Arabela Carreras sostiene que debería expropiar terrenos. Lo que dicen las leyes y los fallos judiciales que sostienen lo contrario.

Lo cometió en dos diálogos muy amistosos y sin repreguntas que días atrás mantuvo con el empresario de medios Jorge Fontevecchia, y con Radio Nacional Bariloche, en las que también avaló a las patotas que atacaron a miembros de la «Marcha por la Soberanía».
«Vienen a militarnos ideologías al territorio de Río Negro, vienen a la Patagonia a militarnos cuestiones raras», acusó.
Carreras afirmó que, para abrir el acceso al Lago Escondido por el camino de Tacuifí, como ordenaron 25 jueces en 10 fallos durante 12 años, «habría que expropiar, pagar la tierra y alambrar los campos que están antes de Lewis porque son predios privados. Es un camino vecinal y para hacerlo público hay que expropiar», dijo. «No es mi prioridad», confesó.
Carreras sabe que el 90% de las tierras que rodean al camino de Tacuifí son fiscales con permiso de ocupación provisoria a pobladores. Además, el artículo 62 de la Ley provincial de Tierras impone que el 5% de un campo puede ser sometido a perpetuidad para uso público, como caminos, sin derecho a indemnización.
Tanto lo sabe que el 27 de enero de 2020 se reunió con un grupo de pobladores del camino de Tacuifí, en su mayoría integrantes del Clan Puchy, a quienes prometió que en breve les otorgaría la propiedad de las tierras que habitan, según informó oficialmente en su momento el área de comunicación de la gobernación.
Entre los participantes de la reunión se encontraba Hugo Puchy (sentado a la izquierda), un exsuboficial de Gendarmería recientemente jubilado que en 2017 participó del desalojo de la Comunidad Pu-Lof en Resistencia de Cushamen, al norte de Chubut, donde poco después los efectivos primero desaparecieron y luego asesinaron a Santiago Maldonado.
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Desde el 2001, regularmente pasamos los veranos en la zona de montaña a unos 20 km de El Bolsón, con el tiempo logramos relacionarnos con varios pobladores, y con algunos inclusive entablar amistad. El paisaje es paradisiaco, pero a cualquier lugar donde se vaya se encuentran las huellas de la violencia: La violencia genocida del Ejercito que se inició en el siglo XIX y continuo sin interrupción hasta nuestros días, violencia de grupos de delincuentes y buscadores de fortuna rápida que se apropian de territorios a punta de pistola y que se asocian a los poderes de turno, violencia explotadora de los cuerpos y de la tierra. Siempre me voy pensando que lo que se vive en la zona es una imagen sin máscara de lo que ocurre en nuestro país. En la gran capital, paradigma de esta “civilización” brutal y explotadora, la misma violencia apenas está enmascarada. En barrios como Palermo o San Telmo hasta logran cierto efecto de “sociedad feliz”, esto sí, repletas de policías que sacan a “la negrada” de la visión de la clase media y los turistas. Esta nota periodística no se tomó a la ligera investigar sobre el tema Lewis. Es excelente. Y claramente se ve que no solo Lewis es el problema. Valientes lo pusieron en evidencia: Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. Las marchas a Lago Escondido lo reponen cada febrero y sacan a la luz la urdimbre de poder. Mientras tanto parece que el gobierno nacional del FDT y su ministro de seguridad hace mucho tiempo que decidieron mirar para otro lado y eso los hace cómplices y parte de esa urdimbre.