Se publicó recientemente el segundo volumen de Tener lo que se tiene, la obra reunida de Diana Bellessi, sin duda una de las voces más importantes de la poesía argentina. Incluye seis de sus poemarios y está prologado por Sonia Scarabelli.

Aunque se supone que vivimos en la era de la comunicación, ese día la tecnología no ayudó. Su voz se escuchaba lejana como si viniera de otro planeta, aunque mediaban unos pocos kilómetros entre su pueblo natal, Zavalla, ubicado en la provincia de Santa Fe, y la ciudad de Buenos Aires.
Sin embargo, ya sea porque la poesía tiene poderes más fuertes que la tecnología o porque Bellessi es ajena a toda solemnidad, de pronto preguntó: «¿Vos tenés animales domésticos?». Entonces comenzamos a hablar de nuestros respectivos perros, de la relación profunda que se puede establecer con ellos, del cariño mutuo que puede nacer entre un animal y un ser humano sin que el acercamiento se produzca a través de la palabra. Entonces, como si hubiera pronunciado la palabra mágica abracadabra, hubiera encontrado la contraseña secreta o la llave indicada para abrir el diálogo, la charla comenzó a fluir. Se seguía escuchando mal, pero la comunicación fue más fuerte que la tecnología.
Su pregunta poco convencional para una entrevista, no me sorprendió. Los animales, el prodigio de comunicarse con ellos por fuera del verbo y el contacto cercanísimo con la naturaleza están en la esencia misma de la poesía de Bellessi. Tampoco me sorprendió el diálogo sobre perros. Era una forma de saber con quién estaba hablando cada una, como si el amor por los animales fuera un lazo de pertenencia a un mismo lado de la vida, una suerte de parentesco. Y así se dio este diálogo de respuestas breves y contundentes acerca de la poesía.
-Vos sos una poeta consagrada. De todos modos, quería preguntarte si la reedición de un libro como tu Obra Reunida te genera algún tipo de balance acerca de tu trabajo.
-Supongo que algo de eso debe haber, aunque no me doy cuenta. ¡Son tantos años de trabajo ahí presentes! Pero en la poesía el balance es una cosa extraña. Un poema se escribe por primera vez y se vuelve a escribir por primera vez la última vez que lo escribís. Es así. No siento que haga un balance, pero sí siento una respuesta muy cariñosa de la gente, lo cual me hace sentir bien. Es gente que vuelve a escuchar antiguos poemas como si los escucharan por primera vez y eso es algo que me gusta.
–María Negroni dice que la poesía es la continuación de la infancia por otros medios. ¿Compartís esa idea?
-Creo que no. La poesía no es sólo la continuación de la infancia, es la continuación de la adolescencia, la juventud… es la continuación de la vida misma. De modo que no lo sé. Es lo único que te puedo decir.
-Pero creo que la infancia nos marca para siempre y ya está en ella la persona que seremos.
-¿Qué quiere decir eso?
-Que en la infancia están en latencia muchas cosas que se van a desarrollar después.
-Es cierto que la historia de uno, lo que sucede después, tiene mucho que ver con la infancia, pero también con las circunstancias y demás.
-¿Y qué peso tiene en vos en vos la infancia, el recuerdo de tu pueblo natal, Zavalla, con la naturaleza que siempre aparece en tu poesía?
-Creo que en mi vida tuvo mucho más que ver la isla del Delta, donde pasé los años de la adolescencia y que fue muy importante, fueron muy importantes para mí esos años y los siguientes. Mi filiación central viene de la isla del Delta.
-¿Tu relación con la naturaleza viene de allí?
-Creo que sí, pero también viene, por supuesto, de los años que pasé en el campo. Viene de muchos lugares. El campo estuvo siempre presente y el pueblito también, pero luego las islas del Delta fueron centrales en mi vida.
-¿Y de cuándo data tu relación con el Delta?
– Por ese entonces yo tenía 28, 28 o 29 años, algo así. Ya había recorrido a pie los caminos de América, ya había hecho muchas cosas. Viví muy rápido, quiero decir, viví muy rápido la adolescencia, creo.
