Ahora que sí las escuchan: “Una banda de chicas”, el documental que denuncia la desigualdad en el rock

Por: Natalia Villarroel

Dirigido por Marilina Giménez, retrata las dificultades y prejuicios que deben afrontar los grupos conformados por mujeres, lesbiana y trans en un escena que sigue siendo machista.

¿Qué sucede cuando las mujeres hacen la música que ellas eligen? A esta pregunta responde “Una banda de chicas”, el documental y ópera prima de Marilina Giménez. En el mismo se realiza un recorrido por el under porteño donde las mujeres, lesbiana y trans rompen estereotipos y realizan la música que las apasiona, identifica y compromete con el contexto social. Giménez es el eje conductor del documental, ya que comenzó con las grabaciones en el 2010 cuando formaba parte de YiLet, trío que integró con Marina La Grasta y Ani Castoldi, ella se introduce en el relato y da su mirada sobre este mundo.

El largometraje tuvo su estreno internacional en el 48° Festival Internacional de Cine de Rotterdam, el año pasado (ya fue presentado en más de 30 festivales), y retrata a once artistas y bandas de Buenos Aires que reflejan diversos géneros musicales como cumbia, pop-rock, reggaetón, trap, indie y punk, de los últimos diez años.

“Una banda de chicas” muestra el vivo de las bandas y solistas a través de entrevistas, que exhiben  las voces de las protagonistas y sus experiencias personales en este universo “liderado por hombres”. Marilina Giménez logra captar la vida cotidiana de las chicas, desde la maternidad colectiva de Pilar Arrese (She Devils/Kumbia Queers) tras una gira por Europa, la composición musical, bailes, producción y shows, todo derriba los estereotipos que se tienen de las mujeres y su relación con la industria.

La directora sostiene que a las mujeres en la música se las encasilla en ciertos roles, pero existen quienes rompen estos preconceptos y marcan poder, fuerza, sensualidad y decisión a través de hacer lo que les gusta y sobre todo le ponen el cuerpo, no solo en el escenario sino en la vida, ya que las muestra en marchas por la legalización y despenalización del aborto, y en festivales en defensa de los derechos de las mujeres y disidencias.

–Al principio del documental decís que cambiaste el bajo por la cámara ¿frente a qué necesidad te topaste para hacer este giro?

–En YiLet primero solo tocaba con Marina y a partir de que nos conformamos como trio (al convocar a Ani) empezamos a tener muchas fechas. Nos lo tomamos en serio, queríamos tocar mucho. Y en esas fechas que nos empezaron a salir y que buscábamos, en general nos agrupaban con otras bandas de chicas. Entonces, por un lado, para mí fue una sorpresa el hecho de que existieran tantas bandas de chicas y tantas chicas haciendo música. Y por otro, me empezó a hacer ruido el hecho del por qué nos agrupan ¿es un género el hecho de que seamos chicas? Sobre todo porque muchas veces los estilos musicales no eran muy compatibles y eso hacía que el objetivo de salir a tocar, compartir los públicos y que nos venga a ver más gente, no funcionara. Entonces el empezar a descubrir que éramos un montón me hizo investigar. Comencé a buscar si había materiales, si estábamos en YouTube, si estábamos en las revistas de rock o de música…. Y bueno, no. No estábamos en la radio, ni en las revistas, ni en los canales de música, por lo que me empecé a preguntar sobre eso y dije «bueno, yo quiero grabarlas. Quiero que tenga un buen sonido y que se vean bien». Y ahí empezó la idea de grabar a las distintas bandas.

–En tu experiencia personal ¿cómo viviste los obstáculos por el hecho de ser mujer?

