
Es él, el que está compuesto por una molécula de cada unx. Su sustancia es nosotrxs.
Todo lo que podemos ser, lo que no podemos. Él es argentin@. Pero no, no Argentina así en mayúsculas, es cada unx de nosotrxs, los argentinos. Cada resplandor, cada incorrección, su calidad es argentina. Expuso al aire, dejó a la vista, sin filtro y al mundo lo que somos y cómo.
No pretenden estas palabras apropiarse de una gloria sólo por él merecida. Es el intento de vernos en nuestro hijo. Y amarnos como él, como amó la pelota, sentir así, darlo todo. Escuchar al hijo, su verdad. Verlo, mirarnos. En el espejo. En las trizas. En el calvario. En la gloria.
Sentir el barro, enchastrarse y resurgir una y mil veces. Sabemos eso y mucho más. Por eso creemos que somos mejores, pero no. Nos perdemos de ver el lado que no queremos o no podemos o lo que sea… ¿cambiar? Un dios que nos enseña con el mal ejemplo, nuestro dios.
No quiere hacer historia esta sucesión de caracteres. De dónde vino, a dónde llegó. Cada quien nació en una jaula, la villa o el barrio cerrado, y es muy difícil liberarse de ella.
Por eso no es común esa ansia, ese valentía, esa lucidez, esa cercanía, esa perspectiva, esa concentración… ese desarrollo del pensamiento que tanto bien hace al tejido conectivo colectivo. ¿Cuántos moldes logramos romper?
No puedo verle el machismo a nadie si no deconstruyo el mío, tan difícil de ver siendo mujer y habilitada por un entorno que me empoderó. Así y todo, cuantás veces hice la vista gorda o directamente me puse en mi contra!
Vernos en él es lo mejor que podemos hacer. Yo no hablaría de autocrítica, no. Eso sería distanciarse y analizar. Yo digo que somos una célula de su cuerpo, digo que todes hicimos los goles, por eso nos dio esa alegría inmensa, indescriptible. Y todes derrapamos con él y en nuestra contra. Liberar el karma dicen, ver la cagada, bien clarita. Y decir sí, la hicimos nosotres, es así. No hay otro modo de pasar a lo siguiente.
¿Qué sigue sin él? Seremos de nuevo, crearemos otro emergente, un auténtico representante de nuestro adn. ¿Cómo habrá sido que evolucionamos desde las cavernas?
Está claro que en el planeta estamos dando a luz otro paradigma, en plena metamorfosis nos llega esta ausencia y nos funde el amor, como siempre la gran alquimia. Barajar y dar de nuevo… las mismas cartas. ¿Y cuál sería el cambio?
Amarse como a Dios. Honrar a nuestros héroes. Respetar al que se levantó y vio más allá. No minimizar nada. Ponerse a la altura. Sentir en carne propia su mal ejemplo porque es el tuyo, el mío. Parar de buscarle el pelo al huevo y mejor usarlo para unir esta masa de nuevxs argentinxs que urgentemente necesitamos cocinar. Hay hambre. «
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