Me niego a que el peronismo arruine el motor económico de España». Esta fue la frase que utilizó la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, para cuestionar el proyecto del gobierno de Pedro Sánchez que propone un impuesto especial para las grandes fortunas durante dos años. Díaz Ayuso es principal candidata del derechista Partido Pupular para las próximas elecciones.  

Más allá de su ignorancia sobre la elasticidad ideológica del peronismo, y de la clásica incapacidad europea para entender los fenómenos político-culturales que salen de los parámetros a los que están acostumbrados, la expresión de Díaz Ayuso revela la construcción que los medios de comunicación españoles han  hecho sobre el proceso político argentino.

En algún momento el chavismo fue el sinónimo de todo lo malo para los medios de la derecha iberoamericana . Lo sigue siendo, pero ya está presentado como un caso perdido. El peronismo se volvió ahora otro recurso para «asustar» al electorado medio, un cuco. Lo utilizó también  Jair Messias Bolsonaro en el último tramo de la campaña electoral, antes de la primera vuelta que perdió frente al irrepetible Lula da Silva. 

Los medios del establishment se nutren entre ellos mismos. La visión sobre la Argentina que reproducen los medios españoles, y de otros países de la región, es la de Clarín, que retrata la realidad nacional como si se tratara de una recorrida por el Infierno de Dante Alighieri

Esta construcción tiene algún elemento de realidad. La inflación de este 2022 llegará al 100% y será la más alta de los últimos 30 años. En la década de 1980, Argentina tuvo varios años una inflación superior a la actual, pero era un fenómeno generalizado en América Latina. Hoy no es así. Esto permite darle cierto anclaje al relato de que se trata de un país a la deriva. 

Mientras la alcaldesa de Madrid hacía estas declaraciones, el expresidente Mauricio Macri se paseaba por España. El líder del PRO sacó a relucir de nuevo el resentimiento contra la sociedad argentina que se le enquistó en el pecho desde que no logró la reelección. Dijo, suelto de cuerpo, que la argentina era la sociedad que más había fracasado en los últimos 70 años. Se olvidó, entre otras cosas, que Argentina es el país con más premios Nobel de toda América Latina y que los ganó durante esas famosas siete década. El  slogan de Macri no resiste un mínimo cotejo con datos de la propia realidad y menos todavía si se compara con otros países. Pero sirve a la sintonía de Díaz Ayuso y de esta emergente internacional antiperonista.

Macri confirmó una rasgo habitual de la condición humana. Muchos de los grandes privilegiados suelen ser más resentidos que los desfavorecidos. Franco, el padre de Macri, llegó al país cuando tenía 18 años y multiplicó su fortuna familiar hasta transformarla en multimillonaria. Su hijo fue ocho años jefe de Gobierno de la ciudad más rica de Latinoamérica y luego presidente. ¿Qué más le puede pedir al país?

El rencor del presidente fracasado es fuerte. Macri no cree que le debe al país todo lo que logró. Piensa que el país le debe a él todavía más. Es la antítesis de la famosa frase del expresidente de Estados Unidos Jonh F Kennedy. Sería así: no preguntes qué puedes hacer tu por tu país sino que más puedes sacarle a tú país. «