África: lagos de sangre entre Coltan y Tántalo

Por: Eric Calcagno

Los problemas en los grandes lagos están atravesados por los intereses económicos occidentales.

El 30 de enero pasado las tropas del M23 tomaron la ciudad de Goma, capital de la provincia de Kivu del Norte, en el este de la República Democrática del Congo. Es un giro en lo que podríamos llamar la Guerra de los Grandes Lagos del corazón de África, que son muchos, cuyos países linderos son Uganda, Ruanda, Burundi, Tanzania, Malawi y Congo, que no son pocos. El asunto es que el M23 consiste en soldados congoleños originarios de la etnia tutsi, apoyados por el gobierno de Ruanda –también de origen tutsi- en equipamientos y efectivos, que dieron cuenta en cinco días de una guarnición compuesta de regulares del ejército del Congo, algunas milicias, y mercenarios rumanos (!) Dos semanas después, la capital de Kivu del Sur llamada Bikavu también fue conquistada por el M23. Hubo disturbios en Kinsasha, la capital del Congo, a mil kilómetros de distancia, que los insurrectos señalan como el objetivo final. ¿Parece una guerra europea, no? Pero esto es África.

Para explicar tal cuestión debemos remontarnos a Leopoldo II de Bélgica, el filántropo genocida que recibió al Congo como propiedad personal en 1885, un tipejo del que nos ocuparemos en otro momento habida cuenta los crímenes cometidos. Empezamos por otro genocidio, más reciente. Ese “viaje al corazón de las tinieblas” –como diría Conrad- comienza en abril de 1994, cuando en Ruanda la etnia hutu, que representaba el 80% de la población, consideró que era momento de cargarse a la minoría tutsi, favorecida por el colonizador belga desde el fin de la primera guerra mundial. ¿Fue una movida occidental? Como sea, el entonces gobierno hutu de Ruanda compró armas a Francia y a la Sudáfrica del Apartheid para equipar militares, milicias y vecinos que a tiro, lanza o a machete torturaron y masacraron a un millón de tutsis o hutus moderados en sólo tres meses, sin importar edad aunque sí sexo, ya que medio millón de mujeres fueron violadas antes de ser asesinadas, y las que no morían sufrieron mutilaciones genitales para que no procrearan más tutsis. Los pocos que pudieron huyeron a los países limítrofes, en especial Uganda. Donde ya residía Paul Kagame, un tutsi ruandés, que integró desde el principio el movimiento del ugandés Yoweri Musenevi –apoyado por el tanzano Julius Nyerere- que llevaría al derrocamiento de la dictadura de Idi Amin Dada en los ochenta y participó de la toma de Kampala. Contra el genocidio, Kagame formo el Frente Patriótico Ruandés (RPF) que contó con el apoyo de Musenevi, tanto en la guerra de guerrillas que libró en “las mil colinas” hasta que en julio de 1994 pudo tomar Kigali, la capital de Ruanda y terminar ese genocidio. Nada eso fue lindo, más bien todo lo contrario. Digmos también que contra el RPF Francia estableció una operación militar, llamada “Turquoise” que aseguró el paso de los genocidas al Zaire de Mobutu Sese Seko y no hizo nada para detener la masacre. Algo que hasta Macron reconoce. El asunto es que más de 2 millones de hutus, temerosos de las venganzas de los tutsis, optaron por el exilio masivo en lo que sería el Congo. Allí reformaron milicias, en lo que serían las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), apoyadas por Mobutu Sese Seko. Eso desencadenó una intervención de Uganda, Ruanda y Burundi que terminó con el régimen de Sese Seko. Por desgracia, las cosas no terminan allí. Por desavenencias entre el nuevo gobierno del renombrado Congo, los tres países mencionados entran en una nueva guerra, mientras que Angola, Chad, Namibia, Sudán y Zimbabue apoyan al Congo. Esa guerra que duró de 1998 a 2003 dejó seis millones de muertos, infinidad de desplazados y también violación en masa de mujeres.

