La segunda semana de mayo comenzó a cristalizar las preocupaciones que abrigaron los gobiernos del área metropolitana para esta etapa: nuevos récords de contagiados en forma ascendente y una acumulación de muertes que, si bien dista de los panegíricos del comienzo de la cuarentena, comienzan a delinear que la segunda mitad de este mes podría transformarse en la antesala del pico de la curva de contagios. 

La nueva etapa que se avecina pondrá a prueba el diálogo entre oficialismo y oposición, especialmente entre la ciudad, la provincia de Buenos Aires y la Casa Rosada. Luego de dos meses de convivencia forzada por el espanto a una crisis de contagios, las diferencias sobre la forma de liberalizar la cuarentena puede producir buenos dividendos políticos para cada fuerza en la relación con cada uno de sus electorados: así como la gestión conjunta irradió confianza en medio de la incertidumbre, la necesidad de diferenciarse es clave para evitar que la armonía los desdibuje. 

En el medio del incremento de casos, las dos cámaras del Congreso volvieron a sesionar, luego de casi dos meses de tironeos internos y negociaciones políticas sobre la forma de abordar la gestión de la crisis. El debate no sólo encerró cuestiones y desconfianzas legales sobre la validez de las sesiones remotas. También contuvo las tensiones políticas dentro del oficialismo y la oposición sobre la forma de responder ante la situación desde el Poder Legislativo, mientras los jefes de cada ejecutivo delineaban las primeras respuestas para cortar la cadena de contagios a fuerza de decretos de necesidad y urgencia (DNU).

Desde que el presidente Alberto Fernández dispuso el aislamiento social, preventivo y obligatorio el 18 de marzo, la coalición oficialista se encolumnó detrás de una metodología de gobierno basada en la firma de DNU. A cinco días de cumplir dos meses de vigencia, fueron refrendados por el Senado este miércoles. En la Cámara baja, las tribus del panperonismo se disciplinaron y se tomaron su tiempo para definir el funcionamiento remoto, que la oposición buscó resistir hasta que la extensión del impacto de la pandemia terminó de diluir el afán por funcionar en forma presencial. Es muy posible que pase mucho tiempo hasta que el recinto vuelva a estar poblado por sus 257 integrantes.

Deuda y crisis: ¿El fin de la armonía?

Todas esas pulsiones políticas contenidas dentro de Diputados comenzaron a liberarse este mismo miércoles en la primera sesión mixta, que buscó darle media sanción a dos proyectos que no promovió el oficialismo sino el lavagnismo y un sector de la oposición, como una forma de sintetizar un acuerdo unánime para crear un protocolo de protección para los trabajadores de la salud y eximirlos del pago de ganancias mientras dure la pandemia.

El camino que viene no estará regado de tantos acuerdos: el sistema semipresencial deberá canalizar los debates sobre otros temas de fondo, como la implementación de un impuesto extraordinario a las grandes riquezas para financiar al Estado en medio de la crisis, o la batería de textos que diseña el oficialismo para aplicar beneficios y exenciones fiscales a los sectores productivos que deberán transitar lo que resta del año en una inesperada recesión. No será el único desafío, porque a la par de la evolución de la curva de contagios y el comienzo de los debates legislativos más espinosos, el gobierno argentino se encamina a definir parte de su destino con la renegociación de la deuda.

El próximo 22 se conocerá el nivel de aceptación de los tenedores de bonos argentinos bajo legislación extranjera, el oficialismo vascula entre las ventajas del default o el espanto de declararlo, y la oposición observa con cautela. Sin sacar los pies del plato, Rodriguez Larreta no se arrepiente de haber puesto la cara junto a Fernández, CFK y el ministro de Economia, Martín Guzmán para presentar la oferta de renegociación. Las críticas internas en su contra fueron estridentes, pero los economistas del PRO reconocen en voz baja que la propuesta no es mala y la respaldarán con fuerza con tal de evitar la total cesación soberana de pagos. 

De un modo u otro, el debate económico comienza a tomar forma con la misma velocidad que se acerca la esperada multiplicación de contagios.  La decisión presidencial de anticipar la cuarentena le dio el tiempo suficiente para evitar que el sistema de salud sea desbordado por un pico de contagios, pero parece haber comenzado la etapa que pondrá a prueba esos recaudos, especialmente en la Ciudad de Buenos Aires.

Cuarentena y riqueza: diferencias sin romper lanzas

En ese contexto, la unidad en la acción que sellaron Fernández, el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta y el gobernador bonaerense Axel Kicillof ha gozado de buena salud hasta ahora. Entre la economía y el incremento de la curva, comenzaron a aflorar las diferencias, especialmente sobre la forma de liberar la cuarentena en la capital, mientras sus barrios pobres comienzan a desnudar el costado más débil del sistema de salud porteño. 

Los intendentes que tiene el Frente de Todos en el conurbano y el gabinete de Kicillof no están de acuerdo con la forma que eligió Larreta para flexibilizar actividades comerciales no esenciales y salidas recreativas. Temen que ese giro multiplicará los riesgos de contagio en sus distritos. Si sucede, podría reproducir en alguna de las 1800 villas bonaerenses las sórdidas escenas de multiplicación de enfermos que sucedieron en el barrio 31 de Retiro y que comenzaron a reproducirse en Flores y en Barracas: tres latitudes muy pobres de la capital, que ya vienen de sufrir una inédita epidemia de dengue que superó los récords históricos, pero que no cuenta con la atención de los medios masivos. 

En las próximas tres semanas esa dinámica definirá una tendencia ascendente o declinante de la temida curva de contagios.  Para la Ciudad es prácticamente una fatalidad inevitable y anticiparla implica una forma de diferenciarse del oficialismo, pero sin romper lanzas ante la pandemia. Será el mar de fondo de los debates que comenzarán a darse dentro del Congreso, apenas el Frente de Todos presente en Diputados su iniciativa para gravar por única vez, en forma de contribución excepcional ante la crisis, a los mega millonarios locales.

Cuando el texto final haya ingresado a la Cámara baja, la coalición oficialista habrá terminado de ordenar sus debates internos sobre la utilización de esa herramienta fiscal. Desde entonces la pelota estará en la cancha opositora y las discusiones sobre cómo debe financiarse el Estado pondrá a prueba la cohesión interna del Interbloque de Juntos por el Cambio y de los tres partidos que componen esa alianza. Están divididos entre quienes coinciden con la creación un gravamen excepcional y los que se niegan en forma tajante, sin exhibir un programa político y fiscal alternativo para responder a las consecuencias económicas de la cuarentena.