Felipe Pigna publicó recientemente su primera novela histórica. Se trata de Conspiración en Londres. Un rey borbón para el Río de la Plata. En ella le da rienda suelta a su fantasía sin faltar a la verdad de la Historia. Un thriller que protagonizan personajes de nuestro pasado.

Felipe Pigna publicó recientemente su primera novela, Conspiración en Londres. Un rey borbón para el Río de la Plata. Sin embargo, no es la primera vez que aborda la ficción. Ya lo había hecho en textos de Historia destinados a los más chicos.
En esta novela toma un hecho de nuestra historia que él encontró novelesco en sí mismo: el viaje que emprendieron juntos a Londres dos archienemigos como lo fueron Manuel Belgrano y Bernardino Rivadavia y se centra en 1815, un año antes del Congreso de Tucumán.
Luego de las derrotas militares sufridas, Belgrano no estaba en condiciones de negarse a cumplir el rol que le encargaba el gobierno, que cumpliera en Europa, aunque no supo hasta que se embarcó quién sería su compañero de viaje.
La misión era de por sí disparatada: buscar un rey Borbón para el Río de la Plata, pero al llegar a Río de Janeiro se revela que hay otra figura tratando de concretar un plan siniestro: convertir a las Provincias del Río de la Plata en una colonia británica.
Belgrano debió lidiar con el engaño, Manuel de Sarratea, Lord Strangford y el conde Domingo Carrabús, además de con su propio desánimo.
Espías, intrigas, complots, traiciones, amores pasajeros enriquecen la novela sin que la imaginación liberada del autor traicione los hechos históricos.
-¿Qué fue lo que te decidió a hacer ficción a partir de la Historia?
-Todo arranca cuando hago la biografía de Moreno, de Belgrano. Me quedaba mucho fuera de lo que yo sentía respecto de ellos. Había algo emocional por fuera de los documentos, por fuera de lo que uno tenía, por fuera de lo que estaba a la vista y pensé que ése era un lindo material para encararlo en algún momento en una situación de ficción. Ese momento surgió cuando trabajando en la biografía de Belgrano me encontré con el episodio al que está referida la novela, precisamente, porque me parecía de novela. Tenía todos los condimentos para una aventura. Había algo que hablaba de traición, algo que hablaba de patriotismo.
Además, unas personas antagónicas que se ven obligadas a encarar una misión juntas que es un poco un clásico de Hollywood. Dos que no se quieren teniendo que trabajar juntos a la fuerza me parecía ya un inicio fuerte. Además del inicio fuerte, la historia me parecía muy interesante, permitía hablar de muchas cosas, de Río de Janeiro, de Londres. Pensé que todos los elementos daban para meterse con una novela. Yo ya había incursionado en la ficción para chicos con Cuentos del Abuelo José y Cuentos de Don Manuel.
-¿Qué creés que le da a una novela histórica como Conspiración en Londres el hecho de que esté escrita por un historiador?
-Creo que le da el conocimiento del conocimiento cabal de los hechos, de los contextos. Me parece que lo que uno puede aportar es eso, el conocimiento de la situación internacional, de los personajes. Todo eso ayuda mucho a poder armar, a hilvanar una historia de que de por sí era muy potente, para mí muy interesante y, a la vez, también medio surrealista como lo es esta historia del príncipe borbón. Cuando uno tiene el oficio de historiador hay elementos que ayudan para trabajar una ficción de este tipo.
–Se tiende a pensar el pasado como un tiempo en que las posiciones estaban más claras, en que las pasiones eran más puras, que no existían ni los enjuagues, las internas ni los grupos enfrentados que hay ahora. Pero parece que no fue así. El hecho de liberarnos de España no fue una causa unánime
-No, claro que no. Para ejemplo está el caso de Alvear, que va a intentar entregar las Provincias Unidas a Inglaterra como aparece en el libro. La parada en Río de Janeiro sorprende a Manuel García, que está llevando la oferta de que seamos una colonia inglesa. Rivadavia, por su parte, es alguien siempre dispuesto a la traición ya sea para obtener beneficios personales pero también muy en contra de los intereses de la patria.
–Cuando uno lee un texto de Historia este costado humano queda excluido, cosa que no pasa con la ficción, que incluso nos remite a la historia presente.
-La transposición al presente la hace la gente, no la hago yo. No hay una intención mía en este sentido, pero claro, estamos tan marcados, en un momento tan politizado que la gente asocia de manera inmediata con lo que está pasando ahora. Tampoco quiero decir que no ocurra, sino que no era mi intención explícita. Estamos en un momento tan particular de la historia argentina que mucha gente que lee la novela me dice que hay muchas de las situaciones del pasado que están allí que se parecen al presente. Y la verdad es que sí, solo que marcar eso estaba fuera de mis propósitos.
