Autor, junto a Martín Becerra y Ana Bizberge de Política, negocios y periodismo. 80 años de Clarín el investigador analiza las virtudes y desafíos del Grupo liderado por Magnetto.

–El libro distingue cinco etapas en estas ocho décadas, ¿cuál es la más poderosa?
–Clasificar es una tarea difícil para los investigadores y tiene una dosis de arbitrariedad. Sin embargo, las dos grandes etapas fueron las de Noble y Magnetto, dos momentos muy diferenciados que comparten una característica que no es menor: la vocación de expansión. En la era Noble fue dentro de lo que llamaríamos la prensa mientras que en la era Magnetto se pasa del dominio del mercado de la prensa escrita al grupo multimedios para desplazar la centralidad de los medios de comunicación a los servicios de conectividad, como telefonía móvil e internet. Hay una transformación muy interesante marcada por la visión estratégica de Magnetto para conducir y pensar dónde está el núcleo más dinámico dentro de cada sector para desplazarse sin ningún tipo de problemas ni nostalgias. Hoy los principales ingresos no provienen de los medios y eso nos lleva a una pregunta: ¿Sigue siendo un grupo de medios o en verdad es de telecomunicaciones y servicios integrados donde los medios cumplen un rol importante, pero secundario en el plano económico?
–¿Magnetto es central en el éxito de Clarín?
-Es decisivo en dos aspectos. Él logra consolidar un grupo de conducción muy pequeño y a la vez muy homogéneo que lleva 50 años. Son cuatro amigos que estudiaron juntos en la Universidad Nacional de La Plata y van entrando en el diario por cuestiones de la vida. Ahí también hay algo vinculado a la movilidad social argentina: de modo irónico se podría decir que un modesto contador de Chivilcoy se transforma en una de las personas más importantes de la Argentina a nivel económico y político. El otro valor es su capacidad de anticipar los movimientos del mercado: cuando nadie pensaba en multimedios, él sí; cuando pocos pensaban en el cable, él fue estratégicamente hacia ese lugar; después a internet y a la telefonía móvil. En el análisis de los últimos años se ve una constante búsqueda de los sectores más rentables de la economía y un pensamiento estratégico en términos de hacia dónde moverse.
–¿Cuáles son las virtudes para los negocios del grupo?
–El libro deja muy claro que el diario siempre fue oficialista y tuvo buenas relaciones con los gobiernos. No tiene un ancla ideológica pesada aunque se pueda identificar una línea de sus aspiraciones político-económicas, pero en el sentido de tornarse opositor de quienes no expresaran o simpatizaran con esas ideas. Supo tener excelentes relaciones con el poder a lo largo de su historia, con la excepción del periodo 2008 y 2015. Es un momento interesante igual, porque muestra una capacidad: cuando pasaron ocho años de enfrentamientos con el Estado también consiguió sobrevivir y se expandió levemente al adquirir otras empresas y desplazarse al sector de la telefonía. Incluso en una situación de adversidad no menor, no detuvo su crecimiento.
–¿Hay enseñanzas sobre todo en políticas de regulación?
–La enseñanza que queda es que tampoco a los que fueron más serviles con el Grupo Clarín o tuvieron mejores relaciones no les fue tan útil. El grupo demostró tener una posición muy utilitarista en ese sentido: toma pero eso no le genera demasiadas obligaciones. Menem alguna vez dijo que uno de sus grandes errores fue darle tanto poder a Clarín. En los inicios del gobierno le da la posibilidad de convertirse en gran grupo multimedia, cosa que no estaba permitida en las regulaciones. Muy poco tiempo después, desde 1995, el Grupo Clarín se transforma en claro opositor. Es decir, el eventual pacto no existe. Sobre el final de la dictadura también el Grupo hace un lavado de imagen y se vuelve un poco crítico aun cuando, como resaltamos en el libro, nunca hizo una mea culpa como sí hicieron otros medios de América Latina. Es una parte de la historia que no cuenta. Como si no hubiera existido y es clave porque no se puede comprender la acumulación originaria de capital que le permite pasar de diario a Grupo sin su participación en Papel Prensa y su sociedad con Videla.
–¿Hoy se podría decir que Clarín tiene un desinterés en los contenidos y el periodismo?
–No diría desinterés, sino interés subordinado al gran sector que ya no es centralmente la producción de contenidos, que igual es importante. Todas las empresas del Grupo están pensadas y preparadas con la lógica de obtener una ganancia y ganar dinero, pero han comprendido bien que hay sectores que tienden a declinar y en ese lugar se encuentran lamentablemente los medios de comunicación, cuyo modelo económico tradicional del siglo XX -producir un contenido, venderlo a audiencias masivas y captar una parte sustantiva del mercado publicitario- hoy está en crisis por la irrupción de las plataformas. Claramente hoy su modelo de ingresos principal está en la telefonía, especialmente la telefonía móvil donde a partir de la compra telefónica se ha transformado en el gran actor dominante del sector.
-¿Qué aparece en el horizonte?
-En el libro expresa un doble desafío para el Grupo. Hoy hay una transformación importantísima del sistema comunicacional y aparece un actor contra el que el Grupo nunca tuvo que competir hasta ahora, como el de las plataformas. Es un actor global que ganó mercado de una manera impresionante. El otro desafío obviamente es la renovación dirigencial, que se va a dar más temprano que tarde porque la conducción anda en torno a los 80 años. Al ser un grupo de conducción muy homogéneo, permanente y continuo durante 50 años, es un desafío muy grande. Una transformación de este tipo, por más que preparen a sus cuadros, no va a ser sin algún tipo de cimbronazo.
-Parece ir en espejo con lo que pasa en la política y su dirigencia.
-No hay aparato del Estado que tenga 50 años de alguna conducción, como la tiene el Grupo Clarín. Magnetto llega en el ’75 y empieza a tomar lugares preponderantes. No es una crítica, sino más bien una valoración. Tienen una homogeneidad y una permanencia que me hace suponer que cuando no esté, va a generar una adaptación que va a ser compleja de resolver.
-¿Qué valor tiene que el libro sea de una universidad pública?
-Es muy importante porque hoy está clara la crisis del mercado editorial y las dificultades para abordar temas críticos como puede ser esto. Para una editorial privada, un libro que no sea tanto del agrado del Grupo Clarín podría resultar un poco molesto. Entonces, evidentemente, lo interesante de una publicación así en una editorial, de una universidad pública es la posibilidad de expresar ideas que no son las ideas del mainstream, sino pensar desde una perspectiva crítica y destacamos la libertad que nos han dado para publicar nuestro trabajo y el público que ha tomado la universidad en la publicación.
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