La trayectoria del excapitán de la Armada, condenado a más de mil años de prisión por crímenes de lesa humanidad, que ahora accedió a un beneficio que le permite circular en libertad.

Scilingo confesó sus crímenes y detalló la mecánica de los vuelos de la muerte de la Marina Argentina en 1995. El exjefe de automotores de la ESMA denunció que entre 1500 y 2000 detenidos fueron arrojados al Atlántico con vida, narcotizados y desnudos, desde aviones de la Marina de guerra y de la Prefectura naval, durante los años 1976 y 1977. Se lo contó al periodista Horacio Verbitzky, quien lo publicó en su libro El Vuelo.
La de 1990 era la década de la impunidad gracias a las leyes de Obediencia Debida y Punto Final de Raúl Alfonsín y los indultos y la política de pacificación de Carlos Menem. Los genocidas caminaban por la calle, los hijos de los desaparecidos alcanzaban la mayoría de edad y se organizaban como H.I.J.O.S., y el periodista Mariano Grondona enfrentaba a torturador y torturado en un estudio de televisión. En ese contexto Scilingo viajó a Madrid para una dar entrevista a la TV y para testimoniar ante el juez Baltazar Garzón, que lo procesó y lo detuvo en el marco de una investigación por la desaparición de españoles durante la dictadura cívico- militar argentina.
En 2006 fue condenado en el país europeo a 640 años de prisión y, en 2007, a 1084 años por 30 asesinatos, una detención ilegal y su complicidad en otras 255 detenciones ilegales, todos delitos que el Tribunal Supremo consideró delitos contra la humanidad. Su condena terminará en 2022. Sin embargo, el 18 noviembre pasado Scilingo abandonó el centro penitenciario de Alcalá de Henares, al que ya no tendrá que volver. La cárcel aceptó su pedido de aplicarle el artículo 100.2 del Reglamento Penitenciario que le permite terminar la condena fuera de la prisión a cambio de colaborar con una institución religiosa. Se lo conoce como «Régimen Cenicienta», porque a la noche debe volver a dormir al penal, pero su caso es más beneficioso porque pernocta en un centro de inserción social.
El represor, de 73 años, fue encontrado por el periodista Alejandro Requeijo, de Vox Populi, en una iglesia ubicada en el centro de Madrid donde trabaja seleccionando ropa para donaciones. «Ya no soy interno (preso), soy residente», le dijo el marino. El cronista escribió que el reo había pedido que se le aplique un beneficio para dormir todos los días en el departamento de su mujer en Madrid.
Graciela Lois es querellante contra Scilingo en España y opinó que es «indignante» que salga de la cárcel. «Hace dos años que está solicitando esta medida. Hasta donde pude me opuse porque todavía tengo poder de querella en Madrid», dijo a la TV Pública la integrante de Familiares de Detenidos Desaparecidos y directora de DD HH de la Defensoría del Pueblo. Explicó que en 2022 va a cumplir su sentencia, que según la ley ibérica no puede ser de más de 25 años. «No me gusta la idea, obviamente, esta medida se ve muy mal», dijo Lois. «En este contexto, cuando todavía estamos en un juicios de lesa humanidad, a nosotros nos hiere».
El mismo cronista de Vox Populi, en mayo de 2018, había encontrado a Scilingo caminando por las calles de la capital española y contó que había accedido a salidas transitorias. En una entrevista, además, le dijo que era inocente, aunque a la TV española le había dicho, en 1998, que estaba donde debía estar: la entrevista fue en la cárcel. Para esa época habían pasado al menos tres años desde que había reconocido su participación en la represión ilegal. Cuando Menem indultó a los excomandantes y Jorge Videla exigió una reivindicación, Scilingo llevó una carta a la casa del dictador. También le dio una copia a Verbitsky, que la publicó en El Vuelo, y como anota el actual presidente del Cels, su texto es escalofriante: «En 1977, siendo teniente de navío, estando destinado en la Escuela de Mecánica, con dependencia operativa del Primer Cuerpo de Ejército, siendo usted el comandante en jefe y en cumplimiento de órdenes impartidas por el Poder Ejecutivo, cuya titularidad usted ejercía, participé de dos traslados aéreos, el primero con 13 subversivos a bordo de un Skyvan de la Prefectura y el otro con 17 terroristas en un Electra de la Aviación Naval. Se les dijo que serían evacuados a un penal del sur y por ello debían ser vacunados. Recibieron una primera dosis de anestesia, la que sería reforzada por otra mayor en vuelo. Finalmente, en ambos casos fueron arrojados desnudos a aguas del Atlántico Sur desde los aviones en vuelo», decía el represor que ahora goza de una semilibertad en Madrid. «
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