Con un buen primer tiempo coronado con un gol de Lautaro Martínez, a la Selección le alcanzó para ganar. En el complemento, los peruanos desperdiciaron un penal.

El camino lo abrió Lautaro Martínez (42m. PT), de cabeza, mostrando su capacidad goleadora, que lo tiene como máximo anotador de la era Lionel Scaloni.
Además, en total lleva 17 gritos en 33 juegos, un promedio de uno cada dos partidos (0,51). Esos números llevan a la ilusión porque son similares a los de Hernán Crespo (0,55) en 64; y por encima Sergio Agüero (0,43) en 97 y de Higuaín (0,41) en 75. El único lejano es Gabriel Batistuta (0,73) en 77. Perú no aprovechó la más claras, en los pies de Yoshimar Yotún (19m. ST) y falló su penal, que pegó en el ángulo izquierdo.
El conjunto argentino suma 25 puntos, a la espera de la resolución del suspendido clásico con Brasil, que la FIFA se lo daría por ganado en las próximas semanas, según confían en la AFA. Con este triunfo estiró a 25 partidos el invicto.
El panorama es otro en Perú, que si bien tiene chances matemáticas, cuenta con 11 unidades y está anteúltimo.
Lejos estuvo de ser una noche a puro brillo por parte de Argentina, que pagó con intereses el exigente calendario y desnudó la falta de piernas de sus mejores futbolistas, como el caso de Lionel Messi -poco desequilibrante en el segundo tiempo- y en la cabeza de su tridente del medio, peleado en general con la pelota.
Perú incomodó más de lo pensado y de lo mostrado en los primero minutos. La historia con los incaicos manda: siempre es un rival incómodo, a pesar de la amplia ventaja en los duelos mano a mano y de mantener su racha negativa en Buenos Aires, donde nunca ganó.
Argentina mostró sus intenciones de entrada: ataques por las bandas, sociedades entre Messi y los del medio y ocupación de los espacios dejados por la visita, que trató mejor la pelota de lo que presionó para recuperarla.
Pocos minutos alcanzaron y el equipo nacional descifró el planteo rival. Es que Perú llenó su campo de gente, al punto que defendió por momentos con todos sus futbolistas, pero los espacios aparecieron en abundancia, a contramano de la eficacia local -erró al menos tres opciones claras frente a Pedro Gallese-.
La película se pareció mucho a la de la victoria con Bolivia (3-0) de principio de septiembre. Un equipo enfrente que no siente defenderse pero que se vio obligado por la calidad colectiva y la jerarquía individual de Argentina.
La clave fue la paciencia para mover la pelota, buscar a Ángel Di María y a Nahuel Molina por los costados y evitar la sobrepoblación en la zona media, que solamente se rompió cuando Messi metió sus cambios de marchas habituales.
Sin embargo, Argentina no estuvo preciso con la pelota, una materia en la que desaprobó durante un primer tiempo en el que la posesión rozó el 75 por ciento. Es que Rodrigo De Paul y Leandro Paredes no se ofrecieron como primera salida -algo destacado en los otros partidos- y obligaron a Messi, que tampoco pareció amigarse, a bajar hasta el medio.
En ese contexto, cuando se iba el primer tiempo y en las tribunas había un aliento tibio, apareció una combinación entre De Paul y Molina, que ganó su banda y metió un centro sin parábola y perfecto para la cabeza de Lautaro Martínez, que anticipó a Carlos Zambrano.
Perú modificó su esquema en el complemento, dejó el 4-1-4-1 y pasó a un 4-3-3 en el que se sintió mejor. De hecho, un remate de Pedro Aquino le quitó el frío a Emiliano Martínez, de poco trabajo, a los 10 minutos.
El premio a ese planteo más osado llegó cuando Yotún habilitó a Jefferson Farfán y «Dibu» le hizo un penal claro, aunque lo negó varias veces. Claro, la buena fortuna de Argentina se plasmó en la ejecución posterior, que pegó en el vértice entre ángulo y poste izquierdo para delirio de los hinchas locales.
El agotamiento por un calendario corto, lleno de partidos y con viajes largos, le pasó factura a Messi y compañía, que tuvieron una noche aceptable en términos generales y con un pasaje complicado cuando Perú tuvo el penal.
«Olé, olé, olé, olé, olé, olá….soy argentino, es un sentimiento, no puedo parar», cerró la noche desde las tribunas, en las que el frío golpeó desde temprano, en un grito de agradecimiento a los campeones de América.
Argentina descansará ahora hasta el 11 de noviembre, cuando visitará a Uruguay en el estadio Campeón del Siglo, de Peñarol, de Montevideo, por la 13ra. fecha, y el siguiente martes 16 será local de Brasil en el Bicentenario de San Juan, por la 14ta. jornada.
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