Aldo Tartaglia, hermano de Lucía y tío de la nieta restituida por Abuelas de Plaza de Mayo, contó sus sensaciones tras la noticia: “Mi madre María fue la que más peleó por recuperar la identidad de mi sobrina, y murió sin conocerla”, dijo.

«Estamos sin dormir después de la noticia, felices y la espero ansioso, porque la amamos sin conocerla y luchamos, más que nada mi mamá, para llegar a este momento, que cierra una etapa de nuestras vidas para que comience otra», sostuvo Aldo Tartaglia en una rueda de prensa presidida por el gobernador de La Pampa, Carlos Verna.
Se trata de la hija de Lucía Tartaglia, secuestrada y desaparecida en 1977, quien durante el cautiverio tuvo a su hija, una joven que hoy, recuperada por Abuelas, se sabe tiene 37 años, vive en Buenos Aires y se llama María Lucila.
«Todavía estoy muy conmocionado con la noticia. Sin dormir, pero feliz. Cuando me llamó Estela (de Carlotto) era tal la felicidad que pensé de inmediato en mi madre, María, que tanto luchó por encontrar a mi hermana Lucía, y ahora sólo pensamos en el reencuentro, porque la amamos; siempre hubo un lugar vacío y estamos ansiosos por verla, aunque aún no tenemos información de cuando llegará ese momento», confesó.
Fue Estela de Carlotto quien anoche llamó a Aldo Tartaglia para darle la noticia de que había sido encontrada la hija de Lucía Rosalinda Victoria Tartaglia, pampeana que militaba en La Plata, y que el 27 de noviembre de 1977 fue secuestrada, tres días después que su compañero, Enrique Sierra.
Lucía Tartaglia tenía 24 años. Su familia supo que estaba embarazada y fue por ello que además de la intensa búsqueda, aportaron las muestras de ADN al Banco Nacional de Datos Genético, dato que hoy permitió la identificación de la hija de Lucía, 38 años después.
Aldo comentó que «nuestra familia no sabía si Lucia había tenido un varón o una nena y toda la etapa desde 1977, con su desaparición, fue horrible; vivir con esa incertidumbre, pensar en una madre que pierde así a su hija y a su nieta o nieto».
«Desde que Lucía desapareció, nunca más festejé mi cumpleaños. Siempre lo festejábamos juntos, porque Lucía cumplía los años el 6 de junio y yo el 7. Después, nunca más lo festejé», confesó Aldo con los ojos llenos de lágrimas.
A su lado estaba Juan Carlos «Pinky» Pumilla, uno de los propulsores del Movimiento de los Derechos Humanos de La Pampa, y testigo de la segunda etapa del juicio contra militares y civiles acusados de delitos de lesa humanidad cometidos en la provincia durante la última dictadura, bajo la denominada Subzona 14.
«Estoy feliz porque después de 38 años encontramos a mi sobrina, hija de mi hermana Lucía, desaparecida en el Olimpo, y doy gracias a Dios por darme la oportunidad de vivir esto», repitió.
Aldo recordó la lucha de su madre, María. «Fue la que más peleó por recuperar la identidad de mi sobrina, y murió sin conocerla. Ahora somos una familia completa; sólo me resta encontrar los restos de mi hermana, y sé que los voy a encontrar», aseveró.
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