
Al contrario, el mundo puede asistir preocupado a la falta de cooperación entre Estados Unidos y China, o más aún, ante la escalada en la tensión de los dos mayores países de la Tierra en medio de la pandemia más atemorizante en lo que va del siglo.Quienes miramos la relación desde afuera fuimos testigos en los últimos días de ofensas punzantes. Luego de que el asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Robert O’Brien, se hiciera eco de la responsabilización mediática a China de ser el causante de la pandemia por haberla encubierto en un principio. Geng Shuang, vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, sostuvo que su país en realidad había ganado tiempo para el mundo y su colega Zhao Lijian deslizó la sospecha de que soldados norteamericanos llevaran el coronavirus a Wuhan el año pasado. El Departamento de Estado convocó entonces al embajador de China, Cui Tiankai, para presentar su protesta, a lo que se sumó el presidente Donald Trump comenzando a llamar al Covid-19 “Virus Chino”, como consolidación de una actitud que ya venían teniendo otros altos funcionarios, como el secretario de Estado, Mike Pompeo, que hablaba del “virus de Wuhan”. En respuesta, Geng Shuang pidió que EE UU “cese de inmediato sus injustificadas acusaciones contra China”.
Paralelamente, Beijing anunció que revocará las acreditaciones a corresponsales norteamericanos de The New York Times, The Wall Street Journal y The Washington Post, como represalia a medidas restrictivas tomadas por el gobierno de Estados Unidos contra medios chinos en su territorio.
Si la pandemia necesita a todas las naciones trabajando mancomunadas, China y EE UU parecieran encauzarse en sumar otra tensión a la lista que incluye la guerra comercial, los conflictos en el Mar del Sur, Taiwán, Xinjiang, Hong Kong y Huawei.
La fatalidad sanitaria mundial pareciera crear graves desafíos internos a Xi Jinping y a Donald Trump. En un año electoral, éste último podría no discontinuar la tradición de crear choques con otros países para solucionar problemas políticos internos. Por su parte, el gobierno de Xi parece estar tomando la iniciativa de cooperar con otros países afectados por la pandemia, incluyendo Argentina.
En las actuales condiciones políticas internas, difícilmente el fin de la crisis encuentre mejor relacionados a China y EE UU. Es de esperar una caída en la dependencia recíproca que han desarrollado y una intensificación en la competencia por el liderazgo mundial. Una competencia que en este momento, lamentablemente, le cuesta al mundo el enorme beneficio que significaría que estos dos países trabajaran juntos… Con el permiso de George Washington y de Mao Zedong.
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