Entre la unidad, la presión y la lapicera, las claves del acto de Cristina en la CTA

Por: Gimena Fuertes

La agenda económica que sostiene la interna del Frente de Todos. Los señalamientos que siguen tras la salida de Kulfas. La foto de un acto con muchos propios y unos pocos equilibristas.

Cristina Fernández de Kirchner volvió a sentar posición sobre cuál es la disputa central que atraviesa el país y reiteró su pedido al presidente Alberto Fernández para que “use la lapicera” y así enfrentar a los sectores concentrados de la economía. La evasión, formación de activos en el exterior -más conocida como fuga- y la economía bimonetaria son los ejes que viene planteando la vicepresidenta en sus recientes apariciones públicas.

El objetivo de Cristina es exponer el origen de los problemas económicos que atraviesa el país y señalar culpables: empresarios que especulan con el precio del dólar oficial y los funcionarios que los dejan hacer. El primer acusado de favorecer este mecanismo fue Matías Kulfas y ya no está en el gabinete. Es por eso que Cristina le cargó a su reemplazante en el ministerio de Desarrollo Productivo, Daniel Scioli, la responsabilidad de encauzar este problema.

Unidad y presión

“En el ranking de países evasores, Argentina ocupa el tercer puesto”, dijo y agregó: “Pero, junto a este podio de tercer país evasor tenemos otro podio en los países con formación de activos en el exterior, también somos terceros. Miren qué casualidad, somos terceros en evasión y terceros en formar activos en el exterior”, volvió a marcar la vicepresidenta.

Este señalamiento sobre el origen del problema de la economía argentina se repite desde su discurso antes de las PASO. De hecho, fue la propia Cristina quien recordó que ya había planteado este problema en su conferencia en Chaco y antes, en Plaza de Mayo, junto al presidente. Pero esta vez fue más certera con su señalamiento y los orígenes de la fuga: “En realidad la necesidad de tener dólares para financiar las importaciones, que ese es otro problema que tenemos también, de la producción se forma en activos en el exterior”.

Cristina volvió a afirmar dos cosas clave: que tiene la decisión firme de mantener la unidad del Frente de Todos, pero que va a seguir presionando de manera pública para que se lleve adelante una gestión económica acorde a su mirada.

Es decir, el programa económico de Martín Guzmán, acordado con el FMI, está bajo cascoteo permanente hasta que no se cambie el rumbo. Para lograr ese cambio, la vicepresidenta volvió a insistir con que no es la emisión la causante de la inflación, sino que es la falta de dólares en las arcas del Estado. El señalamiento es para los industriales argentinos que importan insumos y le piden dólares al Banco Central al precio oficial.

La lapicera y Techint

CFK señaló también a los organismos de control, en particular a la “señora de la AFIP”, por Mercedes Marcó del Pont, pero también a la Comisión Nacional de Valores y al propio Banco Central como vigilantes de los secretos bancarios y bursátiles, que terminan permitiendo que se perpetúe el sistema que, según su análisis, profundiza la fuga de divisas y ahorca aún más la economía argentina.

En ese contexto fue cuando volvió a insistir con el uso de la lapicera, es decir, el ejercicio del poder del Estado: “Si vos tenés una empresa multinacional de la magnitud de Techint, si aparte tenés la posibilidad de hablar con sus directivos y demás, pedile que los 200 millones de dólares que le tienen que pagar a su subsidiaria en Minas Gerais, Brasil, la financien ellos. O que pidan un crédito en el BNDS de Brasil que lo van a conseguir. Entonces, no tengo que darle 200 millones de dólares a 127 pesos el dólar para que me importen… Estas cosas son también usar la lapicera. No hace falta pelearse ni agarrarse de los pelos”, insistió.

Un acto de propios

La vicepresidenta eligió el escenario sindical para volver a exponer los problemas de la economía. Allí estuvo la plana mayor de la CTA, que aplaudió el discurso de su secretario general Hugo Yasky, pero también fue un escenario en el que mostró como el ministro de Desarrollo y Hábitat, Jorge Ferraresi, que se había acercado al presidente en momentos de pelea con la vice, volvió a sentarse a su lado y contó la anécdota de cómo en Avellaneda, su pago en el que es intendente en uso de licencia, logró presionar a las grandes empresas locales para que aporten a las arcas municipales y enfrentar la reducción de los aportes del presupuesto en tiempos macristas.

También estuvieron los dirigentes sindicales más combativos de la CGT, el camionero Pablo Moyano y el bancario Sergio Palazzo, junto a Vanesa Siley de Judiciales y Walter Correa de Curtidores, estos últimos tres componen el ala sindical de la bancada oficialista del Frente de Todos.

Otros dirigentes que podrían ser contabilizados como cercanos al presidente también estuvieron ayer en Avellaneda. Allí estaba la intendenta de Moreno, Mariel Fernández, que, si bien forma parte del Movimiento Evita, también es autoridad del PJ bonaerense, armado que dirige Máximo Kirchner. A su lado estaba su par de Quilmes, Mayra Mendoza.

En la fila de atrás de ambas estaba la economista Delfina Rossi, hija del titular de la AFI y Agustín Rossi, enemistado con Cristina y fiel amigo del presidente. Cristina volvió a mostrar este lunes que sigue siendo el centro del poder dentro del Frente de Todos y que la dirigencia comienza a gravitar alrededor de ella, por más que no tenga a mano la lapicera. 

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