El primer congreso se realizó en la UNLu y reunió a más de 500 participantes de todo el país. Puso en debate a la agroecología como proyecto político y como respuesta al modelo agroindustrial que avanza sobre los territorios, la salud y los alimentos.

El agronegocio se caracteriza por dos cuestiones: la forma de producir insana con el ambiente y con la salud, y la imposición de una forma de consumir que es el negocio de unos pocos», expresó Carla Fernández, integrante de la organización del Congreso. «La agricultura no solo es una cuestión de producción, sino también de consumo. Y el consumo es una cuestión política, estoy convencida de que pensar qué comer, cómo comer, qué tipo de alimentos y a quién comprárselo es un acto político. Alimentarse no es solo ponerse comida en la boca: lleva tiempo, pero también nos hace más libres», reflexionó.
Fernández cuestionó además el modelo que impulsa el Estado, al asegurar que “nos propone una agroecología que coexiste con un agronegocio que nos está enfermando, que nos está matando. Nosotros proponemos algo saludable y el Estado propone algo comercial, nosotros proponemos que la agroecología sea un proyecto de vida, sea un proyecto político donde no exista la explotación del ambiente ni de los seres humanos».
Este congreso que se realizó del 5 al 7 de junio, permitió innumerables debates en torno a la salud socio ambiental, la soberanía alimentaria, la producción sin venenos y el rol del estado. Una de las mesas que generó mayor interés fue “Manos a la tierra, experiencias y posibilidades”, donde se compartieron prácticas concretas de producción agroecológica, desde la regeneración de suelos degradados y el uso de bioinsumos hasta el manejo sustentable del agua y la cría de animales en sistemas mixtos. También se debatieron las tensiones con el modelo convencional, la autonomía de los productores, el impacto ambiental y las nuevas ruralidades que buscan el arraigo y la diversidad cultural en el campo.
Claudia Carolina Sánchez, productora y técnica en agroecología de General Rodríguez, compartió también su mirada desde la práctica diaria: «El desafío más grande que tenemos como productores de agroecología es que el convencional se vuelva a la agroecología. Es una transición que nos está costando mucho, pero la agroecología es un medio de vida, es volver a la vida. Nuestro compromiso es seguir profundizando en la construcción de un movimiento agroecológico anticapitalista, por la soberanía alimentaria, en defensa de los territorios y de las semillas libres, en manos de los pueblos y no de las transnacionales».
El Congreso contó además con la participación de trabajadores del INTA que denunciaron el vaciamiento de la institución, colectivos ambientalistas municipales de distintos partidos bonaerenses y docentes de universidades nacionales, quienes debatieron cómo articular los diferentes niveles del Estado con las organizaciones sociales para impulsar políticas públicas que realmente promuevan la agroecología. En esas mesas se discutieron las trabas al acceso a financiamiento, la falta de reconocimiento institucional y las tensiones crecientes con el modelo agroindustrial.
Más allá de las exposiciones, el evento fue también una celebración de la vida y la biodiversidad. Hubo feria de productos agroecológicos, proyecciones audiovisuales, presentaciones artísticas y espacios pensados para las infancias. Para los y las organizadoras del evento, esta dimensión festiva reafirmó que “la agroecología no es solo una forma de producir alimentos, es también una forma de vivir, de recuperar saberes ancestrales y de reconstruir vínculos más justos y amorosos con la tierra”.
El Congreso fue organizado por el Encuentro de Pueblos Fumigados por la Agroecología y el Buen Vivir de la provincia de Buenos Aires (EPFBA), con el acompañamiento de la Universidad Nacional de Luján (UNLu), que cedió sus instalaciones para la realización de las actividades.
Bajo el lema “Del monocultivo a la biodiversidad”, las jornadas apostaron a tender puentes entre saberes científicos, campesinos y populares para fortalecer la transición hacia sistemas productivos más justos, diversos y sostenibles.
El Primer Congreso de Agroecología de los Pueblos permitió denunciar que “en Argentina existe un movimiento agroecológico plural, diverso y en expansión, que resiste al monocultivo, a los agrotóxicos y al despojo territorial”. Este encuentro en Luján no solo visibilizó esa lucha, sino que consolidó redes entre actores que comparten la necesidad y la urgencia de transformar el actual modelo agroalimentario hacia uno basado en la equidad, el cuidado ambiental y la soberanía de los pueblos.
Se realizaron actos contra el "Proyecto de Ley de la Dosimetría", que beneficiaría a golpistas…
El empleo registrado en el sector privado sigue con números negativos. Las políticas del régimen…
El gobernador de Buenos Aires también afirmó que el nombre de “modernización laboral” nunca estuvo…
El informe fue realizado por investigadores del CONICET y de la Universidad de La Plata.
En horas de la madrugada ingresaron a la sede del SEIVARA. El ataque apuntó a…
Responsable de clásicos como "When Harry Met Sally", "Stand by Me", "Misery" y "A Few…
La medida, que variará según la región, busca impactar en la inflación de diciembre. La…
Desde el espacio Plataforma se debaten ideas para "evitar caer en la desesperanza". Lo integran…
OLGA, Luzu, Gelatina y Vorterix concentraron buena parte de las estatuillas. El premio mayor fue…
Por decreto, el Poder Ejecutivo Nacional designó a los nuevos jefes de los Estados Mayores del…
El periodista fue premiado por su ciclo político "Industria nacional", que se transmite por Gelatina.…
El ministro de Gobierno Carlos Bianco brinda una conferencia, acompañado por el ministro de Producción,…
Ver comentarios
Excelente iniciativa urgente es crear la Red nuestra americana d Educadores Populares para construir un sistema d formación d promotores Agroecológicos dónde lo más importante no sea sembrar la matica si no sembrar conciencia política revolucionaria