente Mauricio Macri que nunca cerró la posibilidad de presentarse el año que viene por un segundo mandato. El experimento programático del larretismo y los radicales todavía está por verse.

«Mauricio sabe que si las PASO fueran la semana que viene le gana a Horacio y también a Morales», analizan cerca del fundador del PRO, que mantiene un inusual perfil bajo en las últimas semanas. El fin de semana pasado llegó de un viaje por Puerto Rico y República Dominicana. Cuando aterrizó, la conyutura del momento estaba signada por la renuncia de Martín Guzmán al Palacio de Hacienda.

Quienes lo vieron bajarse del avión dicen que lo vieron exultante y feliz. En su entorno lo negaron. Sostuvieron que está preocupado por la situación, pero admitieron que está pasando por un buen momento. Dos días después viajó a Francia y a Suiza como presidente de la Fundación FIFA. Dicen que no hablará por ahora y que no ha planteado nada sobre su candidatura. «Lo que cambió es la conversación pública por la crisis del oficialismo y por eso tiene el lugar que tiene ahora, pero hace dos semanas que no habla, aunque siempre dejará la ventana abierta para definir si se presenta», resumió a Tiempo un estrecho colaborador del magnate que le adjudica una caída en su imagen negativa y un aumento de la positiva. «Está creciendo despacito pero sostenido. Tiene un 45% de positiva y un 50% de negativa», confió la fuente.

No son los números que barajan en otros rincones del PRO, partido que este sábado cumplió 20 años de su fundación. En el macrismo capitalino aseguran que su positiva no supera el 30% del núcleo duro y una negativa en Provincia de Buenos Aires que no baja del 65 por ciento. Algunos funcionarios porteños consideran que el expresidente ya no afronta el señalamiento público que tuvo en 2019 y que eso lo hace sentir diferente. «Ahora su gobierno no se recuerda como algo tan malo, pero por puro mérito de la pelea del oficialismo y los errores que están cometiendo», evaluó un observador con despacho frente al Parque de los Patricios. «Habría que diferenciar lo que quiere el entorno, que lo ceba todo el tiempo. Es posible que se conforme con reivindicar su gestión porque ahora su gobierno no parece tan choto como antes y con seguir siendo un gran elector. Mauricio no come vidrio y es el mayor consumidor de encuestas, así es que si los números no lo avalan, no lo hará», evaluó un funcionario que lo conoce desde hace años. También cree que tomará una decisión a último momento para seguir acumulando expectativa.

Entre la relación de Morales con los allanamientos en su provincia y la demolición discursiva contra el gobierno que hace Patricia Bullrich; algunos socios macristas creen que JxC no está a la altura de las circunstancias que impone la crisis. Larreta está en otra. No quiere pelearse con Macri. Habla con él todo el tiempo para analizar la situación, pero se acerca a Morales, alimenta el pacto de coexistencia y mira para otro lado cuando le apuntan el espanto de los allanamientos de esta semana. Para el alcalde no es menor la paz con el jujeño: el año pasado el radical acusó a Larreta de buscar la división de la UCR y ser el empleador del senador Martín Lousteau y del diputado Emiliano Yacobitti. El final de las agresiones también abre la puerta a una coexistencia menos tirante en la Ciudad. El año que viene será la elección del sucesor de Rodríguez Larreta. Lousteau está empeñado en ocupar ese lugar, pero el PRO no le aflojará mansamente su territorio originario.

Macri no es ajeno a esos movimientos. En su oficina de Olivos advierten que está en «modo ultrarosca» y que se reúne con pares empresarios que tallan fuerte en el círculo rojo. «Hay reuniones de primer nivel, también con gobernadores importantes de peronismo», acotó una fuente que dialoga con Macri. Además habla con economistas. Entre ellos con Milei, con quien mantiene contactos cada vez más fluídos. El diputado de ultraderecha admira al magnate y le dice «ingeniero». «Al menos decime Mauricio, busquemos un término medio», le habría dicho el expresidente para acercar distancias, pero no tuvo éxito. Macri cree que hay una serie de postulados ideológicos del economista que son inaplicables, pero lo escucha con atención y le pide opiniones. Lo mismo hace con Domingo Cavallo.

A Macri no le cayó nada bien la noticia de que Cristina lo llamó al ex titular del Banco Nación, Carlos Melconian. El economista habló del llamado en televisión y no entró en detalles. Macri le habría reprochado la movida. Sin quererlo, confirmó que sigue atento a los pasos de la titular del Senado. En JxC distintos dirigentes consultados por este diario estiman que si CFK continúa con su instalación de gran electora con chances de pelear una nueva elección, Macri aumenta las chances de pelear por un segundo mandato. Por estas horas tienen la atención puesta en los próximos movimientos del gobierno y en la evolución de la interna del oficialismo, que parece ordenarse.

La chance del efecto rebote por una eventual recuperación no pasa inadvertida en el mapa de arena que hacen algunos dirigentes de JxC. Aún así creen que «es muy difícil que puedan dar vuelta esta situación. Quebraron la confianza y la credibilidad», señala un exfuncionario de Macri que recuerda la crisis interna que los jaqueó en 2018, cuando estaban en el gobierno. «Eso no lo das vuelta. La única incógnita es la Provincia», advirtió, casi en la misma frecuencia de análisis del larretismo.

Rodriguez Larreta viene de remarcar sus aspiraciones presidenciales. «Sueño con ser parte de la solución a los problemas que arrastramos hace décadas» escribió esta semana en un hilo de tuits donde buscó diferenciarse de la disputa interna del oficialismo. Después le pidió a su equipo que «bajen un cambio» con la instalación de ese tema.

El alcalde buscará seguir con su apuesta «al centro» y trabaja para tener un programa de gobierno. Espera que CFK lo sacuda en forma creciente y teme que esa ofensiva también se profundizará con el gobierno. Pero, a la vez, mira los movimientos de la vice y cree que ella va a lugares donde construye la retaguardia electoral ante una eventual derrota. «Fijate a dónde va: Chaco, el Conurbano y Santa Cruz. Ahí se van a replegar», vaticinan en el larretismo. Dicen que no les pasó inadvertido que CFK hablara de un «gran acuerdo nacional», pero creen que se trata de pirotecnia preelectoral.