El gobierno se va de Chapadmalal con lo que vino a buscar: una hoja de ruta electoral. Si en algo coincidieron los 35 ministros y secretarios en esta convivencia forzosa de dos días a orillas del mar es en la necesidad vital de obtener un triunfo en las legislativas de 2017. “Tenemos que ganar para fortalecer la posición de Cambiemos en el Parlamento y así poder avanzar con las transformaciones que nos proponemos”, confesó el viernes el ministro de Educación, Esteban Bullrich. Fue un resumen bastante preciso del diagnóstico que predominó en el encuentro: Macri quiere ganar las elecciones para reducir el costo fiscal de alquilar gobernabilidad. “Si ganamos, guardamos la chequera y desempolvamos el látigo”, exageró un funcionario que participó del retiro oficialista. Los gobernadores que adivinaron esas intenciones frenaron la reforma electoral como un modo de advertir sobre los riesgos de instituir el palo por palo.

La presencia de Emilio Monzó en el predio sirvió para unificar la táctica que el gobierno se propone utilizar para 2017. El presidente de la Cámara de Diputados, como se sabe, es de los que creen que a Cambiemos le falta “más peronismo”. Incluso dio nombres de las figuras del PJ a las que propone sumar. Mencionó, por caso, a Florencio Randazzo, Felipe Solá y Diego Bossio. En Chapadmalal, sin embargo, el presidente y su Gabinete en pleno le hicieron saber que eso, por ahora, no va a pasar. “Vamos a jugar con candidatos propios”, le dijeron a Monzó, mientras saboreaban pinchos de cerdo en el quincho de la residencia oficial.

“Lo más importante es fortalecer Cambiemos. Queremos fortalecer nuestra organización política y seguir representando lo mejor a quienes nos votaron”, convalidó en público Esteban Bullrich. La noche anterior, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, había sugerido que los acuerdos, en tal caso, serían distrito por distrito, y “con los dirigentes que se quieran sumar a nuestra coalición”. O sea: se aceptarán individuos, no bloques políticos. Y el derecho de admisión es estricto: peronistas territoriales y exfuncionarios K, abstenerse.

En un intervalo de las exposiciones técnicas sobre los mentados “cien proyectos” que se promocionaron como eje del retiro, el presidente pidió que se vayan garabateando listas donde prime la presencia de Cambiemos. Rápido para esos mandados, el radical Mario Negri propuso fortalecer a los referentes provinciales de la alianza. “Este fue un año de fortalecimiento de la relación con los gobernadores. Ahora nos toca trabajar sobre nuestros referentes en cada provincia”, citó la vicepresidenta Gabriela Michetti al jefe del interbloque de diputados oficialistas. El radical cordobés, como todo su partido, es un férreo defensor de jugar con lo propio. Obvio: eso aumenta las chances de poblar las listas de boinas blancas.

Revitalizado por el respaldo presidencial, Marcos Peña –que compartió chalet con Macri– obtuvo otro pequeño triunfo en el cónclave: la ratificación de su estrategia de “comunicación directa”. Además de la copiosa inversión publicitaria en redes sociales, el jefe de Gabinete se propone crear espacios donde los funcionarios se crucen cara a cara con la comunidad. “Queremos que esta mayoría que nos apoya, que está poniendo el hombro, esté más incluida en mesas de diálogo”, explicó la vicepresidenta Michetti, una de las que más se entusiasmó con la idea. Aunque ausente, el espíritu del consultor Jaime Duran Barba se paseó por Chapadmalal.

Si bien ningún ministro lo dijo en público, en el retiro se admitió que ninguna estrategia será exitosa si se mantiene la sequía en los bolsillos de los asalariados, el sector más golpeado por la recesión. A regañadientes, Macri aprobó el uso de un antídoto clásico: si la mentada “lluvia de inversiones” privadas se sigue postergando, como ocurrió hasta ahora, el gobierno echará mano de la inversión pública en infraestructura para activar el empleo y sostendrá medidas que estimulen el consumo.

La cuenta que hizo el ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, es que el próximo año podrían disponer de unos 20 mil millones de dólares para volcar en esas acciones. El cálculo suma recursos provenientes de nuevas tomas de créditos, incluido un eventual desembolso del FMI. En una economía estancada, la inyección de esa fortuna creará una sensación de prosperidad que el gobierno intentará explotar en campaña. El gobierno jugará fuerte para crear ese espejismo: las encuestas, el insumo clave en la táctica macrista, indican que el “efecto herencia” pierde vigor. «