Entre las marchas de las últimas semanas, el emblemático sanguche nacional quedó dividido por la grieta. ¿Por qué un embutido de carne puede traer tanta cola?

No todas las preguntas tienen respuesta, pero estas de acá arriba quizás sí. Es muy posible que los manifestantes macristas que el sábado a la noche salieron a patear la calle asocien al choripán con el peronista o con cualquier manifestación popular. Y todo lo que tenga que ver con el peronismo (excepto Santilli y Ritondo) es feo, sucio, malo. Soy democrática y buena, decía el cartel que sostenía una sexagenaria vestida de seda y con peinado reciente de peluquería. Sin choripanes y sin micros, decía otro cartel rodeado de banderas argentinas sostenidas por manos que podrían servir para una propaganda de una joyería de la calle Libertad. La idea es diferenciarse, sentirse superior. Si ellos comen choripán, yo como sushi o cualquier ensalada que tenga rúcula entre sus ingredientes. No importa que el choripán sea más rico. No. Nada importa. Si los feos, sucios y malos comen eso, yo como otra cosa.
El 3 de febrero de este año, en la Ciudad Cultural Konex, reducto cool por excelencia de la oferta de entretenimientos que ofrece Buenos Aires, se hizo el primer festival dedicado íntegramente al choripán. Se llamó Buenos Aires Chori y contó con una gran cantidad de porteños que se mezclaron con turistas de todo el mundo para saborear diferentes preparaciones de choripanes, desde el famoso mariposa al pan francés hasta las más diversas propuestas de los asadores allí reunidos. En Córdoba se viene haciendo desde hace varios años el festival Mundial del Choripán. Y allí, la provincia en la que Macri obtuvo uno de los porcentajes a favor más significativo de las últimas elecciones presidenciales, sostienen que son los inventores de este sánguche. Además, cada uno de los festivales que cada fin de semana se hacen a lo largo de todo el país cuenta con una enorme parrilla en la que se asan cientos de chorizos para servir dentro de un pan. Los chori son un símbolo del campo. Sí, ese campo que con tanto énfasis defiende las medidas que toma el gobierno y que se llena de esperanzas ante cada promesa. Bueno, pero esos choripanes no son malos. Algunos son cool, otros son fashion, otros son autóctonos.
¿Entonces hay muchos tipos de choripanes? No. El choripán es uno solo. Lo que hay es un dogma enarbolado por el porteño tilingo medio que pretende mirar por encima del hombro al que está del otro lado de la grieta. Tanto es así que a alguno de ellos se le ocurrió el adjetivo choriplanero para expresar su desprecio hacia el que piensa diferente. Y el presidente abona a ese dogma con declaraciones que agrandan la grieta, estigmatizan a todos los que se manifestaron en marchas multitudinarias a lo largo de todo marzo y privan a sus seguidores de saborear uno de los manjares más exquisitos de la gastronomía popular.
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