La esperanza es lo último que se pierde. Un sector del Gabinete de María Eugenia Vidal no se resigna y quiere que la gobernadora sea candidata presidencial. El grupo está compuesto por los ministros de origen peronista, encabezados por Joaquín de la Torre, intendente de San Miguel con licencia, a cargo de la cartera de Gobierno de Vidal. Fue puesto en ese lugar justamente para manejar la relación con los jefes comunales del PJ. Otro que forma parte de la misma insignia es el “potro” Cristian Ritondo, que hoy maneja la Seguridad que tanto ambicionaba cuando era legislador porteño de Mauricio Macri. Con más reticencia acompaña esta posición Federico Salvai, jefe de Gabinete de la Provincia, y varios funcionarios de segunda línea. Del otro lado se ubican el resto de los ministros, los “macristas” a toda costa. Sostienen que nada puede hacerse sin la venia del jefe de Estado.       

Los funcionarios bonaerenses de primera línea de  origen peronista tienen ese olfato innato para el poder. “Huelen sangre”. El problema es que el aroma que perciben es el de ellos mismos. Las encuestas que manejan en Provincia tienen resultados similares a las que circulan en todos los campamentos políticos. La popularidad del presidente, por el fracaso del modelo económico, está muy golpeada, especialmente en el Conurbano. Hay distritos donde su intención de voto se acomoda por debajo de los 20 puntos. Eso, en una elección ejecutiva, puede ser catastrófico.

La idea que impulsa este sector del vidalismo es, centralmente, que la gobernadora manifieste su intención de ser candidata presidencial y ver qué desencadena. No es una hoja de ruta totalmente trazada. Podría desembocar en una PASO, quizás en la decisión de Macri de bajarse. Nadie lo sabe. Pero para este grupo vale la pena intentarlo. Parten de la base de que con  el presidente encabezando la boleta se van a quedar con todas las manos vacías, que van a  perder también la Provincia. Ven a Macri como el capitán del Titanic que no ve el iceberg enfrente.

Vidal, por ahora, ha dado la orden de que hacia afuera se niegue todo y sigue sonriendo.

Macri encontró una estrategia para bloquear cualquier tentación de lanzamiento que no tenga su consentimiento, mostrarse más que nunca al lado de la gobernadora. Lo hizo esta semana que termina reuniéndose con Vidal y sus funcionarios y luego en el encuentro con intendentes de Cambiemos en la Quinta de Olivos. Además se sacará fotos con ella en cuanto corte de cinta pueda hacerse, aunque sea para inaugurar una cuneta. De esa manera, además de absorber algo de la buena imagen con la que todavía cuenta la mandataria provincial, le pone un freno a cualquier decisión de distanciamiento. En ese contexto, de cercanía escenificada, una manifestación de deseo de disputar la Casa Rosada se vería como una gran traición, la discípula que apuñala a su mentor. 

La propuesta de desdoblar la elección bonaerense, que cobró fuerza meses atrás y que nunca fue digerida por Macri ni por su jefe de Gabinete, Marcos Peña, era un punto intermedio. Eso, evaluaba el vidalismo, y los ministros de origen peronistas en particular, aseguraba la cuota de poder bonaerense. Partían de la base de que sin el jefe de Estado encabezando la boleta la reelección de la gobernadora era casi segura. Sin embargo, Macri parece decidido a que los que crecieron en política bajo su sombra se hundan o se salven con él, vamos juntos, tampoco aceptó el desdoblamiento.

Las probabilidades de éxito de este sector del vidalismo son pocas. La mandataria provincial ha dado muestras de que no se atreve a ir en contra de la voluntad del presidente. No lo hace aunque esto castigue su proyección política. Hace un año y medio parecía una estrella que duraría años y hoy intenta no ser arrastrada hacia fondo por su mentor.

Lo que todavía podría tener efecto es la presión de ciertos sectores del establishment, entre ellos el Grupo Clarín, que dudan de la eficacia de la postulación de Macri. Los impulsa el temor de que esa candidatura colabore con que el peor de sus fantasmas se vuelva realidad, la suma de todos sus miedos: el retorno de CFK . «