–¿La poesía necesariamente implica una mirada un tanto melancólica sobre el mundo?
-No, pero sí. Soy un poquito hincha pelotas ¿viste? No, pero sí, digamos. Creo que la melancolía es un estado del ser muy particular. Es muy importante, sin duda. Pero como un estado del ser no es más que eso.
-Pero en tu poesía hay algo melancólico incluso cuando hablás de cosas alegres.
-Qué lindo. Qué bueno. Esa mirada me parece muy hermosa. Me parece que cuando uno es contemplativo de la realidad, cuando uno observa, siempre hay un dejo de melancolía.
-Vos hablás con un zorzal y lo hacés como si fuera un ser humano. En este sentido, tu poesía derriba las jerarquías instituidas entre lo humano y lo animal y eso me parece fantástico.
-¿Y por qué te parece fantástico?
-Porque amo a los animales y porque creo que no es mucha la gente que se detiene a pensar en el animal como un par. Y lo más sorprendente es el entendimiento que uno puede tener por ejemplo, con un perro, aunque no se comparta la lengua.
-Claro, los son seres vivos ni mejores ni peores que uno mismo. Vos me dijiste que tenés animales domésticos.
-Sí, tengo una perra mestiza que se llama Juanita.
-Vos cuando hablás con la Juanita, ¿no sentís que hablás con tu madre y hablás con gente de tu pasado o algo así? Bueno, yo con mi perra, también.
-Sí, es una comunicación que va más allá de la banalidad cotidiana.
-Es muy lindo lo que decís.
-Vos tuviste abuelos italianos, aprendiste inglés en tu viaje por América y sabés francés. ¿Creés que todas esas lenguas influyen de alguna manera en tu poesía?
-Creo que en mí influyeron todas las pampas, todos los lugares de América Latina, sobre todo. Y mi lengua es ésa. No tiene que ver con el italiano. Sí he leído en italiano en México. También hablaba un poquito con los abuelos. Pero nunca lo sentí como mi lengua, tampoco el inglés ni el francés. Eso no es lo que siento como mi lengua. Las únicas lenguas que siento propias son las lenguas de América Latina. Ése es el lenguaje central de mi corazón.
-¿Por qué te inscribiste en la carrera de Filosofía y no en la de Letras, siendo que escribías?
-Porque sentía que en la literatura podía aprender por mi cuenta, arreglarme solita. En cambio, en Filosofía sentía que necesitaba un apoyo.
-Se dice que la filosofía nace del asombro. ¿La poesía es también un asombro ante el mundo?
-Sí, pero también es una verdad revelada que te ofrece el mundo. Yo realmente creo que la poesía es algo muy sencillo y que en su sencillez encuentra su hondura.
-Tu poema en el que hablás con el zorzal es un buen ejemplo de eso que decís. En él tomás como natural el hecho de hablar con un pájaro.
-Yo charlo siempre con los pajaritos que están acá y también en mi casa en Buenos Aires. Pero sobre todo con los de acá, los imito y ellos me imitan. Vamos y venimos.
–A diferencia de la narrativa, un poema suele escribirse en una sola sesión de escritura. ¿Es así?
-El poema surge como una necesidad compulsiva de escribir, luego viene la corrección que en mi caso es muy poca. Escribo muy rápidamente aunque luego me pase dos años pensando en el lugar de una coma. Vas caminando un atardecer como tantos otros atardeceres y empezás a hablar. Y cuando empezás a hablar surgen las frases. Cuando surgen las frases, surge el poema
-¿Qué relación existe entre la música y la poesía o el ritmo y la poesía?
-Una relación total. Sin ritmo no hay poesía. Es así. La relación entre una cosa y otra es intrínseca, te diría. Creo que no escribo mucho con la cabeza. Escribo con el ritmo, sí, con el ritmo, por eso te digo que cuando llega una frase llega un poema.
-A veces en tu poesía hay algo muy narrativo como el poema que cuenta que tu madre le preguntó a la maestra dónde se estudiaba para ser escritora porque su hija quería serlo. Es narrativo, pero no es una narración, sino poesía. Tenés alguna respuesta para este fenómeno.
