«Compito contra mí», asegura Horacio Rodríguez Larreta a quien se le ponga delante. «Si hacemos todo bien no hay elección. Y si hacemos todo mal, tampoco», agrega ante su círculo de confianza. El jefe de Gobierno porteño atraviesa su primer año como cabeza del distrito más rico del país sin grandes urgencias. El susto que le dio Martín Lousteau en la segunda vuelta de 2015 quedó tan lejos como los 8400 kilómetros que separan Washington de Buenos Aires. Para evitar sobresaltos y ganar visibilidad, el alcalde capitalino trazó un camino con un rumbo muy definido: nueva policía y urbanización de villas.

A diferencia de su pupila María Eugenia Vidal, el mandatario porteño no tuvo que lidiar con paros docentes, grandes movilizaciones ni tampoco transpiró demasiado para que la Legislatura votara las principales leyes que envió al Parlamento. Es cierto, no cuenta con la imagen positiva que tiene la gobernadora bonaerense, pero tampoco debe cuidarse de las amenazas que enfrenta la ex ministra de Desarrollo Social en el corrosivo territorio provincial.

Desde la flamante sede gubernamental de Parque Patricios aseguran que su suerte «está atada a la de Mauricio» Macri, pero en el Ejecutivo capitalino comenzaron desde hace tiempo a plantear una agenda propia que permita distinguir la gestión de Rodríguez Larreta de lo hecho por su antecesor y hoy presidente. «Podemos hacer 14 Metrobuses, pero no habría ninguna diferencia con los que ya están. Podemos seguir mejorando las plazas y que pasen del 80% al 90% de valoración positiva. Pero eso no mueve demasiado el amperímetro», explica uno de los funcionarios que pasa más tiempo al lado del mandatario porteño.

Plan policía

Se sabe que el rendimiento oficialista cae en las elecciones legislativas, pero en el gobierno porteño confían en que la presencia de los agentes de la Federal y la Metropolitana que comenzarán a patrullar las calles de la Ciudad con uniforme unificado impacten en la preferencias de los votantes capitalinos. «2017 va a ser el año del equipamiento. Recibimos a la Federal en muy malas condiciones, la mayoría de los agentes no tenía chaleco antibalas», explican.

Si bien la presentación de la fuerza empezó con el bluff de los «falsos helicópteros», la normativa que conformó a la nueva fuerza logró un consenso inédito en la Legislatura y se convirtió en ley con 55 votos favorables. Tuvo incluso el acompañamiento de Suma+, que responde a Lousteau, hoy por hoy la mayor amenaza política que aparece en el horizonte larretista. En el macrismo no imaginan al ex ministro kirchnerista compitiendo por dentro del PRO, aunque tampoco piensan que vaya a presentarse en 2017. «Depende mucho de lo que haga Elisa Carrió», le dijo a Tiempo un operador porteño que camina también la provincia. 

El cálculo es simple: si la impredecible «Lilita» juega en Capital, será difícil que Lousteau encabece una boleta. En caso de hacerlo, el ahora embajador quedará en una posición incomodísima: llegará al Congreso con apoyo del radicalismo nosiglista, pero deberá intentar diferenciarse de Cambiemos, alianza que integra la UCR.

A urbanizar

De todas formas en la Ciudad saben que los 50 mil votos que evitaron la derrota del PRO en su patria chica son un margen demasiado pequeño como para arriesgar el sillón porteño en 2019. Desde 2007 el macrismo obtiene performances altísimas en los barrios del corredor norte. En 2015 casi llegó a su techo y en búsqueda de nuevas pasturas Larreta está decidido a aventurarse en las 17 barriadas humildes que se levantan en varios sectores de la Ciudad.

«La mudanza de esos vecinos está fuera de discusión. Sabemos que nadie la aceptaría. No podemos mover a la gente y por eso avanzamos con varios proyectos en simultáneo», cuentan en el gobierno porteño para explicar un radical cambio de política que pasó de la erradicación a la urbanización de las villas.

Diferentes estimaciones sitúan la población de barriadas y asentamientos en más de 300 mil personas, un tesoro incalculable en tiempos de paridad electoral.

Con las obras de la Villa 31 ya iniciadas, en el PRO porteño apuestan a que el año próximo la urbanización empiece a ser una realidad visible para los habitantes de uno de los enclaves más antiguos de la Ciudad, cuya transformación ya fue anunciada demasiadas veces.

Otro tanto ocurrirá en Lugano según decidió la Legislatura el pasado jueves con 56 votos a favor y ninguno en contra. La intención del gobierno es que las obras se extiendan a la Villa Rodrigo Bueno, de La Boca, y al asentamiento ubicado detrás de la estación Federico Lacroze, sobre la calle Fraga. Larreta ató la urbanización de la Rodrigo Bueno al vecino proyecto de Solares de Santa María, uno de las más controvertidas iniciativas que impulsa el macrismo: sobre la ex Ciudad Deportiva de Boca, la empresa IRSA planea construir algo bastante parecido a un barrio privado en medio de la Ciudad.

El permiso gubernamental para construir torres de 50 pisos en la zona hará subir el precio del terreno en varios cientos de millones de dólares y resultará para Eduardo Elsztain un negocio alucinante. Hasta ahora los legisladores no están dispuestos a acompañar el proyecto, pero en el PRO confían en que la presión por la urbanización de la Rodrigo Bueno sirva como incentivo.

Con la actividad económica nacional sin indicadores alentadores en el cierre del año, Rodríguez Larreta confia en su apuesta de doble cara para iniciar un 2017 decisivo para el proyecto político de marcar diferencias y ganar posiciones con un sesgo personal.