Con una nutrida agenda de actividades, que incluye un potencial nuevo cese de actividades, los trabajadores de los diarios Clarín y Olé mantienen presente su rechazo al despido de 65 de ellos, el miércoles pasado.

Ayer, con la consigna de «Pascuas en la calle», realizaron un masivo festival en la puerta del edificio donde funcionan ambas redacciones, en el barrio de Barracas, con actividades y espectáculos para grandes y chicos.

Mañana, los fotógrafos despedidos –en total, 18– junto con sus colegas de la Asociación de Reporteros Gráficos (Argra), realizarán un «camarazo», un formato de protesta que se ha hecho habitual para señalar el malestar de quienes ejercen este oficio ante el constante avasallamiento de las condiciones de trabajo que realizan las empresas en nombre del «avance tecnológico».

Las empresas han hecho un abuso de este tema, ya que ha sido la excusa para intentar la flexibilización de las condiciones laborales. Las redacciones de los diarios de papel –muchas de ellas muy numerosas– ya existían cuando apareció la Web. Los intentos de las empresas para agregar el contenido digital a sus redacciones tienen el mismo sesgo: incrementar las tareas de los trabajadores de prensa al menor costo posible.

El caso de Clarín no es la excepción: «La política de la  empresa tiene contrasentidos. Apela a las suscripciones pagas en la Web y al mismo tiempo abarata las estructuras que generan contenido e instalan el criterio de periodismo de escritorio», aseguró Francisco Rabini, delegado de los trabajadores de prensa de Clarín. «Acá no hay una búsqueda de la calidad periodística, como asegura la empresa, sino un ajuste sobre los trabajadores, que son los que pagan las consecuencias de decisiones erradas», explicó.

La conciencia que tienen los trabajadores de Clarín y Olé de esta realidad es lo que los ha llevado a sostener 48 horas de paro, entre el miércoles y el viernes pasados, en una decisión que ya fue calificada como histórica por muchos, ya que no se recuerda un suceso de esta magnitud en la empresa que dirige Héctor Magnetto, beneficiada por la concentración (ver aparte).

El cese de tareas –en rigor fueron dos– se votó en forma unánime en masivas asambleas, a pesar de la presencia de policías y seguridad privada dentro de la redacción. De hecho, en todas las asambleas se votó el repudio «al desmedido y violento operativo de seguridad que se mantiene en el edificio de Tacuarí».

Esta fuerza colectiva se transmite en las decisiones. «Estamos muy unidos», describió Rabini. Esto a pesar de que los despidos del miércoles generaron en muchos de los trabajadores un revival de los despidos del año 2000, cuando la empresa cesanteó a 120 periodistas incluidos todos los delegados y activistas. «Hemos superado la vuelta de ese trauma porque entendemos que hay diferencias. En aquel momento no teníamos un sindicato y ahora sí, el SiPreBA (por el Sindicato de Prensa de Buenos Aires); hay unidad lograda tras siete años de trabajo sindical intenso, con asambleas y defensa de los derechos de los trabajadores», agregó Rabini.

La lucha de los trabajadores de Clarín contra los despidos y por la reincorporación ha concitado una enorme solidaridad, como la que el año pasado se generó alrededor de la que desplegaron los periodistas de la agencia estatal Télam. Una muestra de esto se verá pasado mañana, cuando se realice una conferencia de prensa con la presencia de personalidades sociales, sindicales y políticas.

El gremio de prensa ha perdido más de 3000 puestos de trabajo a nivel nacional en los últimos años, pero también ha dado enormes peleas por evitarlo. La de Clarín se suma a esta distinguida historia. «

Una radiografía del multimedios más poderoso

El Grupo Clarín acusó a la «crisis» a la hora de justificar los despidos masivos. Una semana antes, el Monitoreo de la Propiedad de los Medios (MOM Argentina, por sus siglas en inglés) que Tiempo realizó junto a Reporteros Sin Fronteras (RSF), advirtió que el crecimiento del mayor multimedios del país tenía efectos negativos para la pluralidad de voces por su posición dominante en el mercado.
El Grupo Clarín es el mayor conglomerado de comunicaciones en la Argentina. Edita el diario más vendido (Clarín) y el segundo periódico online más visitado (Clarín.com), además de dos de los diarios de alcance regional más importantes y tradicionales (La Voz del Interior, de Córdoba, y Los Andes, de Mendoza, junto con sitios web); posee las emisoras de radio AM y FM líderes en audiencia (Radio Mitre y FM 100) y una red de repetidoras que es la segunda red de TV abierta más grande del país (el canal cabecera es El Trece, de Buenos Aires).
Además, cuenta con varias señales de TV por cable, entre ellas una de las de mayor rating en noticias (TN); es socio del Estado y de La Nación en la única fábrica de papel de diarios (Papel Prensa), y accionista mayoritario del principal cableoperador del país (Cablevisión) y de una de las dos operadoras de telecomunicaciones más importantes (Telecom).
Según la investigación realizada por MOM Argentina, las empresas lideradas por Héctor Magnetto concentran el 25% de todas las audiencias del país: 6,84% en radio, 10,62% en televisión y 7,82% en diarios.
Clarín concentra también los mayores ingresos del mercado. Sin tomar en cuenta sus negocios de provisión de TV por cable, telefonía móvil y fija y conectividad a Internet, el Grupo Clarín obtuvo en 2017 ganancias por $ 159 millones, cuando el resto de grupos mediáticos que serían su competencia no llegaron a cruzar el umbral de los $ 10 millones.
El Grupo Clarín es también el principal beneficiario de la distribución de la publicidad oficial del gobierno nacional, con $ 395 millones durante 2018, y de las administraciones de las principales provincias del país.

Piden ayuda estatal

Una semana antes de los despidos en Clarín, las cámaras empresarias que agrupan a los editores de diarios (papel y web) de todo el país publicaron un pedido de socorro estatal ante «la combinación dramática de un cambio de paradigma global en los consumos culturales y en las fuentes de financiamiento de los medios».

Llamó la atención que un sector que habitualmente critica a los sectores productivos que piden ayuda estatal pasara ahora a recurrir a ese mismo expediente, aunque cabe aclarar que la publicidad oficial oficia en los hechos como una ayuda estatal concreta.

En su texto, las cámaras empresarias de diarios y revistas (Adepa, Aedba, Adira y AAER) le sugieren al ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, una serie de alternativas para mejorar su situación: «financiamiento productivo, empleo, regímenes impositivos y previsionales, planes de pago, adecuación a futuro de regímenes laborales para favorecer el empleo». Este último punto fue visto como un intento por quebrar el Estatuto del Periodista.