Se recolocaron recordatorios de cuatro víctimas del terrorismo de Edtado de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Estudiantes, docentes, familiares y militantes participaron del acto.

La actividad fue organizada colectivamente por la Facultad de Ciencias Agrarias, el Centro de Estudiantes, la FULZ, Barrios x Memoria y Justicia Zona Sur, y distintos espacios de derechos humanos del conurbano sur —como el colectivo “Los Andes Tiene Memoria”— con la participación de diversas áreas del Municipio de Lomas de Zamora.
Más allá del acto simbólico de recolocar las baldosas de Roldán y Torres en un lugar más visible y representativo dentro de la Facultad, la jornada tomó un sentido más profundo cuando, gracias a una investigación impulsada por el Centro de Estudiantes, se confirmó que Julio Molina también había cursado en esa unidad académica. Este hallazgo permitió sumar su nombre a la placa que recuerda a los estudiantes desaparecidos de Agrarias.
“La actividad fue importante numéricamente. Pero más que nada, amorosamente, simbólicamente, institucionalmente, políticamente”, expresó Rubén Ciuro, integrante de Barrios x Memoria y Justicia Zona Sur y de la FeTIA-CTA. “La recolocación de las baldosas fue también un reconocimiento. Porque bueno, los tres compañeros, Roldán y Torres ya tenían una baldosa, pero ahora están en un lugar más vistoso, mejor ubicado, y lo de Julio Molina es muy importante: fue producto de investigaciones del Centro de Estudiantes que se constató que había iniciado sus estudios en Agrarias antes de pasarse a Sociales”.
A su vez, se mencionó que estas investigaciones también revelaron la existencia de otro estudiante desaparecido vinculado a la Facultad, cuyo nombre aún no se ha confirmado, pero que será incluido en futuras acciones de memoria.
Ciuro también señaló que el acto fue posible gracias al trabajo conjunto de muchos sectores: “La actividad se planificó y preparó de manera conjunta por Barrios x Memoria y Justicia Zona Sur, la Facultad, distintas áreas del Municipio de Lomas, la FULZ, el Centro de Estudiantes y el centro de graduades de Agrarias”.
Entre las voces presentes, se destacó la participación de Norma Molina, hermana de Julio, quien viajó desde el interior del país para estar presente en el homenaje. “Ella está viviendo en el interior porque ahí la dejó la persecución del terrorismo de Estado, en la resistencia a la dictadura. Porque ella también era militante combativa”, relató Ciuro. Junto a Norma estuvo su hija, sobrina de Julio, que también es hija de Norberto Laporta, otro compañero detenido desaparecido. Ambas compartieron palabras que estremecieron y emocionaron a quienes estaban presentes.
El acto fue acompañado por autoridades universitarias, representantes de gremios docentes, organizaciones sociales, agrupaciones estudiantiles y otros colectivos de derechos humanos de la región, como “Los Andes Tiene Memoria”, que también vienen sosteniendo desde hace años una agenda activa de memoria, verdad y justicia en el sur del conurbano.
Ciuro cerró su reflexión con una mirada que articula pasado, presente y futuro: “Mi reflexión como integrante de Barrios x Memoria y Justicia Zona Sur y como secretario de la FeTIA es que es muy importante la realización de esta actividad, porque en este momento en la Argentina la derecha desde el gobierno nacional pretende poner en discusión las violaciones a los derechos humanos. Ya no se trata de negacionismo, sino que se trata de la reivindicación directa del terrorismo de Estado. Y en ese marco, esta actividad la inscribimos como una respuesta. Como dije al principio: amorosa, política, institucional, colectiva. Frente a esas políticas que son nefastas para el país y que son necesarias para sostener el ajuste”.
Y concluyó: “Una de las cuestiones que se reivindicó explícitamente, por varios que intervinimos, fue que también una forma de homenaje —quizás la mejor— es la participación en las marchas de los miércoles con los jubilados y la resistencia al desfinanciamiento de la educación pública por parte del gobierno nacional. Recordarlos es una forma de construir memoria de cara al futuro, tan necesaria en los tiempos que corren”.
Así, la Facultad de Ciencias Agrarias volvió a ser escenario de una memoria viva, construida desde abajo, que interpela al presente y proyecta un horizonte colectivo. Porque como se repitió una y otra vez durante la tarde: la memoria no es solo recuerdo, es acción, es resistencia y es futuro.
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