Getúlio Vargas, João Goulart, Lula y Dilma fueron víctimas de operaciones de los grandes diarios conservadores.

«Hay dos grandes diferencias entre Vargas y Lula. Una es de clase y otra de enfoque sobre la prensa», aclara el joven investigador. Y desmenuza: Lula nació en un hogar extremadamente pobre del nordeste brasileño, mientras que Vargas era un rico hacendado de Rio Grande do Sul. Vargas -que había tenido un gobierno casi autoritario, tuvo posteriormente un segundo mandato en que impulsó reformas laborales que ahora el gobierno de Michel Temer quiere voltear- financió medios a su favor. Lula, del PT, un sindicalismo de origen antivarguista, nunca fue proclive a crear una prensa propia. Por lo demás, ambos sufrieron el impiadoso sistema de medios de la oligarquía por haber apoyado medidas que beneficiaban a la clase trabajadora. «Los medios se presentan como garantes de la moralidad y atacan al populismo de entrada», sintetiza.
El libro cuenta el caso de Samuel Wainer, el fundador de Última Hora, el único medio afín a Vargas (su lema era «diario de oposición a la clase dirigente y a favor de un gobierno») y posteriormente a João Goulart. «En 1949, Vargas estaba prácticamente retirado en su campo de San Borja cuando le dio un reportaje a Wainer, un periodista de la cadena de Chateaubriand, entonces la más poderosa del continente -cuenta Goldstein- la nota causó tal impacto que catapultó a Vargas a la presidencia en las elecciones de 1950». Detalla el investigador que Wainer había sido comunista y que recibió la propuesta de hacer el diario con créditos del Banco do Brasil. Así nació un medio revolucionario en su estilo que cambió para siempre el periodismo brasileño y trepó al primer lugar en ventas en poco tiempo.
«Eso le ganó el odio de otro periodista, Carlos Lacerda, que desde las páginas de Tribuna da Imprensa atacaba a Vargas como luego haría con Goulart, pero también a Wainer por haber recibido el crédito, y por ser extranjero -había nacido en territorio de la actual Moldavia-. Eso llevó al suicidio de Vargas».
¿Cómo pudo ocurrir eso? «El presidente venía sufriendo el embate de los medios tradicionales, que son liberales en lo económico y conservadores en lo político. Hubo un ataque contra Lacerda en que murió un militar que lo acompañaba. El atacante era de la custodia del mandatario. No hubo pruebas de la responsabilidad de Vargas pero pocos días más tarde el presidente se suicidó dejando una carta muy impactante». El suicidio generó manifestaciones y represión policial, debidamente ocultada por los medios que habían arrinconado a Vargas.
El embate contra Lula se gestó desde 2004, a poco mas de un año de asumir, tuvo su punto culminante con el escándalo del mensalão. «Lula vino moderando su discurso desde que era dirigente gremial y, al llegar al gobierno, hizo políticas para amigarse con la prensa y los poderes reales. Pero nunca fue aceptado porque nunca sería uno de ellos.» Finalmente, mucho de este clima destituyente se cristalizó en la caída de Dilma Rousseff y el escándalo del Lava Jato.
-¿Por qué el PT nunca tuvo medios ni intentó cambiar la ley?
-Creo que mayoritariamente compraron el discurso liberal de los medios. Por otro lado, Antônio Carlos Magalhães, ministro de Comunicación de José Sarney -puesto por O Globo, hay pruebas de ello, como forma de conseguir el apoyo para la reforma constitucional que quería el presidente para darle cinco años de mandato- repartió licencias de radiodifusión a todos los diputados. De allí que se hable del coronelismo mediático electrónico. Una reforma a la ley de medios tendría que ser votada por esos mismos diputados regionales que tienen emisoras. «
Periodismo y política sin fronteras
Carlos Lacerda fue el principal enemigo de Getulio Vargas desde los medios y luego incursionó en la política, destaca Ariel Goldstein. Fue clave en el suicidio del presidente «gaúcho» pero también en el derrocamiento de Joao Goulart en 1964. «Como muchos creyó que la dictadura sería transitoria y podría ser candidato, pero duró 20 años».
Uno lo podría asimilar a un Jorge Lanata a la brasileña. Después de todo, para Lacerda la principal crítica contra Vargas y luego contra su hijo político, Goulart, quien había sido ministro de Trabajo en su gestión, es que eran peronistas.
Samuel Wainer, en cambio, podría asimilarse a Jacobo Timerman, si bien este último nunca hizo un periódico oficialista. Wainer, nacido en Besarabia, creó en 1951 un diario que más allá de su orientación política, revolucionó la manera de hacer periodismo en Brasil. Timerman, nativo de la actual Ucrania, hizo lo propio en Argentina con Primera Plana y La Opinión, casi una década y media después. Ambos terminaron perseguidos por dictaduras.
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