El fiscal federal Cristian Rachid, que investiga la muerte de José Javier Bechis -el soldado voluntario de 19 años perteneciente al Grupo de Artillería 7- que se produjo el 2 del corriente en una práctica de tiro en Salinas del Bebedero, dijo que la causa está caratulada aún como “homicidio” y que se trabaja en dos frentes de investigación con “múltiples responsabilidades”.

El joven, que había ingresado al Ejército tres semanas atrás, recibió un disparo en su hombro izquierdo y sufrió un paro cardíaco en la sede de las prácticas de tiro, a 47 kilómetros de la capital puntana. Rachid afirmó, en diálogo con la prensa, que la responsabilidad en la muerte del joven puede ser “múltiple”, y por eso se está investigando desde el ingreso del aspirante hasta que se le imparte instrucción teórica, va al campo y efectúa el disparo.

La madre del soldado, Gabriela Alejandra Flores (47) señaló que dos tenientes la notificaron de la muerte de su hijo y le dijeron que a un compañero «se le había escapado un tiro accidentalmente, le pegó en el hombro y cuando cayó le penetró en el corazón». Relató que el joven había ingresado tres semanas atrás al Ejército como soldado voluntario, que «estaba muy contento» y que el domingo bien temprano salió a Salinas del Bebedero hacia una práctica de tiro. El joven era el mayor de tres hermanos y vivía con su familia en la capital de San Luis.

El propio Ejército, en un comunicado, se apresuró a decir que la muerte había sido un accidente “La muerte fue provocada por disparo de arma de fuego en forma accidental mientras se desarrollaban actividades de práctica de tiro en el Campo de Instrucción Salinas del Bebedero”, dice el texto.

Sin embargo, el fiscal asegura que no hay elementos para asegurar que haya sido una fatalidad. El doctor Rachid explicó que en cada una de las instancias de la práctica de tiro hay un puesto en el que se entregan municiones; otro de tiro, donde cada aspirante es asistido por un oficial supervisor; luego se vuelve a pasar por el puesto de municiones y, finalmente, pasan por el puesto de limpieza de las armas. Todo esto, aclaró, debe estar supervisado, porque se trata de una “práctica controlada”, por lo que las responsabilidades pueden ser “múltiples” si es que, en cada una de estas instancias, el responsable “no controlo lo que tenía que controlar”.

El fiscal aclaró luego que la víctima recibió un disparo desde un diámetro de 15 metros en total que era “ocupado por los aspirantes”, y por ello se investiga la cadena de responsabilidad de todos los que debían custodiar la práctica. Para ello se ha solicitado el legajo personal de cada participante, para saber si aprobó o reprobó la instrucción teórica y el mantenimiento que se realizó de cada fusil, para ver si el resultado obedece, o no, a un desperfecto del arma.

Sobre los dos frentes de investigación en los que se trabaja dijo que, por un lado, se trata de determinar cuál de todos los 50 fusiles que había en la escena fue el causal del disparo mortal, y que, lo que se ha reconstruido vía testimonial es que “dentro de estos 50 aspirantes había un grupo sectorizado, de aproximadamente 20, que estaban en una carpa que se denomina pelotón de limpieza”, donde se hace limpian los fusiles cada vez que los soldados o los aspirantes terminan una ronda de disparos.

En ese círculo estaba la víctima -aseguró Rachid-, y es allí donde recibió “el disparo mortal”, por lo que “hemos secuestrado los 50 fusiles” para determinar de cuál salió el disparo. El otro frente de investigación, explicó, tiene que ver con la cadena de responsabilidades de todos los oficiales que debían controlar la práctica. “Estamos hablando de chicos de entre 18 y 19 años que hacía semanas que habían recibido una instrucción teórica y que estaban en su primera práctica de tiro en terreno”, concluyó el fiscal Rachid.