Festival de Venecia: Pedro Almodóvar recibió el León de Oro a la trayectoria

Por: Ernesto Pérez

El realizador manchego destacó que su obra no hubiera sido posible sin la recuperación democrática en España. Mirá el emocionante discurso que Lucrecia Martel dio en su honor.

“Yo creo que el argentino es el más interesante y el más completo de todo el cine latinoamericano y siempre me he entendido muy bien con sus productores y amo y admiro a sus actores con los que he trabajado en cuanta ocasión he podido”, declaró hoy Pedro Almodóvar en la conferencia de prensa que precedió la ceremonia de entrega del León de Oro a la carrera.

“La atención por ese cine, que comparto con mi hermano Agustín y con mi productora Esther García, se remonta al año en el que ví la primera película de Lucrecia Martel, ‘La ciénaga’, film maravilloso y único, y me dije que yo tenía que trabajar con esta joven cineasta. Y así coproducimos su segunda, su tercera y su cuarta película”. 

Almodóvar no solo está orgulloso por un premio tan prestigioso como el León de Oro. También está agradecido al Festival por haber hecho aquí su debut internacional en 1983 con “Entre Tinieblas” y conseguido su primer galardón importante por el mejor guión con “Mujeres al borde de un ataque de nervios” en 1988, la misma película que acompañó hoy la ceremonia del León de Oro.

A tal propósito, Pedro recuerda el escándalo que provocó la primera, calificada por el entonces director de la Mostra, Gian Luigi Rondi, como “obscena”, y la “fiesta” que fue la conferencia de prensa de la segunda.

“Por eso este premio es doblemente importante para mí porque me lo da un festival donde nací como artista”, declara el director manchego.   “Cuando empecé a hacer cine no tenía ni idea de lo que era el lenguaje cinematográfico, solo me interesaba que las historias que contaba fueran comprensibles y no pensaba ni en el estilo, ni en el público, ni el mercado. Solo quería hacer el cine que yo quería en completa independencia como me la han garantizada siempre Agustín y Esther”, añade el realizador manchego.

“Pero mi cine no hubiese sido posible sin la democracia; en mi época no se hablaba de diversidad pero la realidad era diversa, habíamos perdido el miedo y gozábamos por primera vez de la libertad”. prosiguió Almodovar.

“Gracias al poder que me daba el ser director podía mostrar homosexuales, travestis, mujeres emancipadas, monjas liberadas que nunca habían aparecido antes en el cine español”, afirma Pedro.

“Yo creo que los vivos colores de mis películas son una reacción al gris y el negro de mi infancia en la Mancha, el gris de la estepa y el negro de luto eterno que vestían las mujeres en recuerdo de sus muertos pero es también un homenaje al Technicolor del cine de mi infancia” declara el director que cumplirá 70 años en 25 de septiembre próximo.  

“Hoy que la derecha más extrema levanta su cabeza en el mundo como si aquí no hubiera pasado nada es cuando más te necesitamos Pedro” afirma emocionada Lucrecia Martel, encargada de leer la “laudatio”, (elogio) al productor de casi todas sus películas y hoy presidente del jurado de Venecia 76.

Martel, “muy nerviosa y a punto de llorar”, efectivamente leyó la larga “laudatio” escrita de su puño y letra, interrumpiéndose en varios momentos para contener las lágrimas, ayudada por el público que la incitaba con aplausos a proseguir.

“Pedro nos enseñó que el cine es una religión y a él le debemos los cineastas latinoamericanos que haya escrito diálogos que a nuestros oídos sonaban familiares, que nos haya liberado del buen gusto y de la buena educación” afirmó.

“Pedro fue causa y consecuencia de la movida liberatoria del postfranquismo, esa que se movió con las mejores armas que eran los libros, las revistas, el cine y la música, y lo hizo con esa inexperiencia pero con una honestidad provincial que animó a muchos de nosotros a intentar hacer cine, aún sin tener a veces el arsenal técnico indispensable” concluyó.

Y Almodóvar, emocionado después de 20 minutos de aplausos, declaró no estar más solo: “Ahora tengo detrás mío un león de oro que me hará compañía”.


Películas en concurso

El trío de películas en concurso de la segunda jornada vio productos tan disímiles como la saudita “The Perfect Candidate” de Haifaa al Mansour, sobre una joven decidida a romper el predominio masculino en todas las esferas públicas y privadas de su país, presentándose como candidata a elecciones municipales y dos ofertas norteamericanas, a su modo, decepcionantes: el fantacientífico “Ad Astra” de James Gray y la comedia woodyallenesca “Marriage Story” de Noah Baumbach.

Al Mansour vuelve a Venecia después de haberla encantado en 2012 con “La bicicleta verde” que la lanzó internacionalmente. Su nuevo film es extraordinario porque presenta a la sociedad saudita (y de cualquier otro país árabe) desde el punto de vista femenino mostrando la lucha subterránea que están conduciendo las mujeres para conseguir los derechos más elementales (la paridad queda para más adelante).

Al Mansour muestra que la intolerancia está bien repartida entre hombres y mujeres pero reconoce que esto es un producto de siglos de “apartheid” que será muy difícil de anular a la brevedad pero muestra un optimismo y una esperanza que hacen de este film una joyita de este concurso.

También vuelve a Venecia James Gray, que había sido descubierta hace 25 años con su íntimo y pintoresco “Little Odessa”, y lo hace con medios espectaculares que no tenía su muy apreciada opera prima.

Pero “Ad Astra” (Hacia las estrellas) reduce una inicial pretensión filosófica a un final bastante banal con una asunción de la propia fragilidad de parte de un astronauta que debe reencontrar a su padre, que pensaba muerte, al límite del sistema solar.

La última presencia de Baumbach en Venecia es mucho más reciente y data del año pasado cuando pasó su penúltimo film en concurso “The Meyerowitz Stories”, una comedia neoyorquina muy a la Woody Allen, que sigue siendo su padre artístico.

Aquí el tono es un poco menos alegre porque más que de la historia de un matrimonio habla de un divorcio, que de amistoso pasa a ser agresivo, gracias a los buenos oficios de los abogados que no vacilan en hacer enfrentar a dos personas que se han amado y que siguen nutriendo sentimientos de profundo afecto entre ellos.

Inspirado en el propio divorcio del director con Jennifer Jason Leigh, el film está interpretado por Adam Driver y Scarlett Johansson y en el rol de los abogados, dos caracteristas sublimes como Laura Dern y Ray Liotta.

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