El 1 de agosto de 2017 la Gendarmería Nacional desató una brutal represión contra manifestantes mapuches que llevaban adelante un corte de ruta. Durante las corridas, los gendarmes, bajo el mando de Patricia Bullrich y la supervisión de Pablo Noceti (que estuvo en el lugar en dos ocasiones ese mismo día) ingresaron al Pu Lof Cushamen persiguiendo a los manifestantes que realizaban el corte de ruta hasta las cercanías del río Chubut.

En ese “desalojo” de ruta ejecutado con palos, golpes, balas de goma y de plomo es cuando se lo ve por última vez con vida Santiago Maldonado. El joven, nacido en 25 de Mayo, provincia de Buenos Aires, había llegado desde el Esquel el día anterior para participar de esa jornada de protesta en la que se pedía la libertad de Facundo Jones Huala.

Santiago había cumplido 28 años el 25 de julio y tenía pensado viajar a su pueblo para celebrar el cumpleaños junto a su familia. El 2 de agosto la comunidad mapuche informó a la familia que no encontraban a Santiago.

El señalamiento a la comunidad mapuche fue una constante durante el gobierno de Mauricio Macri y su persecución un objetivo permanente de la entonces ministra de Seguridad. Las sucesivas represiones, la persecución a dirigentes políticos y el intento de la Corte Suprema por liberar a los genocidas de la última dictadura militar fueron el contexto de la desaparición del joven Maldonado, el más chico de tres hermanos.

La primera manifestación por Santiago Maldonado en Buenos Aires se realizó el 7 de agosto ante el Congreso de la Nación. El pedido por su aparición con vida se multiplicó en la Argentina y en el mundo.

En las escuelas de la Ciudad, desde el gobierno estaba el pedido expreso de no nombrar a Santiago. Setenta y ocho días después, en un cuarto allanamiento a orillas del río Chubut, su cuerpo apareció en una zona donde el agua alcanzaba 50 centímetros. Después de una autopsia realizada por dos peritos (a los que se sumaron 50 que siguieron el procedimiento a través de una pantalla) determinaron que la causa de muerte fue ahogamiento. Con ese escueto y breve dato, el juez Gustavo Lleral un año después decidió cerrar la causa. Antes de anunciarlo públicamente, llamó a la mamá de Santiago para disculparse. Luego negó este llamado y al año siguiente, renunció a la causa.

A cinco años de la desaparición forzada seguida de muerte, su hermano Sergio convocó a una nueva manifestación. La última fue en 2019. Esta vez, lo que pide es que la Corte Suprema apure la designación de un juez y determine una investigación como desaparición forzada. Hace apenas unas semanas, la Comisión Interamericana por los Derechos Humanos aceptó hacerse cargo del caso, luego de que, en mayo, apareciera un nuevo testigo en la causa. Eso fue un paso más para que Sergio Maldonado, y la familia de Santiago terminara de armar ese rompecabezas de testimonios y declaraciones sobre lo que sucedió ese día. Con estos elementos, el lunes se manifestarán en Plaza de Mayo para pedir verdad y justicia.

-¿Qué aportó y cómo se movió la justicia con la aparición de este nuevo testigo?

Esta persona de dentro de la Gendarmería, que es personal de salud aportó un montón de información. Eso se volcó al fiscal. Lo que sucede es que hasta que no haya un juez que pueda investigar, todo ese testimonio no se puede profundizar. Se está perdiendo mucho tiempo con algo tan valioso. Estuvimos tanto tiempo a la espera de que alguien diga algo y la testigo que aparece ahora no puede ampliar la declaración porque no tenemos un juez en la causa.

-Hubo una decisión judicial, pero también hubo mucho abandono político en acompañar o no la causa por Santiago, ¿cuál es tu opinión o hipótesis al respecto?

-En realidad, hubo una falta de decisión política. Esa falta de decisión acompaña a que se siga garantizando la impunidad. El silencio sigue siendo un cómplice necesario en este caso.

-En Latinoamérica, particularmente en Colombia, las desapariciones forzadas siguen siendo un problema muchas veces silenciado por el poder político, ¿qué vinculaciones ves con lo que pasó con Santiago?

-Lo pude comprobar estando en Colombia, que es el país que mayor cantidad de desapariciones forzadas tiene. Es un lugar, en el que, además, la mayor cantidad de cuerpos terminan en los ríos. Por eso, cuando conformamos el equipo de peritos de parte independientes, lo conformamos con gente de ahí con vasta experiencia en eso porque es una práctica muy común. Pero lo vi ahí y también vi el año pasado acá en El Bolsón, y es que las fuerzas de seguridad liberan las zonas para que los enfrentamientos ya no estén en manos de las fuerzas de seguridad, si no de particulares. El no investigar termina naturalizando una desaparición forzada, eso pasa en Colombia y veo que acá también se instala esa modalidad. Esto de que están los buenos vecinos y el resto son vándalos genera un encontronazo o un choque entre particulares. Una sensación de que los propios vecinos al estar desprotegidos sin la presencia del Estado tienen que hacer justicia por mano propia. Acá, por ejemplo, Macri diciendo hace poco que si vuelven al gobierno van a terminar con la RAM, es generar un enemigo interno que pone en una situación de enfrentamiento. Se trata de construir un enemigo interno que no existe, porque de existir ya lo habrían erradicado hace rato.

