El octeto se formó a partir de un taller dirigido por el músico y docente Esteban Bezenzette en la Universidad Nacional de las Artes (UNA). “Uno de los objetivos era que el conjunto llegue a boliches y teatros para generar comunicación con el público”, explica Bezenzette.
“Uno de los objetivos era formar el ensamble y que termine el ciclo cuando el conjunto de guitarras está tocando en el boliche o el teatro del barrio o donde fuere, pero donde se genera la comunicación con el público.” Un aprendizaje que no garantiza la superación del miedo escénico, aunque es algo que se va trabajando a medida que la banda va afiatando su sonido. “Uno trabaja en un taller grupal con muchísimas más cosas de las que cree que está trabajando. Se trabaja el vínculo con el otro en primer lugar, así que lo grupal, lo humano se juega desde el primer momento. En este caso puntualmente alguien me dijo: Che, mirá que yo tengo un miedo bárbaro. Y bueno, el grupo mismo lo fue llevando. Se formó un grupo y hay una entrega. Creo que por eso ahora puedo decir que se formó lo que llamamos una banda (ríe)”. La banda está formada por: Francisco Caracciolo, Josué Condorí y Ernesto Martínez Guelfo en guitarras; Patricio Sogio en guitarra, charango y arreglos; Joel Ferraris en guitarrón y arreglos; Lautaro López en guitarra de 8 cuerdas y arreglos; Franco Amarilla en guitarra y arreglos; Dani López como cantor y Esteban Bezenzette en guitarras, arreglos y dirección musical.
“Uno puede venir del jazz, el folklore, la música clásica y decir: quiero aprender a tocar tango. Pero ya tiene que tener los elementos armónicos, saber los acordes, la mano derecha más o menos organizada”, detalla Bezenzette algunos requisitos para acceder al Taller de Guitarra Tango, y enseguida invita a cuanto músico aficionado o no quiera unirse a los talleres, que contemplan niveles muy diferentes de música. “Es un espacio abierto que funciona todos los sábados y los invitamos a todos a que se acerquen a Extensión Universitaria del Departamento de Folklore.”
A días de la presentación de su primer álbum de diez temas, Guitarras de Una anticipa otro para mediados del año que viene. “En este primer disco el repertorio lo elegí yo -dice Bezenzette-, y los temas instrumentales surgieron del taller, fue como material de estudio, Troilo, Julián Plaza, casi como un laboratorio. Con respecto a los temas cantados sí consulté al cantor a ver qué le parecía, cómo los sentía, porque los temas cantados son todos tangos nuevos. El próximo paso con respecto al repertorio todavía no lo tengo decidido, pero sí voy a abrir un poco más. Ya hay uno de los guitarristas que hizo los arreglos completos de un tango nuevo de Bernardo Monk, y después hay algunas composiciones nuestras, y recién el cantor me manda el tema “Beibi”, de Príncipe (Gustavo Pena, compositor uruguayo).
A diferencia del resto de la banda, Bezenzette tiene la doble experiencia de la satisfacción musical y la pedagógica: al tiempo que saborea una composición y un arreglo, siente satisfacción (acaso orgullo) por los logros alcanzados por sus alumnos. “El conjunto de guitarras de tango tiene su historia fuera del ámbito universitario, la música popular en realidad la tiene. Históricamente los códigos de transmisión de la guitarra es que hay un director que le pasa las instrucciones a la guitarra, a los guitarristas, por lo general de manera oral, no pasa partituras; le dice: tocá esto. Así se hizo durante mucho tiempo. Y es muy interesante porque se transmiten muchas otras cosas: la forma de tocar, el peso, la mano derecha, un sonido. Aunque yo intento no ser tan estricto, aunque tuve mi experiencia muy estricta en el conjunto de guitarra y otra que no. Así que si bien el grupo tiene un sonido general y yo trato de transmitirle un sonido, también intento que dentro de ese sonido haya una búsqueda individual. No: tocalo así, sino: busquemos por acá.”
La última queda por el título del muy buen disco registrado, que llama la atención tanto como el resto de esta Guitarras de Una. “Tangos inútiles, como el amor, como la tristeza, los sueños, la música, como aquello que no se comercia ni se vende”, cita Bezenzette al escritor Italiano Nuccio Ordini en su obra La utilidad de lo inútil”. Y cierra: ”Si dejamos morir lo gratuito, si renunciamos a la fuerza generadora de lo inútil, si escuchamos únicamente el mortífero canto de las sirenas que nos impele a perseguir el beneficio, sólo seremos capaces de producir una colectividad enferma y sin memoria que, extraviada, acabará por perder el sentido de sí misma y de la vida.”
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