-No. No tengo una explicación para eso. No tengo ninguna teoría que lo explique.
-¿Leés poesía contemporánea?
-Sí, leo poesía contemporánea y también poesía muy antigua. Ambas cosas.
-Te escuché decir últimamente tenés menos ganas de leer poesía. ¿Por qué?
-No sé si tengo menos ganas de leer poesía o tengo menos ganas de leer en general.
-¿Por qué creés que mientras se crean pequeñas editoriales que publican exclusivamente poesía, las grandes editoriales la tienen relegada.
-Creo que es un efecto de mercado, nada más, que no tiene que ver con la poesía, no tiene que ver con la narrativa, no tiene que ver con nada más. Entiendo el fenómeno, pero hay mucha gente que lee poesía.
-Es casi un lugar común pensar que la poesía denota una determinada sensibilidad y que alguien sensible está más indefenso frente a un mundo feroz como éste. Sin embargo, también es una forma de resistencia. ¿Es así?
-La poesía es la forma más antigua de resistencia humana, diría yo. Por eso mucha gente dice que cuanto peor nos va, más grande se vuelve la poesía. No sé a qué se refieren cuando hablan de una poesía más grande. Pero entiendo que lo que se quiere decir es que cuatro versos locos generan todo un mundo.
En un ensayo de La pequeña voz del mundo, “El sentido en el porvenir”, Diana Bellessi (Zavalla, 1946) refiere la dicha que le producen ciertos momentos en que su atención está entregada con todos los sentidos a lo que la rodea. Lo que sucede entonces no es fácil de poner en palabras, pero se podría hablar de un peculiar estado de reunión y de un verse uno en otro: “indomable yuyo / del monte que me mira y a quien veo, sí, detenida como una hija… La contempladora y lo contemplado, imantados en su acompasamiento interior y exterior, han ido a encontrarse en un instante e intercambian papeles. Ahora ya son dos sujetos inmersos en un diálogo extraño. La palabra clave es, al parecer, instante, que en relación con los poemas de Bellessi, sin perder su carácter temporal puntual, da la impresión de reunir varias acepciones. Ante todo implicaría una particular intensificación del presente, ya que “sería la captación de una visión mínima en su extensión que se revela como epifanía y no importa qué sea, puede ser cualquier cosa que se contemple”. Pero también consiste en una experiencia por a cual se abre una zona de vecindades no esperadas en el orden de lo existente –“parientes de música / en concierto que teje / la sustancia viviente”-, desde el momento en que cualquier elemento del entorno, un yuyo del monte, por ejemplo, puede ser el que mira y no solo lo mirado. En palabras de Jorge Monteleone, “el ojo de Bellessi no ve las cosas como objetos, sino como rostros vueltos hacia su atención”.
Fragmento del prólogo de Sonia Scarabelli a Tenerlo que tiene, Vol.II
En una época donde el entretenimiento digital se come el tiempo libre infantil, estas propuestas…
Poesía, muestras, cine, música y mucho más para disfrutar. Mirá todas las propuestas para la…
El film propone una revelación global que sacude medios, creencias y estructuras de poder. El…
La universidad mexicana distinguió al periodista y escritor argentino por su compromiso ético y su…
El presidente argentino participó del encuentro en Brasil. “La flexibilidad es un activo, no una…
Esta semana, se inauguró el espacio colectivo cuya sede está en el microcentro porteño. El…
En una seudo entrevista en streaming, el presidente retomó su obsesión contra la artista. La…
De Arrecifes a Luján, de la costa al interior de la provincia, Buenos Aires ofrece…
Reflexiones a partir del caso de un nene de 8 años que advirtió su miedo…
Tras el cierre definitivo del programa habitacional, el Ejecutivo oficializó la venta de terrenos clave…
La militante de La Libertad Avanza, que no pudo asumir como senadora por una causa…
China le transmitió su apoyo a Caracas y, al igual que Rusia, manifestó su preocupación…