Los ecuatorianos han utilizado el sentido común social como conjunto de valores y conocimientos adquiridos.

Así ocurrió, por ejemplo, con la muerte de un joven estadounidense hijo de una alta directiva de la CIA de Estados Unidos que murió luchando como voluntario en las fuerzas rusas que realizan la operación especial contra las fuerzas del ilegítimo presidente de Ucrania Volodimir Zelensky. Ese joven estadounidense fue condecorado post mortem con la medalla Lenin por Vladimir Putin, presidente de Rusia.
Caminando por esa densa niebla de desinformación y manipulación hay que construir diariamente la interpretación de los hechos trascendentes.
En Ecuador las difusiones mediáticas y digitales dominantes daban por sentado un triunfo indiscutible del Sí en los cuatro temas que el presidente Daniel Noboa sometió a consulta y referéndum. Y en las cuatro el pueblo ecuatoriano ha respondido que No.
En el análisis de los resultados de esa consulta hay que evitar caer en respuestas fáciles.
Esas posibles respuestas simples pueden ser, uno: toda la gestión de Noboa ha sido rechazada. Dos: la llamada “revolución ciudadana”, liderada por Rafael Correa, que tímidamente impulsó el no, ha ganado. Tres: el pueblo ecuatoriano rechaza a Estados Unidos. Cuatro: los ecuatorianos piensan que la Constitución del 2008 es maravillosa y no debe ser resformada. Cinco: el pueblo ecuatoriano considera que su Asamblea Nacional funciona muy bien y no debe ser tocada en su origen e integración. Seis: los ecuatorianos están satisfechos con el actual sistema de financiación pública de las organizaciones políticas y este debe continuar funcionando sin cambio alguno.
Esas respuestas ingenuas no sirven para interpretar lo complejo y la consulta ecuatoriana del 16 de noviembre es un tema intrincado. Los ecuatorianos han utilizado el sentido común social como conjunto de valores y conocimientos adquiridos a lo largo de su bicentenaria y accidentada historia para responder a los cuatro asuntos.
Por televisión , radio , prensa escrita o por relatos de sus vecinos colombianos, saben que en Colombia hay una decena de bases militares estadounidenses y que los carteles colombianos exportan por Ecuador toneladas de droga anuales desde hace décadas sin que diversos gobiernos colombianos, ecuatorianos y estadounidenses hayan frenado ese delito de manera decisiva.
Los más informados conocen que en Honduras hay una antigua base militar de Estados Unidos y que el expresidente de hondureño Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional, ejerció de capo del narcotráfico durante ocho años hasta que fue apresado y extraditado bajo el gobierno de Xiomara Castro y hoy está preso en Estados Unidos.
La ciudadanía ecuatoriana está enterada desde la escuela primaria de que su país ha tenido decenas de Asambleas Constituyentes que, con rarísimas excepciones , han sido un ejercicio de gatopardismo “todo cambia para que nada cambie “.
Todas las encuestas señalan que el parlamento ecuatoriano compite con la función judicial en desprestigio por lentitud, incapacidad intelectual, corrupción. Sin embargo, pretender que recortando el número de miembros se va a resolver la problemática es pensar que la “fiebre está en las sábanas” como reza el dicho popular.
La mayoría de los ecuatorianos saben que hay organizaciones políticas fantasmas que se crean para participar en elecciones y no para servir de correas de transmisión entre la ciudadanía y el poder. Pero tampoco ignoran que en un país donde existen carteles vinculados a organizaciones criminales transnacionales y hay empresarios que no pagan los impuestos adecuados y que obtienen pingues ganancias por sus relaciones con la clase política, suprimir-que no es lo mismo que disminuir y auditar-el financiamiento público a las organizaciones políticas , imiplicaría que sean coptadas por el crimen organizado y los empresarios inescrupulosos.
El pueblo de Ecuador ha dado una lección de sentido común. Esa lección debe ser profundamente meditada por la élite dirigente, empezando por el primer receptor del mensaje popular que es el convocante a la consulta, el presidente Daniel Noboa.
Su equipo de trabajo está en deuda con quien los nombró y el país que necesita un cambio económico, social, institucional y moral. La inseguridad, la pobreza,. los mediocres servicios públicos en educación, salud, seguridad social, no pueden continuar deteriorándose porque pueden ser el detonante de un estallido social general, no gremial , reducido a una provincia como fue el reciente paro de la CONAIE.
El presidente Noboa ofreció hace dos años un “nuevo Ecuador”. Eso no es sólo un cambio generacional, la experiencia , la sabiduría , la honestidad, no se miden por más o menos años vividos.
El presidente aún puede leer bien el momento histórico que le toca vivir y ajustar su visión, gestión, equipo de gobierno. Como alguna vez expresó Winston Churchill «los que no cambian de opinión nunca logran cambiar nada”.
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