Se trata de las directoras de LatFem, quienes habían sido acreditadas para la sesión pero luego les impidieron el ingreso. Lo cuentan en esta nota.

Un día antes del histórico debate sobre aborto, cuando ya estabamos acreditadas, en la mesa de entrada del Senado fuimos informadas de que hay un alerta de seguridad emitida en contra de dos de nuestras co-directoras, María Florencia Alcaraz y Agustina Paz Frontera. Somos periodistas comprometidas con la legalización del aborto y cubrimos el proceso parlamentario desde el primer momento como LATFEM y desde otros medios, como El Cohete a la Luna. Para la sesión del 8 de agosto nos acreditamos, y a diferencia de cientos de colegas, los permisos fueron concedidos. Pero al intentar acceder al edificio para retirar las acreditaciones nos informaron que tenemos prohibido el ingreso por insultar y agraviar a unx senadorx el miércoles 1° de agosto y que el personal de Seguridad había actuado de oficio y emitido un alerta en nuestra contra.
Nos sorprende que no nos hayan llamado la atención, notificado ni solicitado nuestros nombres el día en el que se nos acusa de haber incurrido en una falta. Creemos que nos “marcaron”. Además del ejercicio de la libertad de expresión, se ve afectado nuestro trabajo.
La sesión del 8 de agosto de 2018 será un hecho político histórico, e independientemente del resultado de la votación, millones de manifestantes esperarán en las inmediaciones del Senado para reclamar de una vez por todas nuestro derecho al aborto legal, seguro y gratuito.
Por otra parte, cientos de medios internacionales cubrirán tanto la vigilia convocada por las organizaciones feministas como la sesión. La Presidencia de la Cámara toma, en este contexto, una decisión política que confirma lo que hace semanas sabemos: la voluntad deliberada de restringir el acceso a los medios independientes que expresan la voz del clamor popular por el aborto legal, pero que además cubren con eficacia y profesionalismo este proceso de la democracia.
Sabemos que lo que irrita es el periodismo feminista. Es haber contado cada paso de esta ley con independencia de la operación de turno, y con la convicción de que construimos con palabras e imágenes el mundo en el que queremos vivir. Nos quieren quietas, sumisas, quieren periodistas que terminan su trabajo cuando cierra la jornada laboral y quieren que no ofrezcamos nuestra mirada como garantía de autenticidad. Un periodista no debería ser mujer, no debería ser joven y no debería ser feminista.
El Estado nos da la espalda. La democracia nos dice que no nos quieren ahi, declaran que somos “personas no gratas”. No es grato que señalemos las argucias tramposas. No es grato que como fundadoras de Ni Una Menos continuemos marcando cuánto el gobierno de la alianza Cambiemos limita el potencial de nuestras vidas, cuán falaces son sus intentos de apropiarse de nuestras luchas históricas por la autonomía y los derechos humanos de toda la población.
Hoy nos cierran la puerta en la cara. Gracias, la historia está afuera.
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