-¿Con qué desafíos te encontraste en el momento de sentarte a escribir ocupando simultáneamente dos lugares, el de escritor y el de historiador?
-La verdad es que me encontré con una libertad total. Para mí fue una liberación encontrarme con la posibilidad de poder imaginar estos pensamientos, estos soliloquios, sentir cuáles eran las pasiones y dudas de los personajes. Tuve la posibilidad de pensar en lo que sintió Belgrano luego de las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, derrotas que le parecen definitivas, que le hacen sentir que se acabó todo.
Me pareció que estaba bueno plantear ese sentimiento en torno a la derrota. Creo que durante todo el libro flotan los sentimientos acerca de lo que sucede, la pregunta de para quién estaban trabajando, si servía o no lo que hacían… Todo eso que se va planteando particularmente Belgrano que, sin duda, es el más sensible de los protagonistas del libro.
-La imagen de Belgrano al principio de la novela es muy terrible.
-Sí, y a la vez tiene una cosa muy linda que es que aún en la derrota intenta llegar a devolver la bandera. Es lo único que lo mantiene más o menos con cierto estímulo, el poder defender y salvar del enemigo la bandera. Me pareció lindo que aún en la derrota tuviera algo a qué cuidar y a proteger porque allí está la idea de que algún día esa bandera va a volver a flamear, cosa que, afortunadamente, pasó.
–Y pasó a pesar de los que se oponían, de quienes como Rivadavia le reprocharon que hiciera flamear la bandera.
-Eso es lo interesante, que de entrada aparece el conflicto entre Belgrano y Rivadavia y luego el destino, la política o lo que sea los pone juntos en una misión. El conflicto es tan fuerte entre ellos dos que nadie se atreve a decirle a Belgrano con quién va a viajar. El pobre se entera en el barco de que tenía que viajar con ese tipo que para él era algo tremendo. No sólo no coinciden en las ideas políticas, sino en nada. No entienden de la misma manera el mundo. Belgrano tiene ternura de sobra y a Rivadavia le falta. Creo que eso queda muy claro en el libro.
-Otro punto importante de Belgrano es su amistad con San Martín.
-Sí, ese es otro estímulo que él tiene. Quiere esconder la bandera y encontrarse con San Martín. En un gesto muy lindo San Martín le envía un manual escrito por él sobre nociones básicas de estrategia. Es muy interesante la admiración que tenían el uno por el otro ya antes de conocerse. San Martín comienza a conocerlo a través de sus escritos y Belgrano sabe perfectamente quién es San Martín.
-Belgrano no es militar.
-Lo es un poco a la fuerza en Tucumán, en Salta, en el Éxodo. A Belgrano medio que lo obligan a encarar esa ofensiva sin evaluar si está en condiciones de hacerlo. Es una situación muy injusta para él la derrota. Pero no era él el único responsable de la derrota. Era el poder político de Buenos Aires que quería verlo derrotado y que encuentra en la situación de guerra la ocasión para decirle que tenía que seguir, sabiendo que era muy alta la probabilidad de derrota. Era gente a la que lo que le importaba básicamente era la provincia de Buenos Aires.
-¿Cuál era el beneficio para quienes no querían liberarse de España el beneficio de seguir siendo una colonia?
– En realidad lo que querían tanto Alvear como Rivadavia era no apurar la independencia porque Inglaterra era aliada de España. Una vez caído Napoleón, la cosa va a cambiar pero hasta tanto lo que les importa es no molestar a Inglaterra que era aliada de España y les decía que no era el momento para la declaración de la independencia porque eso le traería problemas con su aliada. Por eso van tratando de demorarla, no tanto por cercanía con España sino con Inglaterra.
-Inglaterra estuvo siempre en nuestra historia.
– Sí y va a seguir estándolo de manera muy fuerte como potencia hegemónica hasta la década del ’50 del siglo XX y, por supuesto, está hasta hoy a través de Malvinas.
-Hoy tenemos un presidente admirador de Margaret Thatcher que les quitó los remedios a los ex combatientes, para el que no parece tener ningún valor la noción de patria. Con modificaciones, hay situaciones que parecen repetirse a lo largo de la Historia.
-Lamentablemente, esta cuestión del vendepratria al que no le importa nada lo nacional se reitera en distintos momentos de nuestra historia. Hoy nos encontramos en un momento de entrega del patrimonio nacional, pero no sólo del patrimonio tangible, sino también del patrimonio simbólico. Tenemos un presidente que no va al acto del 20 de junio, un gobierno que no festeja las fechas patrias, sino que las pasa por alto. Evidentemente hay una idea de negar la memoria, de borrar la historia, particularmente la historia que pueda tener alguna implicancia en el presente. Belgrano es una figura tremendamente incómoda porque hablaba de la industria, de la educación pública, del lugar de la mujer Esto le molesta permanentemente al poder económico y a este gobierno coyunturalmente.
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