El llamado alcanza no sólo al personal de la Biblioteca, sino a todo aquel que entienda que los despidos son parte de un plan de destrucción del Estado por parte de un gobierno que concibe un país para pocos.
Las comunicaciones se hicieron por mail en un horario en que estaba previsto que los trabajadores ya se encontrarían fuera de la Biblioteca, es decir, sin la posibilidad de compartir la noticia con otros compañeros y sin la posibilidad de pedir explicaciones ante nadie, ya que, en una modalidad inédita en los despidos que se están produciendo en la órbita del Estado, en un absoluto acto de cobardía, nadie da la cara.
La convocatoria citada para mañana “es un acto en defensa de la Biblioteca donde diferentes personalidades de la cultura y los Derechos Humanos van a estar presentes para rechazar los 120 despidos y defender el futuro de la biblioteca”.
En rechazo a la situación, los trabajadores realizarán este martes a las 13 un acto en la explanada del organismo, ubicado en Agüero 2502 de la ciudad de Buenos Aires, del que participará la referente de derechos humanos Taty Almeida y el secretario general de ATE, Rodolfo Aguiar, así como investigadores y referentes de la cultura.
Según explican sus mismos trabajadores, la Biblioteca Nacional Mariano Moreno es una institución bicentenaria que cumple una función trascendental, la de *cuidar, preservar y difundir el patrimonio bibliográfico y cultural de la República Argentina”.
“Somos sus trabajadores quienes garantizamos el acceso a estos derechos a la ciudadanía. Los trabajadores de la Biblioteca Nacional venimos construyendo una institución cada vez más activa, profesional y comprometida con su desarrollo bibliotecológico y cultural, promoviendo la capacitación permanente para estar a la altura de su importancia. El ajuste y los despidos solo deterioran los servicios que brinda la institución”; advierten los trabajadores en un comunicado de prensa.
Las amenazas de despidos comenzaron a correr en el mes de marzo. En principio se habló de un 30 por ciento de trabajadores y luego se redujo, aunque nada indica que los despidos vayan a frenarse y que no se produzca una nueva ola.
Antes de que se efectivizaran, circuló una carta firmada por miles de intelectuales en la que se exponía la importancia de la institución y, en consecuencia, la necesidad de que siguiera funcionando en todas sus áreas. Dicha carta señalaba, entre otras cosas, que la Biblioteca Nacional “fue creada en 1810, bajo los ideales iluministas y es, desde entonces, emblema de la ilustración. Desde su fundación tuvo como misión custodiar, registrar, preservar y difundir el patrimonio bibliográfico y documental que posee”.
Además, destacaba que “la Biblioteca es una ciudad, un universo, sostenido por un grupo de empleados altamente capacitados en cada una de las especialidades (..:)” y que, de concretarse las medidas de despidos, se estaría poniendo en riesgo el funcionamiento de la entidad y le mantenimiento de sus colecciones”. Y concluía: “Un país sin cultura es otro modo, complementario a las políticas de económicas, de condenar a sus habitantes al hambre”.
El 27 de marzo los despidos se concretaron. Los trabadores debieron esperar hasta las 21.30 para saber quiénes eran aquellos a los que les tocaría dejar la institución. Ningún despido afectó a las jefaturas sino a quienes estaban por debajo de ese rango.
El criterio con que se realizaron parece haberse alterado ya que en principio se decía que cesarían en su trabajo aquellos que acumularan cinco inasistencias injustificadas. El resultado puso en evidencia que el criterio no había sido ese y, como ocurre en el resto de las dependencias del Estado, la sospecha es que no existió otro criterio que la destrucción y el daño a trabajadores e instituciones estatales. El Museo del Libro y de la Lengua, por ejemplo, que es un área más bien pequeña de la Biblioteca Nacional concentró siete despidos.
Los trabajadores de la Biblioteca ya habían pasado por una circunstancia similar durante el gobierno de Macri, aunque en ese caso, por lo menos tuvieron la “consideración” de dar la cara y no realizar los despidos de forma anónima. Muchos de los despedidos por el gobierno de Milei eran contratados. Sus respectivos contratos eran por un año, durante el cual gozaban de los mismos beneficios que el personal de planta permanente. De acuerdo a las medidas establecidas por el este gobierno, los contratos se redujeron a tres meses, por lo que, vencido ese plazo, los despidos llamados eufemísticamente “desvinculaciones contractuales” podrían repetirse.
Por esta razón, la convocatoria de mañana es sumamente importante en la medida en que los despidos no solo afectan a quienes pierden su trabajo, sino también a todos aquellos que entienden que la Biblioteca Nacional forma parte sustancial del patrimonio cultural de los argentinos y que, por lo tanto, el personal debe ser cuidado y protegido de las caprichosas reducciones que se realizan desde una planilla de cálculos sin tener en cuenta qué es lo que se pierde con cada despido, además de la fuente de sustento de un trabajador y su familia.
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