En esa guerra nace el M23, que apoyado por Ruanda continua la ofensiva en el este congoleño. No sólo para eliminar la amenaza hutu, sino también para controlar los yacimientos minerales de coltán. Con el mismo nivel de exacciones, que aquí no hay héroes sino guerras entre Estados, etnias, señores de la guerra: existen más de 120 facciones armadas en disputa por esos territorios. Miembro del Club Valdai, el profesor Rodolfo Marchetti, de la Universidad de Roma, sostiene que en ausencia de Estados constituidos, la sociedad civil se tribaliza, ejerce las funcionas públicas de modo arbitrario, basada en las identidades formadas en torno del nacimiento en una etnia hecha de mitos y tradiciones ancestrales antes que en un territorio. Digamos también que en el caso de la guerra de los grandes lagos africanos, los problemas étnico-políticos están atravesados por los intereses económicos occidentales. Por desgracia, las provincias de Kivu tienen oro, plata, tungsteno, diamantes, zirconio, turmalina, platino, fosfato entre otros minerales, aunque ninguno como el coltán, mezcla sólida de columbita y tantalita. Quizás esta última fue nombrada así por Tántalo, una figura mítica griega, que por los crímenes cometidos estaba en lo más oscuro del inframundo, sin poder alcanzar la comida a su alrededor, ni beber el agua que lo circundaba. Sin haber cometido otro crimen que existir, vejados, explotados y esclavizados, los pueblos de la región de los grandes lagos africanos sufren ese castigo a diario. «

Compartir

Entradas recientes

La gigante Mondelez paró la producción de su planta de Pacheco por la caída del consumo

Será por al menos 14 días, aunque la producción plena recién volvería el 5 de…

7 horas hace

El mileísmo allana el terreno en el Congreso para avanzar con la «motosierra profunda»

El debate sobre cómo podrían conformarse las comisiones que tratarán los dos proyectos centrales del…

7 horas hace

La producción de autos y utilitarios se desplomó casi un 30% en noviembre

Es en la comparación contra el mismo mes de un año atrás según los datos…

7 horas hace

The Brian Jonestown Massacre hizo temblar el C Art Media con su psicodelia expansiva

El calor de la noche porteña se mezcló con los riffs hipnóticos y la psicodelia…

8 horas hace

La UTA advierte con un viernes sin colectivos: “Si no hay salario, no trabajamos”

Las empresas no aseguran el pago de sueldos de noviembre y el gremio aseguró que…

9 horas hace

“Sin agua, no hay desarrollo posible”: el enérgico rechazo de organizaciones civiles a la modificación de la Ley de Glaciares 

Más de 25 entidades lanzaron un documento conjunto donde desmitifican postulados lobbystas y resaltan la…

9 horas hace

Pobreza: la UCA dice que bajó más de 9 puntos pero aclaró que podría estar «sobredimensionada» por defectos metodológicos del INDEC

El Observatorio de la Deuda Social aclaró que en realidad la contracción es de poco…

9 horas hace

Kicillof participó de la marcha de las Madres de Plaza de Mayo en homenaje a Hebe de Bonafini

Fue en el marco de las actividades por la conmemoración del cumpleaños 97 de Hebe.…

10 horas hace

Una pareja de jubilados que cobran la mínima necesita más del doble de dinero para cubrir sus gastos básicos

Una pareja de personas adultas mayores necesitó en octubre $1.278.026 para cubrir sus gastos mensuales. Teniendo en…

10 horas hace

Guiño de la Cámara Federal a Spagnuolo y los Kovalivker: ordenan investigar el origen de los audios

Las defensas del ex titular de la Agencia de Discapacidad y de los dueños de…

11 horas hace

La Corte Suprema rechazó una apelación del Gobierno por el reparto de alimentos en comedores

Se trata de la causa que obligó a Sandra Pettovello a repartir la comida almacenada…

12 horas hace

El FMI sale al cruce de Caputo y reclama más reservas en el BCRA

El organismo le reclamó al gobierno un marco monetario y cambiario “coherente” y exigió cumplir…

13 horas hace