2Ya te hacían tener conciencia del hecho de ser mujer al agruparnos y que es distinta a la agrupación que hay ahora, donde hay una conciencia de género, donde cuando se unen chicas u organizan un festival hay conciencia de que nos estamos agrupando porque somos una fuerza. Pero, es muy distinto cuando “te” agrupan, porque no saben con quién ponerte, básicamente porque somos una rareza y te ponen con otra rareza. Eso me parece que ya es una de las primeras cosas que te empiezan a distanciar o a generar una diferencia. Después este tema de la relación con los distintos técnicos o varones de la música, porque no solamente el conflicto es con los sonidistas, también el conflicto es con quienes organizan las fechas que te tratan “especial”. En el caso del sonido, como si no pudiera saber a nivel técnico y yo soy sonidista. Entonces siempre tenemos que explicarles que sí sabemos de qué estamos hablando. También el «Che, tocás bien por ser mujer» o «Mirá sos mujer y tocas como un chabón». Siempre subrayando que pareciera que nuestro género es una inferioridad, pero dado como un hecho. Esas cosas a nosotras nos pasaron. Y creo que en menor medida deben seguir pasando, hay mucha gente a la que no le llega el pensar en una equidad de género, porque no pueden entender que por mucho tiempo los varones blancos-cis-heterosexuales tuvieron muchos más privilegios que otras personas.

-Por lo que mencionas fueron muchos años de grabación ¿Cuándo comenzaste a trabajar con una idea más concreta de realizar la película?

– Si, yo empecé en 2010, pero la peli empieza a tener más fuerza en el 2015, un poco antes del “Ni una menos”. El “Ni una menos” instaló el tema a todas y todos; que cada une pudiera identificar que lo que teníamos naturalizado en el laburo, por ejemplo, no estaba bueno. Y además se instaló la palabra feminismo. Es decir, que la peli empieza a tomar forma también por una cuestión de que el público ahora puede entenderla más allá de la música porque ya se instaló la problemática.

–La diversidad y variedad de géneros musicales en el documental es muy grande ¿Cuál fue el eje para seleccionar a las artistas?

–Fue muy complejo, pero el eje narrativo fue que todas tenían que contar la ruptura del “deber ser” de la mujer-música. Quería romper con ciertos patrones como que la mujer-música debe ser suave, delicada, con voz melódica y virtuosa de conservatorio, y que tiene que estar buena. Me gustaba mostrar distintos géneros porque también quería romper con la idea de que una banda de chicas es una banda de punk o de riot, heredado de los ’90. Es decir, el objetivo era tener variedad de géneros, la ruptura de lo que se espera de una chica trans o lesbiana, y distintos posicionamientos de los feminismos.

–¿Tuviste en cuenta esta inequidad de género a la hora de conformar el equipo de trabajo?

–Las mujeres en la industria del cine tienen muy poco espacio. En esta película el 70% son mujeres y el otro 30% varones gays o deconstruidos, es decir que tenemos conciencia sobre la equidad y decidimos no solo tenerla sino que las mujeres sean quienes superen el equipo.

–¿Cómo pensás que se debe concientizar sobre la desigualdad de género en la industria musical?

–No es solamente despertar al pueblo, también tienen que haber políticas culturales que ayuden a que haya equidad de género. Por eso es muy importante la Ley de Cupo (femenino en festivales), que se la cuestiona, pero por lo menos establece algo. La Ley de Cupo reconoce que hay desigualdad y que algo concreto hay que hacer.


“Una banda de chicas”. Dirección: Marilina Giménez. Producción Ejecutiva: Florencia Jaworowski. Guión: Marilina Giménez, Lucía Cavallott. Con Chocolate Remix, Ibiza Pareo, Kobra Kei, Kumbia Queers, Las Kellies, Las Taradas, Liers, Miss Bolivia, Sasha Sathya, She Devils, YiLet. Jueves 7, 14 y 21 de noviembre a las 21 en Malba Cine, Av. Pres. Figueroa Alcorta 3415, Palermo. Viernes 8 de noviembre a las 20.30 en Hoyts Abasto, Av. Corrientes 3247, Abasto.

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