El fiscal Flavio Ferrini destaca la ausencia del empresario Navajas Artaza en el debate por la desaparición de un delegado de la yerbatera y señala las irregularidades en las que avanza el tribunal, como la militarización de las audiencias y una inspección irregular a la casa del único imputado.

El debate investiga la desaparición del delegado de Fatre (hoy Uatre) Marcelo Peralta, ocurrido el 29 de julio de 1977 en la estancia María Aleida, donde vivía y sigue viviendo Torres Queirel. Allí fueron los jueces Lucrecia Rojas de Badaró, Víctor Alonso y Fermín Ceroleni. “Yo entiendo que a la gente le queda la sensación que los jueces fueron a visitar a las partes sin ton ni son”, dijo Ferrini, que en la audiencia del martes pidió que se formalice una inspección judicial con todas las partes. Es decir, pidió que el acto sea jurídicamente válido.
La inspección ocular había sido pedida en la elevación de prueba antes del juicio y el tribunal la aceptó. Y aunque estaba prevista para hacerse luego de la última audiencia en Virasoro –el juicio comenzó el lunes 2 de julio y siguió en la ciudad hasta el miércoles- se suspendió por mal clima. Pero los jueces fueron igual, pese a que ni la fiscalía ni la querella estaba presente.
–Esa inspección “informal” despertó malestar en las partes.
-Entiendo que a la gente le queda la sensación que los jueces fueron a visitar sin ton ni son.
-¿Sobre todo porque fueron a la casa del imputado sin ningún motivo jurídico?
-La manifestación que hace el presidente (Ndr: Víctor Alonso), que se ve de alguna manera madrugado en la consulta que hicimos en la audiencia sobre qué fueron a hacer, y sin saber qué responder quizo dar una base sólida a la explicación y dijo que fueron porque les interesaba ver la situación geográfica del lugar pero que no labraron actas. Entonces, al no labrar un acta no le puedo plantear una nulidad porque no le permitieron participar a las partes. Pero además, dice que eso no va a formar parte del juicio. ¿Cómo es eso? ¿Toman conocimiento de algo, forma parte de su convicción pero no forma parte del juicio? Es complejo.
-A este debate se lo conoce como el juicio a Las Marías, sin embargo no hay civiles imputados.
-La particularidad de este juicio es que no se está revisando, no se lo está revisando a propósito y ni siquiera se está dejando hablar de eso, es de la posible responsabilidad empresarial de Las Marías, que es la de Adolfo Navajas Artaza, que logró que el Estado desaparezca a las personas que lo estaban molestando con su actividad gremial en cuanto a la explotación agrícola que el tipo hacía.
-¿Cómo ocurrió?
-Se logró de distintas formas. Una fue el transcurso del tiempo, porque el Tribunal tuvo la causa elevada a juicio mucho tiempo y estuvimos enganchados en discusiones muy largas por la salud de los imputados. Con la pérdida de tiempo que esto implica, el Tribunal se prestó a hacer todo lo posible para que este juicio no se haga con todos imputados, al punto tal que uno murió y otro se terminó enfermando en serio y quedó solo este que llegó acusado como partícipe secundario, situación con la que no estamos de acuerdo. Es decir, era como decir que dejaron hacer el juicio para que la gente haga un poco de catarsis, aunque tampoco los dejaron hablar demasiado.
-¿Qué expectativas tienen con el debate?
-Desde antes del debate no tenía expectativas con el debate como reparación para las víctimas. Si me parecía que tenía que servir, desde un punto de vista simbólico, para que la gente pueda expresarse y dejar constancia de lo que ocurrió en aquella época y de la posible responsabilidad empresarial que siempre estuvo el sistema de justicia negado a investigar. Eso me parecía lo más importante pero no dejaron que pase.
Un juicio militarizado
El juicio conocido causa Las Marías comenzó en Gobernador Virasoro, donde tenía asiento la Estancia Las Marías. Lo primero que sorprendió a los sobrevivientes y familiares del debate –son una veintena de testigos- fue la decisión del Tribunal de rodear la sala de audiencias con efectivos de Gendarmería. “Lo más feo de todo, fue lo que hizo el Tribunal en Virasoro, que desde el punto de vista simbólico es muy fuerte para las víctimas del terrorismo de Estado: militarizaron el juicio, llenaron todo de guardias, con una presencia de Gendarmería inédita para un debate de estas características. Un cerrojo de seguridad que lo único que le demostraba a la gente es que siguen siendo lo débiles”, opinó el fiscal Ferrini.
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