– ¿Por qué no se tiene en cuenta ni se habla de las circunstancias en las que desaparece Santiago?

-No se habla de la represión, de lo que pasó en el lugar. ¿Por qué? ¿Por qué Santiago estaba acompañando un reclamo mapuche? ¿Por qué se había cortado la ruta? Se deja de lado que ingresaron más de cien gendarmes. Primero dicen que Santiago no estaba en el lugar, después que no había los gendarmes, después que no habían llegado al río, después que no habían disparado (aunque se encontraron balas de goma y balas de plomo 9mm). Todo eso fue pasó en 78 días para terminar diciendo “estuvo todo el tiempo en ese lugar”. Como Estado hiciste tres rastrillajes en ese lugar y después decís que estaba ahí. Hace poco Patricia Bullrich dijo que, si Santiago se hubiera entregado, estaría vivo, siendo que ellos tenían la foto de la última vez que se lo vio a Santiago con vida, por lo menos fotográficamente ese 1 de agosto. Todo el tiempo es mentir, no resisten un archivo. Y nadie le repregunta.

En una entrevista, hace unas semanas, Patricia Bullrich habló del caso, dijo que no existe la testigo, que Santiago se ahogó por haber salido corriendo y que les dio plata a ustedes para que lo busquen ¿qué respuestas tenés para ella?

-Miente. Dice que no hay procesados ni imputados cuando sí los hay. Lo que sucede es que hoy no hay quien investigue, pero la causa está abierta y a la espera de un juez. Por otro lado, ataca con todo lo que es plata. “Nosotros lo ayudamos”, como si fuera que me ayudaron porque son un organismo de beneficencia, que es una fundación, a mí no me ayudó nadie del gobierno. Lo que hicieron en su momento fue brindar medios para la búsqueda. Hasta el propio Germán Garavano tuvo que salir a decir que ellos no me habían dado subsidios. Ojalá fuera verdad que hubiera una reparación económica, porque significaría que hubo un juicio, que al Estado se lo encontró culpable. Pero acá no estamos hablando de una reparación económica, estamos hablando de lo que gastaron en el operativo. Si su problema es que yo me tengo que hacer cargo de los pasajes que nos dieron para ir a las reuniones con el Estado, o de viajar a Uruguay cuando nos reunimos con la CIDH en la mesa de trabajo y también con el gobierno argentino, si me está reclamando el avión sanitario que trasladó a Santiago, yo no tengo problemas, se lo pago. Pero en realidad no es un número que yo haya manejado. Ella puede inventar cualquier cifra porque yo no tengo acceso a eso. Pero si ese es el problema, si con la plata se soluciona todo, bueno que pase la factura a ver cuánto se le debe y que lo traiga a Santiago con vida.

¿Cómo transitaste estos cinco años?
–Son etapas. Los familiares tenemos distintos tiempos. Este año me pesa mucho. Tengo mucho dolor y una sensación de angustia por esta impunidad. No sólo es la ausencia de Santiago, sino también de padecer este tipo de ataques todo el tiempo Es una deshumanización constante la que hacen los funcionarios que estaban en el gobierno y otros que hoy son diputados. Bullrich no estuvo sola. Contó con todo un aparato político y también con una cantidad de periodistas obsecuentes que repiten lo que ella dice. En esa parte hay resignación, una frustración de ver que hay justicia, pero no funciona para los que no tenemos el poder que ellos tienen. Ese ese el desgaste y el dolor de estos cinco años. «

Las escuchas ilegales que no son espionaje

El 15 de julio el juez Daniel Rafecas desestimó la causa que se había iniciado contra la Gendarmería macrista. «La respuesta de Rafecas fue que no había suficientes pruebas para decir que fue espionaje. Que no se pudo probar. Cuando en realidad yo declaré hace tres años, y las únicas medidas que tomó fue pedir filmaciones en los lugares donde todos sabemos que, por lo general, pasan tres meses y se borran. Desestimó todos los aportes que hicimos. No llamó a declarar personas que nosotros habíamos mencionado y que eran de vital importancia», dice Sergio Maldonado, quien tuvo intervenido su teléfono.

«Aparte es contradictorio el fallo de Rafecas, porque hasta el propio Lleral cuando se hace cargo de la causa y ve que el teléfono estaba intervenido, suspende esas pinchaduras. Esas escuchas ilegales están en la Corte Suprema desde marzo de 2019 están para destruirse. Con todo ese antecedente, Rafecas dice que no hubo espionaje, te pinchan el teléfono, qué más prueba que esa para saber que sí hubo espionaje».

Bullrich y sus mentiras

El 29 de junio en el ciclo de entrevistas online Caja Negra que conduce Julio Leiva, la exministra de Seguridad Patricia Bullrich negó su responsabilidad sobre el caso Maldonado.

Negó que existiera un nuevo testigo, dijo que la causa está cerrada e insistió en que «quedó atrapado en el río». Un mes después y a pedido de Sergio Maldonado, se publicaron las respuestas de la querella a los dichos de la exministra.

«La testigo existe. Dio nombres y apellidos, y fechas y horas y lugares donde fue escuchando a sus compañeros gendarmes decir que había un operativo, que el operativo había salido bien, que se había detenido un hippie que estaba en el destacamento de Gendarmería de Benetton. Todos estos datos los declaró ante el fiscal de la causa y están incorporadas en el expediente», explica en el video la abogada Verónica Heredia, abogada de la causa.